Crazy Taxi fue uno de mis juegos favoritos en mi época de adolescente. La de horas que habré pasado recorriendo esa enorme ciudad de calles empinadas, playas, galerías comerciales, autopistas, zonas verdes, tranvías y centros urbanos. Fue mi primera experiencia, junto con Driver, en un entorno abierto de grandes dimensiones.
Haciendo un análisis en frío casi 20 años después, ahora me doy cuenta de que esa urbe, más que una ciudad, era un circuito semiabierto de estructura circular, pues empezabas y acabas en el mismo punto: zona del tranvía, zona del puerto, centro, colina del estadio y del aeropuerto, autopista, zona comercial, campus universitario y vuelta a empezar.
Todavía recuerdo cómo algunos colegas y yo inventamos un pequeño juego, al margen de la mecánica principal: ver quién tardaba menos tiempo en completar una vuelta a la ciudad y llegar al punto de inicio. Nos cronometrábamos unos a otros.
Otras veces, simplemente, nos dedicábamos a dar vueltas por ahí libremente, haciendo caso omiso a las indicaciones, que nos pedían recoger clientes. Gastábamos tiempo sin un fin concreto, estampándonos contra el tráfico, conduciendo sin destino fijo, rompiendo mobiliario urbano, tirándonos al agua...
Al final, dábamos tantos viajes con la clientela que nos aprendíamos de memoria la ubicación de cada sitio, e incluso ya sabíamos a qué lugar nos iba a pedir cierto cliente que le lleváramos. Hay tantas y tantas anécdotas grabadas en la memoria: el taxi se desplazaba por debajo del agua, podíamos arrasar las cabinas telefónicas, golpear los coches que cruzaban la autovía, utilizar rampas de salto, coger velocidad en las calles empinadas del tranvía, pasar en medio de los jardines y aparcamientos, la cara de cabreo del usuario que le pegaba una patada al coche cuando llegábamos con la hora pegada al culo, clientes que nos pedían que los lleváramos a la calle de al lado...todo a una velocidad de vértigo, típica de los buenos arcades de la época.
Cada viaje era una lucha continua contra el crono, tiempo que cuando nos dábamos cuenta se había consumido. La de veces que disminuía el marcador de segundos y veíamos que no había un cliente a veinte metros a la redonda. Todo esto nos impedía ascender en el ranking del mejor taxista de la ciudad
Además, el sistema nos exigía una concentración máxima: elegir la ruta correcta buscando atajos, esquivar el tráfico, hacer acrobacias y derrapes, llegar con antelación al destino...todo lo que fuera espectáculo se convertía en money que sumaba al contador en forma de propina. La rabia que daba no llegar a tiempo. El cliente se bajaba del vehículo en marcha, y lo que es peor, con el dinero que nos había dejado en el contador.
Está claro que con un ritmo de juego tan frenético hace falta música cañera y potente, que enmarque y contextualice la acción al volante. Y es este uno de los puntos fuertes del título. La banda sonora de Crazy Taxi siempre me llamó la atención. No paraba de tararear la melodía y cantar las letras mientras hacía mis periplos por la ciudad.
Punk Rock en estado puro, con dos grupos bien conocidos de finales de los 70 y principios de los 80: The Offspring y Bad religion. Del primero teníamos temas como All I want, Change the World o Way Down the line. Del segundo grupo hay canciones como Hear it, Inner logic, Ten in 2010 o Them and us.
Los aficionados al género tendréis un grato recuerdo de este arcade, ya que un concepto jugable tan dinámico y adictivo necesita una música que cargue de energía al desarrollo, de forma que la adrenalina no solo viene por la velocidad, las acrobacias y el tráfico rodado, sino también por el ritmo melódico. Gracias a Craz Taxi conseguí aficionarme a este tipo de música.
Así es, yo también tengo un gran recuerdo del juego en Dreamcast, con su fabulosa música.
ResponderEliminarSaludos de un forero de Meristation.