Antes de meternos de lleno con la estampa nostálgica de hoy, os tengo que decir que aprovechando la situación que estamos viviendo con el coronavirus, y estas dos semanas de encierro que nos esperan a todos los españoles, no hay nada mejor que combatir los momentos de aburrimiento y tristeza con el arte del videojuego.
Quedarse 15 días en casa no es tan terrible. Pensad en nuestros mayores: ellos tuvieron que sacrificarse hace casi un siglo cogiendo un fusil y yéndose a un sitio terrible como era el frente de guerra. A nosotros solo nos están pidiendo que nos quedemos en casa un par de semanas. Y hoy en día tenemos de todo: Internet, juegos, móviles, películas, series, televisión, wasap para seguir hablando con nuestros amigos...ojalá nuestros abuelos hubieran podido disfrutar de estos lujos y comodidades.
Yo soy de los que pienso que usados adecuadamente, los videojuegos pueden hacernos mucho bien. Y en mi caso, escribir sobre el mundo retro es mi debilidad jajjajaa. Lo he dicho muchas veces: mi única intención con este blog es haceros pasar un rato agradable, que os divirtáis, que esbocéis una sonrisa nostálgica, que os olvidéis un poco de lo que se cuece fuera.
Y por eso, a partir de ahora voy a abrir una entrada diaria (al menos mientras dure esto). Sé que es una locura. Pero a mí me gustan los retos. Soy un loco de esto jajjaaj. Además, a partir de mañana haré un reportaje especial de 9 entregas sobre los combates contra Robotnik en los cuatro juegos de Sonic The Hedgehog de la Megadrive
La entrada de hoy va a estar dedicada a recordar uno de mis segmentos favoritos de Las Dos Torres (versión de Play Station 2). Todavía recuerdo la fiebre que se desató allá por los años 2002 y 2003, cuando la novela de Tolkien (y sobre todo, las películas derivadas de la obra literaria) tuvieron su adaptación a los videojuegos. Primero fue la Comunidad del Anillo y Las Dos Torres, y al año siguiente, El retorno del rey. Seguro que mi amigo Marce, que sé que le gusta esta saga, recuerda todos esos años
Yo en aquellos días estudiaba 3º de la ESO y teníamos un profesor de lengua (que era un crack) que ejemplificaba los conceptos literarios y narrativos sobre la serie Dragon Ball y las películas de El señor de los anillos. Se notaba que le apasionaba el tema ya que se pasaba las clases hablando de estas sagas.
La gente lo veía como a un friki y se cachondeaban de él por sus extravagancias, pero a mí me parecía todo un innovador docente, y un gran profesor que me marcó mucho. Era una forma amena de explicar conceptos que a chavales de 14-15 años ni les interesaba. Y yo, como futuro profesor de esa misma asignatura, lo valoro.
El género del beat'em up se vio enriquecido gracias al influjo del cine y la literatura. Todavía recuerdo la odisea que pasé hasta poder alquilarme Las Dos Torres. Eran mis primeras navidades con la PS2 y tenía ganas de catar el ansiado juego...pero siempre estaba cogido. No había manera. Hasta que un día, allá por enero de 2003, por fin estaba libre y lo pude disfrutar.
Una de mis partes favoritas tiene lugar en el interior de las minas, y más concretamente, en la sala donde está enterrado Balín, el primo de Gimli.
Se trata de un escenario muy oscuro, ruinoso, lleno de paredes de piedra, columnas, restos de escombros. En el centro hay una lápida de mármol, y varias hogueras que dan una pincelada de luz y color a un contexto tan negro.
En la primera parte del combate nos enfrentaremos a una oleada infinita de orcos. Cuando se juntan tantos enemigos en pantalla, es la ocasión perfecta para hacer combos, buscando siempre la excelencia en el ataque (y no solo el aprobadillo o el notable), para así sumar la mayor cantidad de puntos posibles. Ocasiones como estas hay que aprovecharlas al máximo. No siempre vamos a poder sacar a relucir nuestro talento, y este es el contexto perfecto con tantos bichos alrededor.
Los orcos nos rodearán por todos los lados. Saldrán de detrás de un portón que los protagonistas no podrán contener debido a la cantidad de bichos que hay empujando. La invasión parece no tener fin. Es un acoso continúo...cuando parezca que se quiere despejar un poco la pantalla de enemigos, enseguida tendremos a otros nuevos.
El sistema no para de generarlos continuamente, lo cual se hace imposible pararse a descansar (ni siquiera un segundo de respiro). Nos obligarán a estar en una posición de lucha constante. Además, estos bichos son muy cansinos y molestos ya que van protegidos con un escudo, y no siempre podemos eliminarlos de un plumazo tal como nos gustaría.
Además, los monstruos eran feos de narices. Todavía recuerdo esos pelos zarrapastrosos, esas caras pálidas enverdecidas (que parecían máscaras faciales de esas que se ponen las mujeres en los salones de belleza jajajjaa), y esa piel llena de harapos, arrugas y venas marcadas.
