sábado, 28 de septiembre de 2019

Circus Charlie: Pasen y vean el mejor espectáculo circense


En la entrada de hoy vamos a recordar un clásico de Konami. Los poseedores de MSX, Commodore 64 y NES segurísimo que alguna vez habéis jugado a este título. Llegó escalonadamente a los sistemas antes mencionados entre 1984 y 1987. 

Los de mi generación, que ahora rondamos los 30, disfrutamos de él a principios de los 90 gracias a las consolas clónicas de la NES y los cartuchos pirata que llevaban incorporados tropecientos mil títulos de la Nintendo (en realidad, eran varias docenas de juegos que se repetían con distintas variantes). Entre ellos se encontraba Circus Charlie

El planteamiento no puede ser más sencillo y digerible al gran público. Nos metemos en la piel de un artista de circo, que debe superar diferentes niveles relacionados con eventos del mundo circense. Cada fase supone un homenaje a un espectáculo concreto...¿Queréis que los recordemos? 

-En el primer nivel controlamos a un león. Debemos saltar por aros de fuego


-En la segunda fase subimos a una cuerda y hay que caminar sobre ella saltando monos. Funambulismo en toda regla


-En la tercera, hay que saltar de una pelota a otra...muy traicionero el movimiento de las bolitas jajajjaa


-En la cuarta montamos a lomos de un caballo, el cual corre a gran velocidad y no puede ser controlado. Nosotros solo podemos saltar las vallas y los obstáculos


-Y la quinta fase, la más difícil, se desarrolla en unos trapecios. Hay que saltar de una cuerda a otra sin caerse mientras estas se balanceaban hacia un lado a otro


El juego no tenía final. Duraba lo que nos daban de sí las vidas. Al superar los cinco actos circenses volvíamos a empezar, pero con un nivel de dificultad más alto: aros de fuego más pequeños, monos que venían de dos en dos, más pelotas que saltar, vallas colocadas de forma traicionera...Ser una estrella de circo no es fácil. 

En las versiones domésticas faltaba un nivel que sí existía en el arcade y consistía en saltar de una cama elástica a otra esquivando payasos que escupían fuego


La ambientación es muy cuqui: el público aplaudiendo cada vez que llegábamos al final de una fase, las gradas llenas de color, los elefantes del decorado, la pista central verde..

La música resulta festiva, alegre y pegadiza. En la fase 5 escuchamos El danubio azul de Strauss, un clásico del vals, que ponía el broche de oro a ese rosario de actividades circenses.

Aquí os dejo un video de ilustración:


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