martes, 21 de mayo de 2019

El pizzero Spider-Man


La entrada de hoy está dedicada a uno de mis videojuegos favoritos de Play Station 2: Spider-Man II. Allá por el año 2004 sorprendió a propios y extraños, y acabó con el dichoso tópico de que todo título procedente de una película debía ser un truño. Por primera vez en la saga, teníamos total libertad para movernos por la ciudad de Nueva York, balanceándonos entre sus edificios y pegándonos a las paredes, mientras resolvíamos todo tipo de misiones, eventos en tiempo real y minijuegos.

En esta ocasión, he elegido una de las tareas secundarias más adictivas: las misiones de repartidor de pizza.


El concepto de juego no podía ser más sencillo. Teníamos que repartir una serie de pizzas a varias personas que estaban dispersas por la ciudad, en un tiempo limitado. Al principio, la cosa era asequible: los puntos de entrega no estaban alejados de la pizzería, y los clientes se encontraban siempre a nivel del suelo. 

Teníamos tiempo de sobra para poder entregarlas. Sin embargo, a medida que se incrementaba la dificultad, los comensales estaban más alejados entre sí y podían estar a nivel de suelo, pero también en la azotea de los edificios o incluso en andamios o balcones situados a una altura intermedia. 

Lo más jodido: la cantidad de tiempo que se perdía estando en el punto correcto del mapa, pero a una altura incorrecta.... Seguro que más de uno acabó con un ataque de histeria, al ver que el plano marcaba que ese era el sitio de entrega, pero el objetivo estaba situado a 100 o 200 metros de altura. Segundos que luego nos faltaban para volver a tiempo a la pizzería.


Para más inri, las pizzas iban dentro de una mochila. Si se nos ocurría hacer algún giro brusco o pirueta rara con Spider-Man, la comida podía caerse. Y a veces, la misión era fallida no por una cuestión de tiempo, sino de falta de recursos, ya que poníamos tanta pasión en el balanceo que nos quedábamos sin pizzas que entregar.

Sin embargo, lo que más recordamos de esta misión es el acompañamiento musical. Era una gozada poder recorrer toda la urbe desde las alturas, mientras disfrutábamos de la famosa canción napolitana "Funiculi Funicula" de Luigi Denza (1880). 


Al ritmo de esta pegadiza y alegre melodía se hacía muy adictivo cumplir todos los encargos de pizzero. A medida que se agotaba el tiempo, la velocidad de la melodía se aceleraba. Sin duda alguna, el contexto musical de estas misiones favorece muchísimo la dinámica de las mismas. Sonido y jugador se fusionan en un solo ente. La de veces que habré jugado los trabajos de pizzero solo para pasearme por Nueva York al son de la música, mientras la tarareaba, silbaba y hacía ligeros movimientos de cabeza, sin perder la atención en el juego y entregando cada pizza a su cliente. 

Al final, el éxito o fracaso de la misión era lo de menos. Lo importante era que pasabas un rato encantador dando una vueltecita balanceándonos por la ciudad



2 comentarios:

  1. HoOostia, hace mil que no lo juego... Mira si me molaba que hasta me lo compré en XBOX también, ya que pedía varios juegos más y me salía a buen precio. La verdad es que apenas jugué a esta segunda copia, creo que no había tanta diferencia gráfica, pero cada día me apetece más darle de nuevo.

    El tema pizzas me quería sonar pero no acababa de recordarlo, gracias a este blog me he acordado, pero a mí me ponía un poco nervioso todo el tema cronometráo... Prefiero los paseos con las musiquillas aleatorias que te meten a veces. Creo que es de los primeros, si no el primer juego, que me tuvo un día o dos hasta las 5 ó 6 de la mañana, fue una mala época de "nini" y tengo recuerdos agridulces, cómo cambia la vida..!

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  2. Al final, si se abusa mucho de un tema musical, por muy bueno que sea, te puede acabar agobiando y estresando. A mí me encanta esta música, pero hay que reconocer que a veces llegaba a ser desesperante, sobre todo cuando pegaba el acelerón indicando que quedaba poco tiempo para acabar la entrega, y no sabías si ibas a llegar a tiempo a la pizzería

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