La entrada de hoy va a estar dedicada a uno de mis momentos favoritos de Super Mario 64: los descensos por tobogán.
En total, nos encontraremos con tres a lo largo de la aventura: el primero, en el castillo de Peach; el segundo, en Cool cool Mountain (mundo 4); y el tercero, en Tall tall mountain (mundo 12). En todos ellos, el frenesí, la rapidez y la adrenalina estarán presentes desde el inicio hasta el final. A los juegos plataformeros, que por lo general son estáticos y pausados, les viene muy bien estos segmentos más moviditos y dinámicos con el objetivo de aportar variedad y matiz al desarrollo.
Del primer tobogán ya hablé largo y tendido el pasado verano en una entrada dedicada a mi estrella 120 de Super Mario 64. Cuando tenía 11 años yo pensaba que esta fase escondía una única estrella: la que te daban por completar el recorrido y llegar al final del tobogán (que la conseguí al principio del juego).
Lo que no sabía era que te daban una segunda por completarlo en menos de 20 segundos (que me salió por casualidad, un día repitiendo la fase para matar el rato y fue mi estrella 120). Lo hice bastante más rápido de lo habitual, sonó la flauta y pude completar el 100% del juego.
Para entrar al nivel del tobogán había que hacerlo desde una cristalera que llevaba dibujada la cara de la princesa Peach, en una de las habitaciones del primer piso del castillo. Para entrar a esta sala teníamos que conseguir, al menos, 1 de las 120 estrellas de la aventura...fácil ¿No?
La superficie del tobogán era de color naranja, y el fondo de la pantalla en negro. Antes de tirarnos por la rampa podíamos pulsar un interruptor de monedas azules, para que en el primer tramo del descenso nos aparecieran varias coins de este color (que si recordáis, sumaban 5 monedas normales). Si acabamos la fase con 50 monedas, nos dan una vida.
Realmente, este botón era una especie de anzuelo o trampa, ya que perdíamos tiempo en coger estas monedas azules, y al final siempre llegábamos después del segundo 21 (que era lo que me pasaba a mí). Ponía mucho mimo a la hora de hacer las curvas para que no se me pasara ni una moneda, iba muy lento, y nunca llegaba antes del segundo 21. Un día que me dio por hacerlo a toda hostia sin recoger monedas fue cuando llegué en el segundo 20 y me llevé la segunda estrella.
En el primer tramo del descenso es imposible salirse del tobogán, ya que unas paredes de piedra acotarán la superficie. Unas lámparas cúbicas naranjas darán el toquecito de luz. Las primeras rectas y curvan son relativamente sencillas de afrontar, ya que son muy abiertas.
A partir del segundo tramo, la pared se desvanecerá y a ambos lados del tobogán habrá un enorme abismo. Sobra decir que si nos caemos, volveremos al hall del castillo y tendremos que repetir la fase.
Bajaremos por la cuesta más larga y pronunciada de todo el tobogán (cada vez que tocaba este tramo un gusanillo recorría mi cuerpo como si estuviera en una montaña rusa). Estará circundada por un frágil y pequeño quitamiedos, aunque si vamos a mucha velocidad y/o nos da por saltar, podremos salirnos del camino y caer al barranco. A lo largo de toda la inclinación veremos una larga hilera de monedas para llevarnos al bolsillo.
Tras la cuesta, nos tocará afrontar la curva más larga y cerrada de todo el descenso (reduciendo velocidad, sale fácil). Es el punto más crítico de todo el descenso. El único donde alguna vez la he pifiado jajajjaa. Y después toca un tramo escalonado, con pequeños vaivenes y ondulaciones, alternando zonas planas con leves cuestas, y algún que otro champiñón de vida.
El último tramo es en forma de eses, que van trazando zigs-zags, y un quitamiedos que nos salvará de más de un apuro. Con tanta curva es normal que nos acabemos chocando con los bordes del tobogán, perdamos velocidad y no lleguemos a tiempo para la segunda estrella. La última recta antes de la meta nos permitirá acelerar un poco y ganar alguna decimilla que pueden ser claves para llegar en el segundo 20:9 o antes.
A modo de curiosidad, os cuento que en la última parte del descenso veremos unas plataformas cilíndricas muy altas a los lados del tobogán, con rayas amarillas y rojas, que parecían una piruleta. ¿Alguna vez habéis intentando subiros a una de ellas?
Yo lo conseguí una vez, con mucha práctica, con método de ensayo y error. Yo pensaba que si alcanzabas la superficie de estas plataformas (a base de probar, cogiendo velocidad y saltando en el momento preciso) te daban alguna estrella.
