Un videojuego del pasado puede recordarse por muchísimas cosas. Unas veces, por la dinámica y concepto que propone (por ejemplo, hacer líneas en Tetris). Otras veces, las formas juegan un papel fundamental (evocamos un título por sus gráficos, su disposición cromática, las texturas, los contornos, los escenarios...). En ocasiones, la historia y el argumento son tan apasionantes que nos sabemos con pelos y señales todo el intríngulis narrativo del título.
Un juego también puede entrar por el sentido del oído, no solo de la vista. A veces una melodía o un ruido nos puede trasladar a la atmósfera de un determinado juego (el ruido al coger una moneda en Super Mario, el sonido al encontrar un elemento secreto en una mazmorra de Zelda...). Hay tantos y tantos sonidos en la historia de los videojuegos.
La entrada de hoy está dedicada a una melodía (y un baile) que es todo un clásico en el mundo de la música: el can-can. Seguro que no lo conocéis. Se trata de una danza alegre, enérgica, que tiene su origen en los años 40 del siglo XIX, y nos lleva al ambiente del cabaret y el music hall. Va acompañado de una melodía superpegadiza y adictiva. Casi siempre se le asocia a mujeres que bailan dando patadas a la vez que se levantan los vestidos, sacando a relucir sus esbeltas piernas
Aquí os dejo una muestra para aquellos rezagados que todavía no habéis sabido identificar esta melodía-baile. En cuanto la escuchéis, enseguida os ubicaréis.
El can can ha sonado como música de fondo en algunos videojuegos bastante conocidos. ¿Queréis que los repasemos? Vamos allá.
TAPPER: UNA DANZA QUE SIRVE PARA GANAR TIEMPO
El can-can juega un papel muy importante en la dinámica de este título de Midway del año 1983. Como sabéis, nosotros controlamos a un barman en una vieja taberna con gente borracha. El objetivo es servir jarras de cerveza a los clientes del bar, en cada una de las cuatro barras. Tenemos que evitar a toda costa que estas personas apasionadas del alcohol se acerquen a los barriles de cerveza.
Cada vez que sirvamos una jarrita a un cliente, este retrocederá en la barra, alejándose de los bidones. Como alguien se acerque a un barril, perderemos una vida.
Además de dar copas a la gente, tendremos que recoger las jarras vacías que nos devuelven, antes de que se caigan al suelo. Como se rompa alguna, también perderemos vida.
Al final, siempre se formaba un pifostio entre barras, clientes, jarras vacías y jarras llenas, ya que era muy difícil atender tantas cosas a la vez. Había veces que no podía dar más de sí.
De vez en cuando, los clientes soltaban fajos de dinero. Si los cogíamos, tres bailarinas de muy buen ver aparecían en medio de las barras y se ponían a bailar el can-can. Durante los 15 segundos que duraba el baile, todos los clientes quedaban paralizados, hechizados por la sensualidad de estos tres bellezones. Debíamos aprovechar este tiempo en que en el bar estaba parado, para poner en orden las cosas, recoger jarras vacías y servir jarras llenas a los borrachos, para alejarlos de los bidones.
Cuando superábamos un nivel, estas bailarinas también aparecían bailando el can-can para celebrar que habíamos ganado el reto.
Aunque todos recordamos con mucho cariño la música que suena cuando Mario recoge una estrella de invencibilidad, en el primer Mario Land de Game Boy, la melodía que escuchamos no es la que estamos acostumbrados. Se trata de un can-can.
Durante el tiempo que dura el can-can, nuestro fontanero favorito podrá arrasar a todo bicho viviente. No sufrirá ningún daño. Podrá acabar con plantas piraña, gombas y koopas sin despeinarse. Mientras sonara el can-can la estrella de invencibilidad tenía su efecto.
Uno de las señas de identidad de la saga Parodius (Konami) es, sin lugar a dudas, el uso de piezas de música clásica como telón de fondo de sus fases.
A lo largo de sus capítulos hemos escuchado obras maestras de la historia de la música como la Danza del príncipe Igor, El lago de los cisnes, La cabalgata de las valkirias o el Vals de las flores. Sería interesante dedicar algún día una entrada a recordar las piezas más famosas de este divertido shooter. Resulta curioso que temas fetiche de Mozart o Beethoven se usen en un videojuego, y encima, suenen de forma moderna.
Como no podía ser de otra manera, el can-can aparece en Parodius. Concretamente lo hace en el primer capítulo de la SNES, en el mundo 3, que se ambienta en un castillo.
El jefe final de esta fase consta de una serie de bocas con labios (ocho para ser exactos), las cuales no paran de moverse por la pantalla de un lado a otro mientras nos lanzan sus dentaduras. Como veis, un combate tan extravagante (plagado de humor, sátira, parodia y caricatura) merece un contexto musical a la altura, y la melodía que suena de fondo en esta batalla es el can-can, que si no lo sabéis procede de la ópera Orfeo en los Infiernos de Jacques Offenbach
¿Y vosotros conocéis algún videojuego en el que aparezca esta melodía? Animaos a comentar.
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