La entrada de hoy es un homenaje a una de las revistas de videojuegos favoritas de mi infancia. En una época en la que no había Internet ni portales digitales especializados en temas de consolas, muchos aficionados nos teníamos que conformar con disfrutar, al menos una vez al mes, de estas publicaciones periódicas que nos ponían al día de todo lo relativo a nuestro hobby favorito.
Yo, como poseedor de una Nintendo 64, fui un asiduo lector de este tipo de prensa, especialmente la que se dedicaba a tratar de forma exclusiva mi consola. Por eso, Magazine 64 era siempre mi opción
Todos los meses se producía el mismo ritual. Cuando llegaba el día 15, cogía 425 pesetas (2,55 euros, ya que por aquel entonces estábamos en la transición de la peseta al euro), y acudía al quiosco más cercano, con toda la ilusión del mundo, y pedía el nuevo número de la revista. Mientras volvía a casa no paraba de ojear el índice: ¿Habrán analizado ya el Majoras's Mask? ¿Qué nota le habrán dado al Perfect Dark? ¿Lanzará Rare otra joyita de las suyas? ¿Habrán hecho una guía del Goldeneye, para avanzar en la fase de Statue Park?
Todas estas cosas, aunque puedan parecernos simples chorradas, eran las que dotaban de magia a este mundillo. Hoy en día, con la proliferación de las tecnologías de la información, una revista en papel se ha quedado desfasada, pero a finales de los 90, cuando no teníamos acceso a Internet, disponer de una publicación dedicada de forma íntegra a la Nintendo 64 era un privilegio muy grande.
Actualmente tenemos acceso a noticias en tiempo real en numerosas páginas webs (Meristation, Vandal, 3D Juegos...), pero en aquella época, revistas como la Magazine 64 eran el único vehículo de conexión con la actualidad videojueguil.
Con el paso del tiempo, y haciendo un análisis más frío y objetivo del tema, tengo que reconocer que los creadores de Magazine 64 hicieron un trabajo muy meritorio, sacando petróleo de donde a veces no se podía sacar. Confeccionar una revista solo para Nintendo 64 no es tarea fácil. Todos sabemos que en esta consola no se producían la misma cantidad de títulos que para la competencia. Había mucha calidad, pero en cantidad, la gris de Sony se comía a la 64 bits de Nintendo. Si en un mes salían 30 videojuegos, 28 eran para la PSX.
Por lo tanto, dedicar tantas páginas a una sola consola, con un material limitado, tenía que ser un trabajo de chinos. Los redactores supieron dar rienda suelta a su ingenio y creatividad, para generar contenidos a partir de lo poco que había.
Esa fue, quizá, la magia de Magazine 64. Al haber pocos juegos que analizar, los periodistas crearon secciones secundarias muy chulas, involucrando al lector en todo momento para que pudiera disfrutar al máximo de su experiencia con la consola y su catálogo.
Yo me acuerdo que en la última época (allá por el 2000), la escasez de títulos era tal, que se pasaban los meses sin analizar ningún juego. Al final, en los últimos números, con el objetivo llenar contenidos, se sacaron de la manga las reviews de videojuegos que no llegaron a ver la luz en España, y que solo se comercializaron en Japón, Estados Unidos y algunos países europeos. En el número 53 pasó lo inevitable y la revista dijo adiós definitivamente. Crónica de una muerte anunciada.
Algo también muy bueno de esta revista era la objetividad. Mientras que otras publicaciones se dedicaban a poner por las nubes a los juegos y hacer análisis muy benevolentes y generosos, con notas infladísimas, Magazine 64 optó por un enfoque más realista, y si un título tenía fallos, los comentaban sin paños calientes, aunque eso supusiera tirar piedras contra su propio tejado.
Y si tenían que poner notas paupérrimas, las ponían sin ningún tipo de miramientos. Todavía recuerdo el 2,5 a Power Rangers o el 4,5 a Tarzán. Incluso juegos que aparentemente eran bombazos y tuvieron una buena recepción por parte de crítica y público, la revista no los elevó tanto, dándoles calificaciones bastante moderadas.
No se me olvida el 8,4 a Pokemon Snap, el 8,5 a Banjo Tooie, el 8,4 a Mickey Speedway USA, el 8,9 a PilotWings, el 9 raspado a Super Smash Bros, el 9,1 a Mario Kart o el 9,2 de Banjo Kazooie. Mientras que en otras revistas recibían puntuaciones de sobresaliente alto o matrícula de honor, aquí se quedaron mucho más bajitos. Que yo recuerde, nunca dieron un 10 (lo más cerca fue Ocarina of time con un 9,9 y Majoras's Mask con un 9,8). Eso se llama tener espíritu crítico, hablando abiertamente de los problemas y errores de los grandes juegos.
Como ya os he dicho, lo que más me gustaba de la revista eran las secciones secundarias. Además de las típicas noticias, adelantos, reportajes, consultorios (el mítico Doctor Vainilla), guías y opiniones, había porciones que involucraban a los lectores.
En "El club de los virtuosos" la revista proponía retos a los jugadores, los cuales tenían que enviar fotografías demostrando haber superado la prueba (ganar 2000 monedas en Super Mario 64, conseguir un tiempo inferior a 2 minutos en un circuito determinado de Wave Race o F-Zero, alcanzar el 100% en Donkey Kong 64...).
La gente también podía enviar sus records en determinados videojuegos, y la revista elaboraba rankings (del tipo quién se pasa el modo arcade del Smash Bros más rápido, quién hace el salto más alto en el Track and Field). Era un honor que pusieran tu nombre entre los mejores.
En otra sección (Game on) la gente se inventaba retos para sus juegos favoritos y así alargar la vida de los títulos. También se podían enviar trucos y/o estrategias. Además, había un tramo dedicado a analizar juegos de Game Boy Color y Game Boy Advance
Me ha gustado mucho poder compartir con vosotros los recuerdos que tengo de esta revista. Lo bonito de este mundillo no solo se circunscribe al propio juego, sino también a todo lo que rodea a este. Y el mundo de las revistas también generaba magia e ilusión a los jugadores.