Cuál fue mi sorpresa cuando comprobé que no te daban ni agua. Nada. Un montón de veces intentando la proeza para que luego no se tradujera en recompensa. Fue una de mis decepciones como jugador. Eso sí...me llevé la satisfacción de haber hecho algo que quería hacer desde hace tiempo y nunca me salía. Un objetivo que aunque no me dio ninguna recompensa me siento muy orgulloso de haberlo hecho.
Eso y coger las monedas que había debajo del puente del castillo de Peach fueron los dos logros no compensados de Super Mario 64 que más honor me dio como jugador. Aunque del honor no se coma jajajjajaa (al final, lo que valen son las estrellas)
El segundo tobogán es el de hielo, y aparece en el mundo 4. Si recordáis, para acceder a él debíamos meternos por la chimenea de una casita en miniatura que había al inicio de la fase, en lo alto de la montaña nevada. ¿Cómo puede ser que en un espacio tan chiquitito quepa un tobogán tan grande? jajajjaja (eso era lo que me preguntaba yo cada vez que jugaba esta fase). Eso, y acordarme de Papá Noel entrando por la chimenea para dejar los regalos eran las cosas que se me venían a la cabeza.
Dos estrellas estaban involucradas en este segundo descenso:
-La primera, te la daban por completar el recorrido. Ya sabéis: rodar tobogán abajo sorteando las curvas, sin salirse del camino y llegar sanos y salvos al final del descenso. La salida daba a otra cabaña que se encontraba en la parte baja de la montaña, al lado del pingüino que lloraba porque había perdido a su hijo. En realidad, bajar por el tobogán, era una forma de descender la gran montaña nevada del mundo 4 por su interior.
-La segunda, por vencer en una carrera a un pingüino gigante siguiendo el recorrido del tobogán. Recuerdo que en la cuenta atrás para la salida (3,2,1, 0), el animal hacía un poquillo de trampa, ya que se tiraba en plancha sobre la superficie (para salir más rápido) y nosotros no recuperábamos el control de Mario hasta que el pingüino estuviera en marcha. Eran unos segundos que a mí me daban mucho coraje jajajjajaa. El bicho siempre tomaba la delantera y cogía mucha ventaja al inicio. Y nosotros no podíamos hacer nada. Siempre empezábamos con retraso
El momento crítico de la carrera se producía a la hora de tener que adelantar al pingüino. Al ser un poco "gordito" costaba encontrar un hueco para poder sorpassarle. Con tanta curva y tanta cuesta, y unas superficie tan resbaladiza, encontrar el momento del adelantamiento era toda una odisea, y muchas veces acababa trágicamente (Mario saliéndose del camino y cayendo por el precipicio...eso sí con unas vistas preciosas de todo el recorrido del tobogán, sobre todo cuando caíamos desde la parte de arriba).
Al conseguir las 120 estrellas de la aventura, al entrar al tobogán veríamos al pingüino en modo ultragordo. Si en modo normal ya era difícil adelantarlo, imaginad ahora. El tipo ocupaba todo el ancho del tobogán. Aquí si que resultaba casi imposible pasar por delante. Muchas veces con su inercia nos acababa tirando al precipicio.
El trazado es más complicado que el del tobogán de la princesa: bajadas pronunciadas, curvas cerradas, giros de 90 grados, estrecheces, superficies inclinadas que te empujaban fuera del tobogán, escalones, monedas azules, monedas normales, alguna que otra vida, estalactitas de hielo colgando de la base del tobogán. Encima, no había quitamiedos, así que era relativamente fácil salirse del camino. Y ojo, que si somos un poco lentos, el pingüino puede pasarnos por delante a escasos metros de la meta y llevarse le triunfo de la carrera.
En el último tramo, teníamos que atravesar un túnel helado (al menos, las paredes servían de escudo para evitar caernos), y cruzar por un puente muy estrecho de cubitos de hielo con monedas.
Todavía recuerdo el cabezazo que se metía el pinguïno cuando llegaba a la meta, ya que descendía a toda mecha por el tobogán, y se pegaba un tortazo contra la pared que había al final del recorrido. Me dolía hasta mí. El pobre se quedaba aturdido unos segundos sin saber dónde ir y qué hacer. Cuando se recuperaba y volvía en sí, nos daba la recompensa por ganarle: una flamante estrella dorada. Yo sufría cuando veía al animal estamparse de esa manera. Aunque le lanzaba mil maldiciones cuando ocupaba todo el carril del tobogán, luego me daba penilla cuando se golpeaba.
En mitad del descenso había un pequeño atajo (legal) que nos permitía ahorrarnos una buena tajada del recorrido (sobre todo, la parte más complicada). Había que meterse por el interior de una cascada de hielo. Un túnel muy estrecho y claustrofóbico, cuesta abajo, nos llevaba hasta la línea de meta (y encima, con champiñones de vida de regalo).
