miércoles, 29 de enero de 2020

Popeye (NES): el marinero que se hacía fuerte comiendo espinacas


Hoy vamos a analizar un clásico de Nintendo del año 1982 que formó parte de mi infancia. La cantidad de horas que habré echado a este título, tanto cuando era un chaval de 6-7 años poseedor de una clónica
de la NES con el típico cartucho "100 in 1" a mediados de los noventa, como ahora de adulto, gracias a los emuladores. De vez en cuando no puedo evitar la tentación de conectar la Rom a mi Virtua NES y por lo menos, pasarme una ronda por cada uno de los tres niveles del juego.

Popeye es un ejemplo de cómo un videojuego basado en un una tira cómica, un cortometraje y una serie de televisión de dibujos animados de gran éxito entre los niños, puede erigirse como un arcade digno, adictivo y de calidad. 

Como no podía ser de otra manera, nosotros controlamos al personaje bueno, al viejo marino con pipa. Por supuesto, hace falta un antagonista: el malvado y gorduflo de Brutus, que hará todo lo posible por acabar con Popeye. Y falta la tercera pieza del puzle: la amada Olivia, que será raptada por el enemigo


El juego posee tres fases. Al acabar la tercera, volvemos a la primera. Se reinicia la aventura, pero en un grado de dificultad mayor. Así, hasta que acabemos con las vidas.

Los escenarios son a pantalla fija. Constan de varios pisos/alturas, comunicados entre sí por un sistema de escaleras, que nosotros podremos subir o bajar a nuestro antojo.

¿Cuál es el problema? Brutus andará merodeando por la zona, con la intención de acercarse a nosotros y atacarnos, para hacernos perder una vida. 

Lo bueno de nuestro rival es su lentitud. Siempre va un poco retardado respecto a nuestros movimientos

Eso sí: tampoco os confiéis ya que puede atacar de varias maneras: lanzará botellas, se tirará en plancha desde los pisos de arriba a los de abajo, usará sus garras para cogernos cuando estemos justo debajo de él o dará cabezazos y puñetazos desde los pisos de abajo al techo cuando nosotros pasemos por encima. La muerte no solo se produce por chocarnos o rozarnos con Brutus. 

No infravaloréis al gordiflón. Este es el típico juego en el que te confías porque crees que el enemigo es lento y se encuentra alejado de ti, y al final te comes un montón de muertes tontas e innecesarias.


El objetivo de la partida, aparte de esquivar los ataques de Brutus, consiste en recoger los objetos que nos lanza Olivia. En la primera fase, corazones. En la segunda, notas musicales. Y en la tercera, letras. 

La fase se da por superada cuando hayamos recogido todos los ítems, sin dejarnos ni uno. Estos caerán desde el piso superior (donde está nuestra amada), a los inferiores, describiendo trayectorias irregulares e imprevisibles. 

Recoger todos los objetos se convierte en una odisea. Si estos caen a lo más bajo del escenario, es decir, al agua, tendremos problemas, y serios. 

Un ítem de Olivia no resiste mucho tiempo en el agua. Cuando un corazón, una nota musical o una letra caen al mar, la música cambiará. Sonará una melodía de emergencia, de ritmo rápido y angustioso (que a mí, particularmente, me ponía de los nervios jajjajaa). 

Esto significa que tenemos unos pocos segundos para bajar a la superficie y recoger el objeto antes de que desaparezca bajo las aguas. Si esto sucede, perderemos una vida. Un objeto sacado del mar suma menos puntos que un ítem recolectado en seco. 

En cada nivel contamos con una ayuda extra, la cual puede ser utilizada UNA sola vez: las espinacas.  Hay que saber elegir el momento adecuado para comerlas. Cuando nos traguemos la nutritiva verdura, empezará a sonar la mítica banda sonora de los dibujos animados: 


Durante unos segundos, la pantalla (excepto Brutus) quedará congelada. Dejarán de caer nuevos objetos de Olivia, y los que están cayendo en ese momento, se mantendrán quietos, suspendidos en el aire

De este manera, nos dan una pequeña tregua o respiro para recoger todos los corazones/notas/letras que hay por el escenario, especialmente los que han caído al mar. 

Además, el efecto de las espinacas nos hará invencibles durante unos segundos. Podremos acercarnos a Brutus (que intentará huir de nosotros) y arrojarle el mar. 

