sábado, 7 de septiembre de 2019

La tienda de Madame Grunty en el Brujemundo (Banjo Tooie)


Algunos me vais a tildar de cansino y de repetirme más que el ajo: ¿Otra entrada de Banjo Tooie? Si ya van tres!!!!!¿Es que no hay otros juegos de los que extraer estampas nostálgicas? Lo reconozco. Soy un apasionado de este título. La aventura del oso y el pájaro me marcó en su momento. A mi corta edad ya tenía bien desarrollado mi espíritu crítico, y era consciente de que la obra maestra de Rare era el mejor juego que había probado nunca. Y la Isla de las Brujas, un mundo colosal y carismático.  

Una de las muchas curiosidades del título nos lleva al mundo 3, el Brujemundo, que se ambienta en un divertidísimo parque de atracciones, propiedad de la bruja Grunty. Castillos hinchables, juegos de tiro, niños perdidos, planetarios, máquinas de fuerza, carpas circenses, comida basura y un enorme monstruo en forma de globo gigante nos esperan. En este parque no hay lugar para el aburrimiento. 


Uno de los zascas más importantes de mi biografía videojueguil me lo llevé en la tienda de Madame Grunty, un sitio que en principio, no tiene mucha trascendencia en el desarrollo del juego, ya que no alberga objetos importantes: ni piezas de puzle, ni páginas de Cheato, ni jinjos, ni panales vacíos, ni tan siquiera una nota musical. 

En esta caseta roja de tela, cuya fachada está pintada con estrellas y lunas amarillas, se desarrolla una de las escenas más humorísticas y ácidas de la aventura. 

Dentro de la tienda estaba la malvada bruja Gruntilda. No se la veía directamente, pero sí se escuchaba su característica y gruñona voz. En ningún momento veíamos lo que pasaba dentro. Solo podíamos leer el diálogo que se entablaba en el interior entre Banjo y la malvada hechicera. Una vez los protagonistas entraban en la caseta, la cámara se quedaba fuera. Solo veíamos una panorámica con la conversación. 


Gruntilda se convierte en pitonisa que lee nuestro destino. En función de la previsión, Banjo se llevará un premio (buena fortuna) o un castigo (mala fortuna). Es algo aleatorio. Podemos pasar todas las veces que queramos siempre y cuando la tienda esté abierta. Cuando se le crucen los cables, la bruja cerrará temporalmente su caseta, y no podremos entrar

Al pasar, Grunty nos da la bienvenida y predice nuestro destino. Tras unos segundos de duda, soltaba su famosa frase: "Has ganado...." (y el premio o castigo que tocara).

Las primeras veces que probé suerte siempre me llevaba premios buenos como huevos o plumas. Esto es Jauja, dije yo. Sin embargo, como dice el refrán, tanto va el cántaro a la fuente que se rompe. Y así fue. Abusé tanto de los premios, que al final, me llevé un buen zasca. La bruja dictó sentencia: esta vez has ganado UNA PALIZA. 


De la caseta salían ruidos de golpes, quejidos, gruñidos y alaridos de los protagonistas, los cuales eran expulsados con unos cuantos panales de vida menos. La risa maléfica de Gruntilda se escuchaba a diez metros a la redonda. Mi cara era un poema, mezcla de asombro e ira, pero enseguida tornó a alegría. La verdad es que me encantó la hostia que me dieron. Eso me pasa por ir de listo jejje. Me gusta el humor de Rare

Si entramos en la caseta con Mumbo o transformados en furgón gracias a la magia de Humba, Grunty nos echará de ahí, y nos dirá que solo lee la fortuna a osos y pájaros, y no a chamanes y camiones. 

A pesar de las risitas y el cachondeo imperante, la tienda de la fortuna esconde uno de los trucos más valiosos y preciados del juego. 


A base de intentarlo y de entrar en la caseta una y otra vez, al final, Grunty nos daba el mejor de sus regalos: un código que podíamos introducir en la cámara secreta del templo maya. El código era JIGGY SECRETS y si lo tecleamos correctamente en el recinto sagrado, podremos visualizar los carteles que hay en el interior del templo de 
Jiggywiggy en el claro del bosque de la isla de las brujas. Estos paneles nos informaban de la localización de todas las piezas de puzle del juego. 

Un truco que nos ayudaría a conseguir los jiggys más difíciles y recónditos de la aventura. Después de llevarnos alguna que otra paliza por parte de Gruntilda, era un premio más que merecido. ¿Quién nos iba a decir que un lugar así iba a esconder algo tan importante?

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