Hoy vamos a homenajear otra de las estampas míticas de mi infancia. ¿Recordáis Karateka, aquel videojuego de Jordan Mechner del año 1984 que vio la luz, entre otros sistemas en Nintendo, Game Boy, Amstrad o Commodore 64?
El título combina acción con artes marciales. Manejamos a un luchador de Karate anónimo que debe adentrarse en el castillo de Akuma para rescatar a su amor, la princesa Mariko.
Podríamos decir que el desarrollo recuerda a un beat'em up: desplazamiento lateral, combates contra los guardias que pueblan cada habitación, y un protagonista que hace uso de puñetazos y patadas.
Sin embargo, mi momento favorito siempre se produjo en los primeros segundos de juego. Yo probé por primera vez este título cuando era un mocoso de 5 años. La aventura era complicada. Me mataban enseguida. No conseguía pasar de la segunda habitación. Tuve que esperar a la época de la emulación para poder completarlo en su totalidad.
¿Y qué era lo que tenía de especial el fragmento inicial? El protagonista empezaba en lo alto de un acantilado, en las murallas de la fortaleza. Sonaban los acordes iniciales, que marcaban el inicio de la aventura y a mí me infundían mucho respeto.
Lo que más me gustaba, en lugar de ir hacia delante, para salir al encuentro del primer enemigo y enfrentarme a él, era dar un paso hacia atrás y tirarme por el barranco.
No sé por qué, pero me encantaba ver al muchacho despeñándose por el precipicio. Menudo momento más absurdo: un par de pasos atrás, y el protagonista caía de espaldas y moría. Un ejemplo de partida breve.
Y lo gracioso es que yo mismo me partía la chota. Cada vez que jugaba al Karateka era siempre para suicidarme, echarme unas risas, en lugar de intentar avanzar. Como siempre moría pronto, solo me lo pasaba bien haciendo el chorra en el abismo. En fin...cosas de la niñez jejejjee!!!!!!!!!!!!!!!
Aquí os dejo un video con el mítico momento
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