jueves, 14 de noviembre de 2019

La mareante fase de bonus de Sonic the hedgehog (Megadrive)


Para los apasionados de las plataformas, la saga Sonic The Hedgehog supuso la síntesis perfecta entre rapidez (rollo, marcha, rock and roll, velocidad...como queráis llamarlo) y habilidad (obstáculos, saltos, enemigos...). Tan pronto nos lanzamos a ritmo vertiginoso por inclinadas pendientes y loopings, como afrontamos complicados tramos plataformeros que requieren concentración y precisión con el mando. Dos estilos de juego, que a priori eran diferentes, casaban bastante bien y se completaban sin que uno eclipsara al otro. Algunas partes incitaban a desmelenarse y dejarse llevar por la adrenalina e inercia del erizo. Otras, a templarse y serenarse, para superar delicados momentos plataformeros

Esta fusión de estatismo y dinamismo se materializa magistralmente en las fases de bonus del primer Sonic de la Megadrive (1991). 

Aunque estos niveles, en teoría, eran voluntarios (podemos vencer al jefe final sin pisar una sola fase de bonus en todo el juego y disfrutar de un final feliz), en la práctica, los jugadores ansiábamos superarlos con éxito para obtener las seis esmeraldas que nos permitían disfrutar de un final más redondo y como consecuencia, sentirnos satisfechos por completar la aventura de una forma PERFECTA


Superar estas fases no es fácil. Su desarrollo resulta altamente adictivo ya que el despliegue técnico nos dejó embobados a mediados de los 90. Ver cómo el escenario gira sobre sí mismo y rota 360 grados, sin resentirse lo más mínimo, manteniendo la fluidez y el colorido es algo alucinante. Ver cómo Sonic pierde el equilibrio a medida que el entorno se inclina, se voltea y se pone boca abajo, te quedas con la boca abierta. Ver cómo los fondos parecen cobrar vida, crea un afecto hipnótico muy chulo. 

A veces, el erizo quería alcanzar un punto concreto de la pantalla, pero la gravedad le empujaba al lado contrario. En estos casos, había que esperar a que la rotación se pusiera a nuestro favor, orientarse bien, y desplazarse con mimo y delicadeza en busca de la ansiada esmeralda. 

Los niveles de bonus son complicados. Hay veces que aunque queramos, no podremos acceder a ellos por no cumplir los requisitos mínimos. Si superamos un acto con más de 50 anillos, en la línea de meta aparecerá un aro gigante. Si nos metemos en su interior, podremos jugar la fase. 

En ocasiones, debido a roces con enemigos u obstáculos, llegaremos al final del nivel con un número de anillos insuficiente para que apareciera el aro gigante. Por tanto, jugar bien cada fase (recoger rings, no rozarse con los bichos...) es conditio sine qua non para acceder al bonus. Con un número inferior a 50 anillas, olvidaos de él. En la tercera fase de cada mundo, al haber combate final, tampoco podremos jugarlo (aunque obtengamos 50 rings).


Las matemáticas no fallan. Hagamos cuentas: de las 19 fases que posee juego, hay 7 con jefe final. En ellas no aparece el anillo gigante. Por tanto: 19-7=12. Esto significa que podemos jugar, como máximo, 12 veces el bonus (siempre y cuando acabemos los actos con más de 50 anillos, condición que es difícil de cumplir en las últimas fases debido a la dificultad)

Tenemos 12 oportunidades para conseguir 6 esmeraldas. Esto quiere decir que como media, se puede fallar una vez cada fase. Si en la intentona seis no hemos conseguido ninguna esmeralda, será imposible alcanzar la partida perfecta. 

El mecanismo del bonus es sencillo de explicar pero un poco más complicado de hacer. Sonic se mueve por un laberinto, el cual no para de rotar y girar sobre si mismo. El objetivo es encontrar el camino que lleva a la esmeralda. Desplazarse por el laberinto a la vez que la pantalla se voltea una y otra vez 45, 90, 180 y 360 grados es una odisea. Al erizo le costará mantener el equilibrio: la fuerza de la gravedad le arrastra abajo. Para mantener cierto control, tendrá que apoyarse en las plataformas y aprovechar el movimiento de la pantalla a su favor


Dentro del laberinto hay plataformas que dificultan la partida. Unas cambian la dirección de rotación. Otras nos impulsan en dirección contraria. Las de color rojo nos expulsan del bonus. Chocarse con estas últimas supone perder la esmeralda. Casi siempre se sitúan en puntos traicioneros.  

El laberinto está plagado de anillos que se canjean por vidas extra. Estas nos serán útiles en los últimos mundos del juego, que son los más difíciles, y es donde se produce más muertes. 

Las esmeraldas están custodiadas por bloques de colores que requieren ser golpeados varias veces por Sonic, para que desaparezcan y así dejar el paso libre a la joya

Sobra decir que cada laberinto es más complejo que el anterior: resulta más difícil orientarse, hay más bloques rojos, las esmeraldas están colocadas en sitios enrevesados. La velocidad de rotación aumenta a medida que recogemos anillos. Además, surgen variantes tímbricas de la melodía principal


Uno de los momentos más recordados y míticos de mi infancia ya tiene su propio espacio en el blog. La satisfacción que daba agarrar una esmeralda!!!!!!!!!!!!

Como curiosidad, al final de la aventura, aparece Robotnik haciendo malabarismos con las joyas que no habíamos conseguido en los bonus. Si obteníamos las 6, el doctor se ponía muy furioso

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