Yo solo recuerdo luchar y luchar, como si no hubiera un mañana, dejándome la piel durante varios minutos, y viendo que por más que encadenaba combos, la corriente de orcos nunca se acababa. Yo decía...¿Pero qué diablos hay que hacer aquí para acabar con esto?
Aunque se me daba bien luchar contra estos tipos, a base de pequeños golpes, la vida se me iba mermando poco a poco, y tenía miedo de acabar K.O. Como esa lucha era interminable, llegué a pensar que había que hacer alguna cosa especial para poner fin a las hordas de enemigos. Si me vierais inspeccionando como un loco maniático compulsivo las paredes de la mina en busca de algún pasadizo secreto...a la vez que mataba a los orcos...es que yo veía que nunca se acababan. Siempre entrando por el dichoso portón jajajja. Y yo ya no sabía ni qué hacer, así que creía que era cosa de inspeccionar bien el entorno al detalle para dar con alguna clave.
Menos mal que al final, la paciencia dio sus frutos y de manera automática, saltó una escena...aunque visto lo que iba a venir, no sé yo si hubiera preferido quedarme con los orcos jajajajjajaa
Después de un rato de lucha, un trol gigante invadirá la caverna (al menos...algo nuevo ha ocurrido, ya que después de varios minutos de lucha empezaba a inquietarme de que no pasara nada). Recuerdo que ante la entrada del bicho, caía polvo del techo y la pantalla se ponía como a temblar...síntoma de que un enemigo fuerte se avecinaba.
Su tamaño imponía bastante (para qué nos vamos a engañar). Aunque es un enemigo lento, no lo subestiméis en absoluto. Lleva una cadena colgada al cuello rematada con una maza gigante de pinchos, que daba unos golpazos tremendos. Además, dará un mazazo a la lápida y la romperá en mil pedazos. Un halo azulado de luz saldrá de la tumba. Si es capaz de hacer eso con un monumento funerario...¿Qué sería capaz de hacer conmigo? Esa es la primera sensación que tuve al ver a la criatura jajajjajaja
Por eso, lo mejor era mantenerse alejado de él, ya que con 3-4 golpes que nos diera, nos mandaba al otro barrio. Teníamos que atacarle con la espada, pero evitando pasar mucho tiempo cerca de él. Hacer pequeñas acometidas, de forma tímida y fugaz, y evitar exponernos mucho tiempo a su mazo. En cuanto veía que el tipo levantaba su brazo (síntoma de que iba a usar su arma), me alejaba como si fuera la peste. Más vale ser cobarde que acabar hecho picadillo jajjajajjaa
Y os recuerdo, que los orcos seguirán jodiendo el ascua. No penséis que han desaparecido. Nada de eso...Los mismos orcos de antes seguirán dando guerra. Lo único que ahora se habrá añadido el trol, haciendo el doble de difícil el combate.
La táctica de hacer combos no os la recomiendo contra el trol. Más que nada porque encadenar golpes lleva tiempo y lo que necesitamos aquí no son filigranas, sino ataques que vayan desgastando poco a poco al rival...(como en toda buena batalla de resistencia).
Yo las primeras veces buscaba el combo perfecto, pero para prepararlo hace falta tiempo, justo lo que no tenemos, ya que el trol enseguida levanta el brazo para darnos el golpe de gracia. Podemos aprovechar el instante justo después de que la maza golpeé el suelo para atacarlo...es el mejor momento. Ahí estará más indefenso mientas levanta de nuevo el arma del suelo
Después de varios golpes, la maza se romperá...pero no penséis que esto ha acabado. A falta de maza, nuestro amigo usará el cualquier otro recurso que tenga a su alcance...y ese es la cadena.
Esta cadena será usada a modo de látigo. Solo viendo la imagen del arma golpeando a nuestros héroes, me causaba un dolor....Uffff!!!!!! Sufría con la escenita. Uno de los traumas de mi juventud jajjajaa.
Teníamos que escondernos detrás de las columnas para protegernos de los latigazos. No obstante, estos pilares, aunque aparentemente parecen fuertes, no lo son en absoluto. Tras varios golpes de cadena del trol, las columnas acabarán cediendo y derrumbándose, por lo que la protección del protagonista se irá achicando si no somos rápidos en vencer al enemigo.
Nos quedaremos sin soportes para defendernos de los látigos. Si no queremos llegar a la situación de vernos sin columnas, debemos acabar rápidamente con el bicho. No hay otra. Es verdad que nunca llegué a eso, pero el hecho de pensar que me podía quedar sin columnas de protección. Qué mal cuerpo!!!!!!
La mejor manera de enfrentarse al troll era lanzándole flechas, desde la distancia, y poco a poco ir vaciándole la barra de vitalidad, con paciencia, resistencia y mucha cautela. Más vale ir lentos pero seguros. No os acerquéis mucho al bicho.
Aquí os dejo un video de la misión completa:
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