domingo, 2 de febrero de 2020

Juegos de NES a ritmo de vals


Me encanta el vals!!!!! No lo puedo evitar. Evidentemente, desde una perspectiva auditiva, y no motriz, ya que soy un zoquete bailando. Escuchar un buen vals siempre es un placer para el oído. Es un género tan elegante, tan refinado y tan romántico!!!!!!!!!!!!!!

Por eso, la entrada de hoy está dedicada a recordar tres valses míticos que sonaron en algunos juegos de la NES, allá por la década de los 80. Vamos a ver cuáles eran...

EL DANUBIO AZUL: CIRCUS CHARLIE



Hace unos meses ya dedicamos un post a este mítico juego que Konami llevó a diferentes sistemas de la época (NES, Commodore 64, MSX...) en el año 1984.

A lo largo de las diferentes fases debíamos superar eventos propios del circo: saltar aros de fuego, hacer equilibrio sobre pelotas, montar a caballo o caminar en la cuerda floja.


El último reto era el más emocionante y espectacular (el trapecio), y además, el que permitía deleitarnos con los compases del mítico vals de Johann Strauss hijo (1866), que cada 1 de enero canturreamos al lado de la televisión mientras se emite el concierto de Año Nuevo de Viena.

Gracias a esta canción me venía arriba y me revolucionaba cosa mala cuando era un chiquillo. Al final, me dedicaba a bailar y a hacer el tonto en el salón con la música, que a acabar el juego. Cada vez que echo una partida a Circus Charlie y llego a la fase 5 no puedo evitar estar unos minutos con el mando quieto, dejando pasar el tiempo, sin mover al prota, y disfrutando únicamente de la elegancia del vals


El objetivo consiste en avanzar, saltando de columpio en columpio, los cuales no dejan de oscilar de un lado a otro. Para ello, tendremos que rebotar sobre unas camas elásticas que hay en el suelo, agarrarnos al trapecio siguiente y llegar al final del recorrido.

Es la prueba más traicionera y técnica, pero también la más deliciosa desde un punto de vista sonoro.

EL VALS DE LOS PATINADORES: ANTARCTIC ADVENTURES



Recorrer los paisajes nevados invernales de Antartic Adventures engalanados por las notas musicales del vals de los patinadores de Émile Waldteufel (1882) es una de las experiencias más bonitas que podemos vivir en un videojuego.

Como si de un patinador se tratara, el protagonista (un pingüino de nombre Penta), se desliza por largos y fríos caminos cubiertos de hielo y nieve, a velocidades de vértigo, y además, de forma automática. 

Nosotros no tenemos que avanzar hacia delante. El héroe lo hará solo. Lo único que debemos es saltar y girar derecha e izquierda para esquivar los obstáculos que nos encontremos por la senda (focas, pozos y grietas)



El juego se convierte en una carrera contra el crono: hay que llegar al final de cada etapa antes de que el contador baje a cero. Cada vez que choquemos con una trampa, el pingüino perderá velocidad, de forma que avanzará más lento y no podrá cruzar la meta a tiempo. Si tenemos reflejos y no nos rozamos con nada, Penta se deslizará a máxima velocidad y alcanzará su destino

A lo largo del camino recogeremos banderas que nos dan habilidades como una hélice para revolotear durante unos segundos, más puntos extra o una mayor velocidad punta

Al llegar a la meta izaremos la bandera de un país (Argentina, Estados Unidos, Inglaterra, Japón..), que corresponde a las bases científicas que estas naciones tienen en la Antártida.


El juego fue producido por Konami y salió para MSX en 1983, aunque la versión que yo jugué fue la de NES. La suavidad con la que se mueve el escenario, el efecto de ir viendo cómo los objetos del fondo de la pantalla se acercan poco a poco a Penta, y la sensación de velocidad alcanzada, es de lo mejorcito que se puede ver en Nintendo. A veces parece más un título de conducción que de habilidad

Es una delicia recorrer esas sendas heladas del continente Antártico, con sus lagos congelados, la nieve cubriendo los campos y montes, al son de una música tan buena. 

Antartic no será el Cercle des patineurs del Bois de Boulogne de París (la pista de patinaje del parque de Bolonia de París, lugar que sirvió de inspiración al autor del vals en el invierno de 1879 cuando las temperaturas alcanzaron los 25 grados bajo cero en la capital francesa), pero se le acerca mucho

JE TE VEUX: BINARY LAND



Los expertos en vals dicen que este baile requiere compenetración y coordinación entre los miembros de la pareja, además de mucho, muchísimo amor. En Binary Land (juego creado por Hudson en 1984 para MSX y NES), tenemos esa combinación

Controlamos de manera simultánea a dos pingüinos: Gurin y Malon. Los manejamos a la vez: cuando se mueve uno, se mueve el otro, pero lo harán en direcciones opuestas, ya que el escenario se divide en dos partes que están separadas por una barrera que funciona como un espejo. 

En el lado izquierdo está la hembra, y en el derecho, el macho. A la vez que él gira a la derecha, ella lo hará a la izquierda (y viceversa). Si él dispara, ella también. Este doble juego es la seña de identidad de Binary Land

Teniendo en cuenta esto, debemos sortear las irregularidades y falta de simetría del escenario, el cual se dispone a modo de laberinto. Hay que guiar a los dos pingüinos hasta la parte superior de la pantalla en la que se encuentra una jaula con un corazón dentro. Gurin y Malon deben compenetrarse de forma que toquen la jaula a la vez: uno desde un lado, y otro desde el otro. Si no lo hacen al unísono no se dará el nivel por superado. Y el tiempo corre rápido...


Los laberintos están plagados de arañas a las que debemos derrotar con un arma. Al mínimo contacto con ellas, perderemos una vida. Mucho cuidado con las telas que sueltan!!!!!!!! Si uno de los personajes queda atrapado en el hilo arácnido, no podrá moverse. El otro pingüino deberá pasar al lado contrario del espejo e ir a liberarlo de las redes. 

También veremos pájaros sobrevolando el nivel. Si chocamos con ellos, Gurin y Malon intercambiarán sus posiciones: él pasará al sitio de ella, y ella al de él

Todo esto se hará bajo la batuta del famoso vals Je te veux de Erik Satie (1904), que sonará como telón de fondo. Se trata de una de las piezas más sutiles, galantes y serenas del compositor francés. No sé por qué pero este tema a mí siempre me ha transmitido mucha tristeza y melancolía, a pesar de ser amoroso.

La escena de "cariño" entre los pingüinos se producirá tras su encuentro, justo después de abrir la jaula con el corazón, pero sorprendentemente la música que se escuchará en ese momento no es el vals, sino unos acordes del famoso himno a la alegría.


2 comentarios:

  1. ¡Buen trabajo de investigación Regenerador! El Binary Land me encanta y el Antartic Adventure tengo buen recuerdo de jugarlo en un MSX de unos primos que lo tenían hace la tira.

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