¿Cuál es el problema? Que si estamos participando en la carrera contra el pinguïno y optamos por meternos por el atajo, al llegar a la meta, la criatura nos dirá que no vale utilizar salvoconductos y que si queremos la estrella, debemos hacerlo de forma limpia, ganando la competición por el camino principal y no atajando por la cascada. Así que no nos quedará más remedio que pringar y hacer la parte complicada.
El tercer y último tobogán se encontraba en Tall Tall Mountain. Aunque en teoría solo había una estrella en juego (completar el recorrido, descender la montaña a través del tobogán), en la práctica también era necesario para conseguir la estrella que nos daban por alcanzar las 100 monedas del nivel
Ya sabéis que el tobogán solo es una parte o sección del nivel. El número de monedas que hay en todo el nivel, quitando la zona del tobogán, no llega a 100. Por lo tanto, si queremos conseguir la estrella de las 100 monedas no quedará más remedio que sumar monedas en el tobogán, ya que las que hay en el resto de la fase no son suficientes.
Para acceder al tobogán había que hacerlo a través una pared/muro que había cerca de la cima de la montaña. Es fácil de ver, ya que su textura brillará y se moverá más de la cuenta.
La superficie del tobogán es de color marrón clarito. El fondo de pantalla será negro con dibujos de lunas, estrellas y caras de colores sonrientes. Muy cuco jajjajajaa
Es el más estrecho de los tres toboganes, y para mí no resultaba tan difícil como el de hielo. El trazado estaba plagado de tramos rectos muy largos llenos de monedas, escalones, curvas cerradas, superficies ladeadas hacia arriba y hacia abajo. Algunas zonas tenían quitamiedos y otras no.
En mitad del recorrido había una bifurcación. Podíamos elegir entre seguir adelante por el mismo camino, o girar a la derecha por una superficie de madera. Unas flechas y carteles nos decían que debíamos virar. Si hacemos caso omiso y seguimos por el camino principal, este desembocará en un precipicio y perderemos una vida, así que respetad las direcciones y girar hacia un lado, por las tablas de madera
En la segunda parte del recorrido había una pequeña sección con una pared protectora que servía para no caernos. Después, unas cuantas curvas cerradas, y al final, un pequeño-gran desnivel en el que la pista desaparecía. Al alcanzar la meta nos esperaba la primera de las estrellas.
Para conseguir la estrella de las 100 monedas, lo mejor era, primero, descender por el tobogán, y sumar el mayor número de monedas posibles (cuantas más consigamos en el descenso menos monedas nos harán falta recopilar en el resto del nivel).
Y después, cuando hayamos conseguido un buen puñado, recolectar las que veamos por el resto de la montaña (la zona que no es el tobogán), hasta llegar a las 100.
Primero el tobogán, y luego el resto de la montaña. No lo hagáis al revés. Yo la primera vez que jugué empecé recogiendo en la montaña, y luego, cuando llevaba 70 monedas o así, me fui al tobogán. La estrella te aparece en el mismo lugar de la moneda 100, y como la superficie del tobogán está inclinada y no se puede hacer pie, tuve problemas para recogerla. Mejor que la moneda 100 sea un lugar lisito y fácil. El tobogán al ser tan inclinado no es aconsejable.
El S. Mario 64 fue una auténtica sacada de rabo en su época y para mí sigue siendo el mejor Súper Mario en 3d. Recuerdo comprarme la Hobby Consolas de 1996 y poner el VHS de "Objetivo 64" y flipar: S. Mario 64, Golden Eye, Cruin's USA (era la recreativa y no la N64, tramposos), Wave Race. Desde luego lo que vi de Playstation por esos años no me impresionó tanto. No tuve ninguna de las dos porque económicamente no podía pero ya por el año 2001 andaba emulando roms de Nintendo 64 (ocupaban muy poco) que me descargaba del Cyber.XD
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=X9e3_JQEKl8
En mi defensa diré que me compré el S. Mario 64 de Nds y por ahí lo tengo pero ya no me sorprendía tanto dado que lo jugaba mejor en su versión original en mi Pc emulado. El de Ds tenía mejor poligonaje, más personajes, algunos jueguecillos extras pero peores texturas.
A mí el video de Objetivo 64 me marcó tanto (ya hice una entrada sobre él hace unos meses) que fue el catalizador de que me comprara la Nintendo 64 unos meses después. Y no me arrepiento para nada. Es verdad que en comparación con la Play había mucho menos juegos, pero las obras maestras que se hicieron para la Nintendo 64 fueron únicas: Mario 64, Zelda, Goldeneye, Perfect Dark, Banjo Tooie...una pasada!!!!! Luego cuando la PSone bajó de precio me hice con ella, allá por el 2001 y fue cuando pude disfrutar de sagas como Crash, Spyro, Tekken.
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