Una vez  se acabe la canción (y por ende, los efectos de la verdura), todo volverá a la normalidad: se retomará la caída de objetos y perderemos la inmunidad ante el gordo. Además, nos entrará el bajón, ya que habremos gastado el comodín de las espinacas y hasta la fase siguiente no podremos utilizarlas. 

No hagáis lo que yo de niño. Como me gustaba escuchar y cantar la canción de "Popeye el marino soy" lo primero que hacía nada más poner el pie en el escenario era comerme las espinacas, para que sonara la melodía. 

Al inicio de fase no había dado tiempo a que cayera ningún objeto. Por lo tanto, malgastaba tontamente un bien escaso y necesario. Es lo que tiene la impaciencia en los críos. Luego aprendí que las espinacas deben dejarse para los momentos de agobio, cuando la pantalla está llena de objetos y no damos a basto


En la primera fase, además, hay un cubo lleno de agua en el piso de arriba. Si lo golpeamos, este caerá en vertical, a las plantas inferiores. Si en su descenso se encuentra con Brutus, lo aplastará, y quedará aturdido varios segundos, que aprovecharemos en recoger objetos de Olivia sin peligro de ser atacados. El final del nivel con todos los corazones pequeños dibujando un corazón gigante alrededor de Olivia es mítico.

El segundo área se desarrolla en la fachada de un edificio. Podemos usar un balancín para pasar del piso inferior al superior de manera directa, y sin necesidad de escaleras (mucho cuidado, que Brutus también lo usa). 

Cocoliso, el hijo de Popeye, hace un cameo en esta fase. Aparece en el tejado de la casa, colgado de un globo. Si nos impulsamos con fuerza en el balancín y llegamos hasta el chiquillo nos darán puntos extra


El tercer nivel se ambienta en un barco pirara. Como ya dijimos, Olivia nos tira letras. Por cada letra recogida se dibuja un escalón, el cual une la cubierta del barco con el mástil, donde está nuestra amada. De esta manera se forma una escalera que nos permitirá acudir a su rescate.  

Si sois observadores, os daréis cuenta de que las letras que nos lanza Olivia son siempre la H, la E, la L y la P. Juntas forman la palabra HELP, que significa ayuda.

El buitre Bernardo acechará la nave buscando estamparse contra nosotros. Menos mal que se le puede matar de un puñetazo. Eso sí: a los cinco segundos revivirá y nos seguirá dando el coñazo hasta el final.


Al acabar la tercera fase, nos tocará empezar desde la primera, en modo difícil. En esta ocasión, además de Brutus, tendremos otro invitado a la fiesta, dispuesto a tocar un poquito los huevos. Se trata de la Bruja Marina, la cual se acoplará en una esquina y nos lanzará cráneos de esqueleto andantes, los cuales vendrán a por nosotros, cayendo de los pisos superiores a los inferiores. Al igual que el buitre Bernardo, las calaveras pueden ser golpeadas con el puño. Lo malo es que se regeneran.

Entre la presencia de Brutus, las dichosas calaveras, tener que recoger los objetos de Olivia, y que estos no caigan al agua, el modo difícil es un no parar. Es aquí cuando el título adquiere toda la fuerza y ritmo del mundo. Menuda gozada!!!!!!!!!!!!

2 comentarios:

  1. Tenía alguna especie de "final" el juego? Llegué a pasarme las tres fases y alguna de las mismas repetidas con la bruja, pero nada más. Cómo era tras completar la tercera fase por segunda vez?. Por cierto, lo que más molestaba es cuando brutus de repente se "descolgaba" de un piso a otro, o simplemente estiraba las manos si estabas justo debajo

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    1. No tenía final. Cada vez que completabas el barco volvías a la primera fase...y así hasta que te quedabas sin vidas. En muchos juegos de esta época el final lo marcaban las vidas, y al atractivo se basaba en superar records de puntos

      Esos ataques de Brutus que mencionas, son, con mucha diferencia, los más molestos y traicioneros. Muchas veces nos confiábamos al ver a Brutus lejos de nosotros, pero en este juego, estar lejos del enemigo no te garantiza estar seguro. Y más nos vale no quedarse nunca quieto. Si nos quedábamos parados y Brutus pasaba por encima o por debajo de nosotros, nos podíamos dar por muertos un 90% de las veces.

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