Estos días he
estado rejugando Grand Theft Auto III. Por problemas técnicos no he podido disponer de mi ordenador esta semana, así que para matar un poco el tiempo y no aburrirme en mis ratos libres, he decidido desenfundar
mi PS2 y volver a disfrutar de esta maravilla de Rockstar
Han sido
unas tardes maravillosas en las que he vuelto a sentirme como un chaval
de 15-16 años en una época en la que no había Internet y devoraba cada juego
como si fuera lo más valioso del mundo. Os recomiendo la experiencia de
desengancharos de la red de redes unos días y volver a reencontraros
con vuestras viejas consolas. Sentiréis ese gusanillo y esa magia. La
consola y vosotros. Solos. Nadie más.
GTA III fue, sin
duda, el capítulo más revolucionario de la saga. Pasear por una Liberty City en
tres dimensiones era el sueño húmedo de muchos jugadores allá por las navidades
de 2001. Todos veníamos de jugar Grand Theft Auto en perspectiva
cenital en la 32 bits de Sony. Sabíamos que era una saga de espíritu
gamberro, con mucha libertad de acción. La crudeza era máxima. La podíamos liar parda en las calles (accidentes, explosiones, masacres, persecuciones, caos…).
Pero claro...siempre teníamos la cruz de la dichosa perspectiva aérea. La vista
desde arriba era incómoda de controlar, deslucía el ambiente, quitaba detallismo, impedía disfrutar 100% de la experiencia. Todos moríamos por
ver un juego como Driver (referente del género esos años) con la rudeza de un GTA, o un GTA con los gráficos de Driver
Y con la Play Station 2 el sueño se hizo realidad. Con una consola técnicamente más potente era posible disfrutar
de las tres dimensiones y gozar de todo lo que habíamos visto en GTA 2, pero ahora, mucho más bonito y espectacular, con ciclo de día y noche y clima variado. Por eso, GTA 3
es el capítulo que marcó ese punto de inflexión que pasará a la
historia. Es verdad que a día de hoy se ha quedado un poco desfasado, ya que no tiene tantas
posibilidades como Vice City o San Andreas y sus misiones no son tan creativas.
Sin embargo, GTA 3 siempre será como nuestro primer hijo jajajjaa
Estos días he rejugado prácticamente todas las misiones del juego. Es difícil elegir una para el blog. Al final, tras una tensa deliberación, me quedo con una de las más puñeteras, pero también divertidas. Se titula "Llegó el reinado". Es el último trabajo de King
Courney en Staunton Island
La primera parte
es una contrarreloj en toda regla. Tenemos un minuto y medio para desplazarnos
del teléfono de Liberty Campus, hasta un
descampado que hay en la otra punta de la isla, en Bedford Point. Cogiendo un
coche más o menos rápido y conduciendo sin cagarla es pan comido. Esta sección es
un trámite que solo los más torpes no conseguirán superar.
La chicha viene
en la segunda parte. Si llegamos a tiempo a la explanada nos pedirán que subamos a un coche de marca Esperanto que hay aparcado.
Se trata de una trampa. En cuanto entremos al vehículo, el descampado se llenará de furgonetas, de las cuales saldrán mafiosos con
explosivos en la espalda que se inmolan al rozarse con nosotros. Al menor contacto con Claude…boom!!!!!!Explotarán sus bombas y nos quitarán media
vida de golpe. El mafioso morirá y nosotros, seguramente, acabemos al borde del colapso. Si llegamos con barra de vida al 100% y
armadura al 100%, podréis aguantar 2-3 explosiones
Esta parte me ponía nervioso. El hecho de ver a los mafiosos corriendo hacia
mí y acercarse me daba un mal rollo... Encima, andaban muy rápido y no los
podíamos atropellar, ya que al inmolarse, la explosión se cargaba también el vehículo con nosotros dentro. Así que era mala opción
quedarse dentro del coche
La mejor táctica es bajarse del Esperanto y disparar
desde lejos a los mafiosos para que sus explosivos estallen lejos y no nos afecte la onda expansiva. Por eso usaba el francotirador. Si el malo se acerca demasiado, estaremos muertos. Como yo me ponía nervioso y la mano me
temblaba al ver cómo el tipo se acercaba, la puntería fallaba más que una
escopeta de feria. Esta misión es la típica de repetir, repetir y
repetir hasta que un día estemos inspirados y nos salga bien
El objetivo es destruir las 4 furgonetas del descampado.
Para más inri, el número de mafiosos que sale de cada vehículo es infinito.
El proceso se repite una y otra vez: el individuo baja del furgón y se auto-inmola. Al segundo de la explosión, un nuevo enemigo ya está saliendo del camión, dispuesto a suicidarse contra nosotros. Y así hasta el final de la misión.
Por tanto, hay que destruir las furgonetas para que estas dejen de regenerar mafiosos, y a la vez, estar pendientes de que estos no detonen sus bombas contra el protagonista. Una vez coges el ritmo tampoco es tan difícil. Vamos a necesitar muchas balas. Al final, con paciencia y tesón, y a base de disparos, los furgones y los malos caían. Matemática pura y dura.
Lo bueno es que los mafiosos son poco inteligentes. La IA a veces falla y los malos se quedan quietos en un rincón del descampado sin acercarse a nosotros.
¿Lo malo? Que con
tanta explosión, muertes y sangre lo más seguro es que llamemos la atención de
la policía y empiecen a subir las estrellas de búsqueda a medida que
destruyamos las furgonetas y sus mafiosos. Salirse del descampado hacia las calles aledañas tenía sus riesgos, ya que podían entrar los
coches de policía a la ecuación, y con los mafiosos suicidas ya teníamos
bastante rock and roll.
La primera vez que jugué la misión recuerdo salir varias veces del descampado y alejarme de la zona en la que estaba el meollo, para ir a la tienda de armas de Isla Staunton a recargar balas y chalecos de vida. Superé la misión a trancas y barrancas, saliendo varias veces a por recursos. Esta vez,
con 15 años más, no me costó tanto. A la segunda lo conseguí usando mi rifle y colocándome en puntos estratégicos.
Encima, en el
descampado hay uno de los 100 paquetes ocultos del juego.
Aquí un video con la misión
Ya decía yo que los mataba y no paraban de salir... Son infinitos, claro. Pues destruir las furgos está jodido con esos tíos acercándose. En fin, mañana lo intento otra vez.
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