sábado, 8 de junio de 2019

El reto de las parejas musicales de Jak II: un segmento de habilidad en un juego misceláneo


Las pruebas de hombría, por méritos propios, se convirtieron en uno de mis momentos favoritos de Jak II: El Renegado. En este secuela, la acción y la conducción cobraron protagonismo en detrimento de los saltos y la habilidad, que seguían presentes pero sin tanta preponderancia como antaño. 

Por eso, cuando llegaban fases como la Tumba del Mar, los más puristas del género aplaudíamos como si no hubiera un mañana, ya que en este tramo de la aventura el puzle y el plataformeo se convertían en elementos clave para avanzar en la historia y dejar de lado, aunque fuera por unos minutos, el ajetreo de los vehículos y combates en Villa Refugio. 

En este nivel, habrá retos increíbles. Todavía recuerdo algunos sin necesidad de documentarme: lucha con escorpiones, barras que servían para balancearse entre cornisas, plataformas que salían y se metían en la pared, pinchos que aparecían y desaparecían a intervalos, secciones desde las alturas que daban vértigo, ascensos por habitaciones llenas de plataformas, circuitos de obstáculos...


Se trata de una de las pocas secciones puras de saltos que encontramos en Jak II. Esta y la entrada al palacio del Barón Praxis fueron mis favoritas. 

En otro segmento, a Daxter le tocaba huir de una roca y de un escorpión gigante, cual Indiana Jones o Crash Bandicoot en sus mejores tiempos, en los míticos niveles de huida con cámara delantera. 

Después, nos tocaba atravesar fosos de agua electrificada donde teníamos que bucear largos periodos de tiempo para evitar quedar achicharrados. 

Y por supuesto, había puzles de todo tipo: desde saltar por un panel de baldosas al más puro estilo Simón dice, hasta sufrir una lluvia de escorpiones y tener que golpear los que tienen la tripa de color diferente


Sin embargo, de todos estos momentos, he elegido uno que para mí destaca sobre los demás, por su originalidad. Además, lo recuerdo con muchísimo cariño: las parejas musicales.

Si os digo que la mecánica consiste en hacer parejas de elementos, seguramente muchos de vosotros penséis que estoy un poco loco dando trascendencia a una cosa que está más vista que el tebeo. En muchos videojuegos hay retos de levantar cartas y hacer parejas de iguales (en una de las pirámides del desierto de Banjo Kazooie, en el minijuego Memory Match del primer Mario Party, en uno de los bonus del Mario World 2 que podemos conseguir hasta 10 vidas...).

Sin embargo, la innovación de este mítico juego radica en el plano sensorial. En Jak 2 Renegade no tenemos que emparejar dibujos, ni formas, ni fotos...nada de eso. Hay que hacer parejas de sonidos, de melodías. Y eso supone poner a prueba nuestro sentido del ritmo y memoria auditiva.


Dentro de la Tumba del Mar había una estancia llena de lápidas. Si golpeábamos una lápida esta emitía una musiquita de órgano. El objetivo era identificar pares de tumbas que tuvieran la misma melodía. Aunque los sonidos fueran muy parecidos, cada melodía tenía ecos y matices propios por los que se diferenciaban. Cuando encontráramos dos tumbas que sonaran igual, solo había que golpearlas, y estas se hundían en el suelo. A medida que identificáramos parejas musicales, la sala se vaciaba de lápidas, hasta que al final, no quedara ninguna

A mí me costó lo suyo encontrar la clave de este reto. Yo solo veía tumbas que emitían melodías pero no me percataba de que había pares de lápidas que sonaban exactamente igual. Me atasqué durante varios días. Alguna vez acertaba por puro azar (de tanto probar y golpear sepulturas de forma arbitraria y caprichosa, al final, atinaba parejas, y casi llegué a superar la prueba sin entenderla). 

Justo cuando ya lo tenía a punto de caramelo fue cuando me di cuenta de que había sonidos iguales. No sabéis el gusto que me dio. Es de esas veces que te quedas más contento por entender el reto que por superarlo. La magia del videojuego!!!!!! Encontrarte con puzles tan originales y vueltas de tuerca de conceptos clásicos es una delicia. Al fin y al cabo era un reto de hacer parejas, pero en lugar de utilizar la vista, había que usar el oído. 


En una época en la que el género plataformero sufría una crisis de identidad importante, se agradecía encontrarse, aunque fuera en momentos concretos y puntuales de los juegos, con pinceladas que evocaran a la tradición: a esos puzles/retos de habilidad que te encandilaban de principio a final y hacían estrujarte la cabeza. 

En los años de la Play 2 muchos juegos, supuestamente de plataformas, eran, en realidad, aventuras (muy buenas, todo hay que decirlo) que se basaban en la mezcla, fusión, integración, suma, miscelánea de elementos de diferentes géneros. Las plataformas eran un integrante más que aparecían como transición o puente entre dos momentos de acción, conducción, o shooter. Pero si esos segmentos de habilidad estaban currados como los de Jak II, es una bendición para los amantes de los saltos. 

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