La entrada de hoy está dedicada a una curiosidad videojueguil. Si no traigo al blog cada cierto tiempo un contenido raro o extravagante, mi mente no se queda tranquila. En la vida cotidiana hay detalles que a un apasionado gamer no se le pasan por alto.
Por ejemplo, si visitamos el barrio de Arcosur en la ciudad de Zaragoza, y nos fijamos en el nombre de las calles y avenidas, nos daremos cuenta de que estas hacen referencia a títulos clásicos de juegos.
Esto tiene su lógica. Se trata de una barriada de reciente creación, en la periferia de la capital aragonesa. La primera piedra se colocó en junio de 2009, y la inauguración oficial tuvo lugar en octubre de 2012, junto a la entrega de llaves. A partir de 2013 se abrieron los primeros negocios y las viviendas fueron poco a poco ocupándose. En total, se construyeron 21.000 casas.
Un porcentaje importante de la población es gente joven de entre 25 y 35 años, que se ha criado en la era digital y electrónica. Por tanto, desde pequeños, han mamado el mundo de las consolas.
Por eso, cuando el ayuntamiento maño (encabezado entonces por el socialista Juan Alberto Belloch) abrió la votación en Internet para elegir el nombre de las calles, no es de extrañar que sus habitantes se decantaran por denominaciones vinculadas con su ocio favorito.
Las propuestas debían cumplir dos requisitos para recibir el visto bueno de la administración pública y ser sometidas al voto popular
-La primera, los juegos no pueden ser violentos. En esas calles viven menores de edad. Si bautizamos una avenida con el nombre de Grand Theft Auto, Mortal Kombat, Medal of Honor, Carmageddon o Manhunt, la polémica está servida. La opinión pública y los medios de comunicación pondrían el grito en el cielo: ¿Cómo se les ocurre nombrar elementos de la vía pública con videojuegos que fomentan el vandalismo, la guerra o la sangre?
-La segunda, los títulos deben estar traducidos al castellano, para facilitar su pronunciación, sobre todo a la gente mayor, que no entiende ni papa de inglés. Imaginad a una ancianita de ochenta años pidiendo al taxista que le lleve a la avenida [quindon ear] (Kingdom Hearts). La pobre mujer tendría que hacer malabarismos con su lengua para articular esa secuencia de sonidos imposibles en español
Los detractores del mundo gamer consideraron esto una tomadura de pelo. Hubo quejas al consistorio, ya que a ciertos sectores de población no les parecía serio rotular una avenida como Super Mario Bros. Supongo que el foco de indignación se reflejaría en la prensa local de la época.
Al fin y al cabo, los videojuegos forman parte de la cultura popular. Si nos fijamos en la nomenclatura de calles de cualquier municipio de España, nos daremos cuenta de que estas aluden a realidades con las que la población se siente identificada: animales, plantas, santos, lugares turísticos, profesiones o personajes ilustres (cineastas, poetas, pintores, actores, deportistas...).
Para bien o para mal, nuestro hobby favorito es un elemento más del mundo físico tangible, y por ende, de la existencia en general. Produce pasiones, emociones y sentimientos en el ser humano. Por tanto, no me parece un disparate que se tenga en cuenta en la confección del lexicon callejero.
Al principio puede resultar raro (sobre todo para aquellos que no tienen contacto con el mundo de las consolas), pero una vez se coja como costumbre, el callejero urbano se vería enriquecido culturalmente, con realidades inherentes al siglo XXI, al mundo de hoy, tal como manifestó en prensa el consejero municipal de cultura Jerónimo Blasco.
Está bien tener calles dedicadas a nobles, reyes, príncipes, militares o políticos del pasado, pero también a sagas, personajes o conceptos vinculados al ámbito gamer.
Sin ir más lejos, en la propia ciudad de Zaragoza, y más concretamente en el barrio de Valdespartera, hay un par de manzanas cuyas calles y plazas hacen referencia a películas: El Mago de Oz, Con faldas y a lo loco, La isla del tesoro, Todo sobre mi madre, Viaje a La Luna, Cantando bajo la lluvia, Desayuno con Diamantes, Casablanca, Morena Clara, Al este del Edén, Los Puentes de Madison...
En Rosales del Canal encontramos calles con nombres de compositores: Richard Strauss, Ludwig Van Beethoven, Johannes Brahms, Johann Sebastián Basch, Maurice Ravel, Enrique Granados, Piotr llich Tchaikovsky, Richard Wagner, Antonio Vivaldi, George Friedrich Handel, Joaquín Rodrigo. También es verdad que al ser autores de música culta la gente no toca tanto las narices.
Si hay calles relacionadas con el arte cinematográfico, pictórico, escultórico, gastronómico, literario, sonoro, coreográfico o arquitectónico. ¿Por qué no con el arte videojueguil? Todas las artes que hemos citado tienen tres cosas en común
1. Su objetivo es CREAR (obra)
2. Generan un mundo autónomo e independiente de la realidad (FICCIÓN)
3. Se hace con una INTENCIÓN (transmitir belleza, emocionar, comunicar, divertir...)
Los videojuegos encajan dentro de esta definición. Los diseñadores dan rienda suelta a su creatividad para engendrar mundos interactivos, con el fin de entretener y provocar reacciones en el jugador, y que este diga: qué bonito, qué miedo, qué asco, qué adrenalina, qué interesante...
Un amante del cante lírico siente placer, satisfacción, bienestar, plenitud, buen humor al pasear por una calle llamada María Callas, ya que ese nombre le recuerda a una de las grandes figuras que ha dado su pasión favorita.
Un aficionado del videojuego sentirá lo mismo al recorrer esas calles de Arcosur, ya que los nombres forman parte de la historia gamer. ¿Queréis saber cuáles son? Aquí os dejo el listado oficial:
Avenida Super Mario Bros
Calle La Edad de los Imperios (Age of Empires)
-Calle Sonic el Erizo
-Calle Tetris
-Calle Invasores del Espacio (Space Invaders)
-Calle Fantasía Final (Final Fantasy)
-Calle Leyenda de Zelda
-Calle Príncipe de Persia
-Calle Gran Turismo
-Calle Los Sims
-Calle Arkanoid
-Calle Tetris
Para la inauguración de la avenida Super Mario Bros se celebró un evento especial. Invitaron a una orquesta que tocó las melodías más emblemáticas del plataformas de Nintendo. La placa con el nombre de la calle se colocó sobre un muro de ladrillos. Los invitados recibieron como obsequio un bigote. Y vino el mismísimo fontanero
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