sábado, 30 de abril de 2022

Conciertazos videojueguiles (6)

Vamos a cerrar el mes de abril con un nuevo recital gamer, que ya han pasado sesenta días del anterior. Y a mí, cuando me quitan la música, siento que me falta algo importante en mi vida. Así que, siguiendo las buenas costumbres, hoy toca espectáculo retromelódico, con seis numerazos con los que seguro vais a disfrutar. 

Como siempre, alternaremos versiones originales, con otras tuneadas, ya que en la red abunda el arte, el talento y la creatividad de muchas personas que de manera altruista comparten su pasión (y su frikismo) con todos nosotros. Al fin y al cabo, un videojuego, sin un buen contexto sonoro, no llegaría a calar tan profundamente en nuestros corazones. Con lo bonito que es escuchar un acorde, armonía o cadencia y relacionarlos con nuestro título favorito.

Señoras y señoras, pónganse cómodos que empieza el show!!!!!!!!!!!!!!

Abrimos el telón con el tema central de Pokemon Rojo y Pokemon Azul. En otoño de 1999 mis padres y yo estrenamos casa. Mis vecinos de al lado tenían hijos, que también le daban a la consola. De vez en cuando cruzábamos el rellano para echarnos unos piques. Por aquellos años, la fiebre Pokemon invadió nuestro país. Recuerdo que el hermano pequeño era un fan de la serie. La veía todos los días a las ocho de la tarde en Tele 5. A esa hora decía que se iba a su casa, que iba a empezar las aventuras de Pikachu y Ash

Por supuesto, era un viciado de Pokemon Rojo y Azul. Muchas veces se traía a mi casa la Game Boy y entre partida y partida a Mario Kart 64, Goldeneye o Banjo Kazooie (que eran mis juegos), se encendía la portátil para dar de comer a sus mascotas y echarse unos combates: mira, este es Bulbasaur; mira, he conseguido a Chansey; mira, tengo que derrotar a Charrizard. 

Recuerdo que siempre dejaba sonar la música del menú principal, la cual se me quedó grabada a fuego en mi mente. Además, el chaval siempre la tarareaba cada vez que podía. 

En enero de 2000, en una fecha cercana a mi cumpleaños, me alquilé el Super Smash Bros. Era el título de moda. Me costó cogerlo del videoclub, ya que siempre estaba pillado. Imaginad cuál fue mi sorpresa al elegir la arena de Ciudad Azafrán y escuchar un remix de la melodía de Pokemon Rojo y Azul, que el vecino de al lado tarareaba todos los días. 

Los combates se desarrollan en la azotea de tres edificios. En el del centro, hay una puerta por donde no dejan de salir algunos de los Pokemon más emblemáticos: Electrode, Chansey, Porygon, Charmander, Venasaur...Por el cielo, en el decorado, aparecen volando Butterfree, Pidgey, Fearow y Moltres. 

Vamos a escuchar una versión a violín del mítico tema, realizado por un chaval muy talentoso:


El segundo número de la tarde corre a cargo de Hirokazu Tanaka, el compositor de la mítica melodía de Tetris. Sus acordes nos acompañaban al son de la caída de los bloques/piezas. Primero lentamente, para después acelerar, a la vez que la velocidad de la canción también se acrecentaba, provocando estrés en el pobre jugador, el cual contemplaba, impotente, cómo la pantalla se llenaba de figuras y era imposible encontrar huecos vacíos. 

Si os soy sincero, a mí ese soniquete me crispaba los nervios, sobre todo en los niveles más altos, que es cuando el ritmo de juego se agiliza hasta alcanzar velocidades desorbitantes, que escapaban de nuestro control. El Game Over era inevitable jejeje

La pieza está inspirada en una melodía popular rusa llamada Korobeiniki, o también, Korobushka. Esta, a su vez, está tomada de un poema escrito por Nikolai Nekrasov, que fue publicado en el año 1861 en la revista Sovremennik. 

El responsable de la letra del poema

Hirokazu Tanaka decidió arreglar/modernizar/adaptar/actualizar esta pieza tradicional eslava, dotándola de matices y ecos personales. Y así surgió la canción del Tetris. 

El responsable de la melodía actual

La letra original cuenta la historia de un buhonero que intenta vender su mercancía (telas, libros, piezas de mercería, objetos domésticos...) a una chica de ojos oscuros llamada Katia. Ambos se besan y huyen a un campo de centeno. 

Os traigo una versión en acordeón de la mítica canción:



¿Os apetece un poco de jazz? La banda sonora de Contrast, la propuesta de Compulsion Games del año 2013 para Play Station 3/4 y Xbox 360/One, viene cargada de temas circunscritos a este género musical de origen estadounidense y raíces africanas.


A pesar de las imprecisiones en el control del personaje, la corta duración, la ausencia de enemigos y el bamboleo de la cámara, la historia, el sonido y la ambientación son pura maravilla. 

La canción de Kat, madre de la protagonista, nos traslada de inmediato a París, durante los felices años veinte, en esas noches de bohemia y decadentismo: callejuelas, faros, cabarets, teatros, buslesque, noir, cines mudos, espectáculos circenses, museos...


Nosotros controlamos a Didi, una niña que vive con su mamá, y una amiga imaginaria: Dawn. Su padre (Johnny) las ha abandonado, y la progenitora se va obligada a cuidar de una niña pequeña ganándose la vida en el Ghost Note, el cabaret más popular de la ciudad. Un buen día, llegan noticias a la urbe: papá está de vuelta, montando una gran función. ¿Volverán a ser una familia feliz?


La idea de que los objetos proyecten sombras sobre las tapias gracias a la luz, Didi pase del plano real y físico al plano de las paredes, y pueda usar las siluetas de los decorados para alcanzar ciertos lugares y resolver puzles, lo convierten en una aventura muy original. El influjo de las sombras chinescas es más que evidente. 

Laura Ellis, cantante de jazz de Kansas City es la encargada de poner voz al tema de Kat. Es una delicia para los oídos



Melrode es el nombre del primer pueblo que visitamos en Holy Magic Century, uno de los escasos RPG por turnos para Nintendo 64. Fue producido por Imagineer en el año 1998. En Austria y Estados Unidos se le conoce como Quest 64. 


Recuerdo perfectamente la estética de la aldea en la que comienza la aventura: las casitas de tejado rojo y fachada amarilla, rodeadas de césped y árboles, vallas de madera y caminos de tierra entre vivienda y vivienda. El cromatismo era muy intenso. 

El edificio más importante era el monasterio, aunque también había una posada (regentada por Agnes), y una tienda en la que Ingram vendía pan fresco y alas blancas. 


Los vecinos frecuentaban las calles, entre ellos Tim, Sandra, Caín, Katie, Pete, Franco o Porra. ¿Sabéis que me aprendí los nombres de memoria?

Por supuesto, no se me olvida la música, que mezcla solemnidad y melancolía, partes rápidas y lentas. Como en los pueblos no hay monstruos, yo me sentía seguro sabiendo que no iba a activarse una pelea. Por eso la melodía transmite cierta serenidad. 



La quinta pieza de nuestro concierto está dedicada a Golden Axe, el emblemático beat'em up de Sega, que llegó a las recreativas en 1989, y un año después, a Master System y Megadrive. 

El bárbaro musculoso Ax Battler, la amazona Tyris Flare y el enano Gilius Thunderhead deberán luchar contra hordas de seres fantásticos, que están al servicio del malvado Death Adder, el cual ha causado el caos en el reino de Yuria, raptando a la princesa y al rey, y matando a algunos familiares de los héroes. Estos buscarán venganza. 


Vamos a recordar la melodía del nivel de apertura. Sus acordes evocan un contexto épico-medieval en el que las espadas, las pócimas mágicas, los hechizos, los dragones, los duendes y los gnomos están a la orden del día. En definitiva, un hack and slash que derrocha fantasía por los cuatro costados. 

Cada vez que escucho esta música se me viene a la cabeza la imagen de un camino de tierra y roca, y un bosque al fondo, con árboles totalmente pelados, sin copas ni hojas. Solo los troncos secos. 


Veo al protagonista luchando contra unos esbirros con porras, una amazona a lomos de un cocatriz, y la joya de la corona: la batalla contra los gigantes al atardecer. Mítica esta primera fase. 

Los alaridos y gritos de agonía de las criaturas muertas se entremezclan con la instrumentación musical, dándole a la canción un toque de barbarie y crueldad. 

Aquí os dejo una versión orquesta (y modernizada) del tema:



Cerramos la sesión de esta tarde con un homenaje a César Astudillo, compositor y realizador de bandas sonoras de videojuegos, en la época dorada del software español, a finales de los ochenta y comienzos de los noventa. Es conocido por el pseudónimo de Gominolas. La mayoría de sus trabajos se realizaron para Topo Soft, en los sistemas principales de 8 bits: Amstrad, Spectrum, MSX y Commodore 64. 


Para clausurar nuestro concierto he elegido el tema central de Chicago's 30, un juego que nos mete en la piel de un policía llamado Eliot, que debe enfrentarse a los gánsters para dejar limpia la famosa urbe del estado de Illinois. 


La música nos traslada a los años treinta, a las películas de Al Capone, a los bajos fondos, la metrópoli industrial y la mafia italoamericana. La primera fase empezaba en el puerto. Luego, el protagonista se ponía a los mandos de un vehículo. La partida se proyectaba a modo de película cinematográfica, con la gente en la sala observando nuestras aventuras

En esta ocasión, escucharemos la versión original:




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