La imaginación y la creatividad del jugador, usadas adecuadamente, pueden alargar artificialmente la vida de nuestros videojuegos. Desde siempre me ha encantado darle vueltas y vueltas a mi cabecita loca, e inventar todo tipo de retos, pruebas y objetivos, al margen de los oficiales, para extraer más jugo y exprimir al máximo las posibilidades de cada título.
Recuerdo que en una sección de la Magazine 64, allá por el lejano 2000, los lectores diseñaban y mandaban sus propios retos a la revista. Y a mí eso me flipaba. Tengo mucha inventiva, y dije: yo también voy a elaborar mis propias pruebas, y así saco partido a mi videoteca, sobre todo a aquellos títulos que ya estaban pasados al 100% y no sabía qué hacer con ellos.
Durante unos meses estuve picaito con eso. En una pequeña libreta (que desafortunadamente no conservo) llegué a inventarme mis propios objetivos jugables. Y lo más interesante: los llevé a cabo de manera real, durante mis partidas. Algunos de ellos eran puro vicio. Ese fue el caso de un reto que me inventé para Super Mario 64 y voy a compartir con vosotros en la entrada de hoy.
En la primera aventura en 3D del fontanero más famoso de los videojuegos era habitual encontrarse con setas verdes, las cuales nos daban una vida extra. Hasta ahí todo normal.
La mayoría de veces, estaban escondidas en unos bloques amarillos, o emergían tras pasar por un punto concreto del escenario. Lo normal es que el champiñón comenzara a rodar por el suelo y nosotros tuviéramos que acercarnos para recogerlo. A veces, la seta era un culillo mal asiento que giraba de un lado a otro, y empezaba a dar vueltas por el suelo y si éramos lentos, podía acabar desapareciendo antes de cogerla, y no sumar al marcador de vidas.
Sin embargo, en varios puntos del juego muy localizados, había unas setas verdes 1Up muy peculiares. Se encontraban en el interior de unos árboles. Solo teníamos que trepar en ellos, y la vida emergía de manera automática de la copa. A diferencia de otros champiñones, en lugar de caer al suelo y rodar, iban directamente hacia nosotros y se nos sumaban al marcador. No teníamos que molestarnos en ir detrás de la seta para recogerla. Ella venía sola.
Pues a raíz de esto, mi mente empezó a maquinar y dije. Eureka!!!!!!! Se me ha ocurrido un reto. Lo voy a llamar "La seta perseguidora". El objetivo consiste en subir al árbol para que el champiñón verde emerja, pero en lugar de que este se acerque a mí y me sume la vida, lo que voy a hacer es huir de él. Escapar. Como si fuera la peste. Que la seta me me persiga, vaya detrás de mí, y yo alejándome de ella. Si la seta me coge y la vida suma al marcador, pierdo el reto.
Pues con esta chuminada/tontería no sabéis el jugo que le saqué al Mario 64. Durante una buena temporada me envicié a mi propio reto. Todos los días tenía que jugar a la seta perseguidora. Y me acuerdo que me cronometraba para intentar batir mi propio record. Madre mía!!!!!!!!! jajajjajajaa
La verdad es que la estampa es un tanto surrealista y absurda. Veíamos a Mario huyendo de algo que era positivo y beneficioso (escapar de una vida de extra ya es de ser atravesaos jajja). Pero el reto era ese. Y disfrutaba un montón. Yo, que normalmente siempre he jugado solo a videojuegos, intentaba extraer petroleo de los mismos para sacar toda la diversión posible que sustituyera al multijugador.
Este reto podía ser jugado en dos zonas concretas.
La primera, en el jardín del castillo de la princesa Peach. La seta se encontraba en el tercer árbol, empezando desde la cascada del foso. En cuanto veía que la seta aparecía, empezaba a correr y correr en sentido contrario, como si me fuera la vida en ello. El champiñón era bastante rápido y siempre buscaba la ruta más corta para llegar a vosotros, pero yo me desplazaba a base de saltos largos para ganar ventaja.
El jardín era un escenario bastante chico para huir, ya que cada vez que cambiaba de dirección corría el riesgo de que la seta atajara por un lado, y me acabara rodeando. Recuerdo huir por la zona de la colina, dar la vuelta al foso (vacío de agua), perderme entre los árboles o utilizar el cañón para sobrevolar la fachada de la fortaleza. La seta llegaba a subir hasta el tejado del castillo (donde estaba Yoshi). No había escapatoria. Siempre llegaba jajjajajaja.
El segundo lugar donde jugaba era el mundo 1, Bob-omb Battelfield. En uno de los árboles cerca de la zona donde descansa Chomp, alrededor del segundo cañón, había un árbol que escondía una vida perseguidora.
En este caso, al ser un área más grande, la escapatoria nos daba más juego. Había muchos lugares para huir: la pradera inicial, el camino de los bombs, la base de la montaña, la ruta de ascenso, la cima, la isla flotante, el corredor que comunicaba (abriendo el portón previamente) la base de la montaña con la pradera del inicio. Además, podíamos usar la gorra de vuelo. Aquí llegué a hacer records de hasta 20 minutos. Más de un cuarto de hora evitando ser cazado por la seta, a base de ir de un lado a otro.
Un día me ocurrió una cosa extraña haciendo este reto. Recuerdo que esa tarde corrí especialmente rápido y perdí de vista a la seta. Eso también podía llegar a ser contraproducente ya que al alejarte de ella y no saber dónde estaba, perdías el rastro, y te podía aparecer en cualquier otra parte, cuando menos lo esperaras. Pasaron los minutos. Iba de una punta a otra del escenario y ni rastro de ella. Eso me parecía extraño, ya que lo normal es que tarde o temprano me apareciera. Se pasaron más de 25 minutos y yo todo contento de que había hecho record y de lo bien que lo estaba haciendo. Ni una vez que me había dado la lata el champiñón.
Sin embargo, ocurrió algo muy raro. Me quedé parado varios minutos. Lo normal es que si dejas de moverte, la seta acabe llegando a ti (aunque esté en la otra punta del nivel). Yo veía que pasaban los minutos y yo seguía quieto en el mismo punto, sin moverme ni un ápice, y la seta no llegaba. Raro. Raro. Raro.
Retomé el movimiento y me fui a la zona de la montaña con la mosca detrás de la oreja. Ascendí por el camino principal, en forma de caracol. Cuando llego a la parte de la primera cueva me di cuenta de una cosa. Resulta que en una pequeña esquinita, como adosada a la roca de la montaña estaba la seta verde, totalmente quieta, sin moverse. Me fui acercando poco a poco y cuando estaba a la suficiente distancia, la seta sale de su letargo, se acerca a mí y se me suma la vida al marcador.
Fue muy curioso lo que me pasó. Por supuesto, debido a las irregularidades detectadas no conté eso como record (aunque hubiera estado más de media hora huyendo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario