La entrada de hoy está dedicada a uno de los personajes más entrañables de la saga Spyro: el ladrón de huevos. ¿Quién no recuerda a este tipo pululando por la mayoría de los niveles del primer juego con un huevo rosado en la mano y esa sonrisa burlona?
Voy a ser sincero. A mí este hombrecillo me causaba mucha pereza. Si queríamos conseguir el 100% de la aventura había que robarle el huevo que portaba en cada mundo. En principio, el ladronzuelo parecía tranquilo. Lo normal es que estuviera en un rincón, vestido con su turbante azul, postrado en medio del escenario con el huevo entre sus manos, y una sonrisa maléfica que invadía su cara. Desde lejos parecía un fantasma, envuelto en esa tela azul. Su rostro negro oculto tras el ropaje le daba un aire enigmático y misterioso
En cuanto nos acerquemos a él para arrebatarle el huevo, el tipo saldrá corriendo, huyendo de nosotros, como si no hubiera un mañana, regalándonos una de sus risas vacilonas que se escuchaban desde lejos. La única forma de quitarle el huevo era que Spyro cogiera carrerilla y alcanzara la máxima velocidad de desplazamiento. Solo así echaremos el guante al ladrón, podremos golpearle y dejará caer el huevo
Hacer esto no es fácil, pues mantener la velocidad máxima de Spyro y a la vez esquivar los obstáculos del escenario requiere varias intentonas. A veces, el ladrón elegía rutas estrechas o aparatosas para huir, de forma que se hacía complicado perseguirle
El itinerario que seguía el bicho era siempre prefijado. No paraba de dar vueltas en círculo una y otra vez por los mismos lugares (unas veces en dirección a las agujas del reloj, y otras en sentido contrario). Cogerle el tranquillo no es fácil, sobre todo en los últimos mundos. Y para más inri, cada vez que podía, se cachondeaba de nosotros con esa risita burlona tan característica, al ver que por más que corríamos no le conseguíamos alcanzar. Menudo peso de encima nos quitábamos cuando le dábamos el golpe de gracia y dejaba caer el huevo!!!!!!!!
En el último nivel, los ladrones, en lugar de portar huevos, guardan las llaves que abren el acceso a los lugares en los que habita Gnasty Gnorc, el malo malísimo de la aventura. Para agarrar estas llaves hay que perseguir a los fantasmas por largos caminos llenos de curvas, subidas, bajadas, obstáculos y un montón de joyas y cofres del tesoro. Parecía un juego de conducción en vez de un plataformas
En las secuelas, el tipejo sigue presente. Aparece con menos asiduidad, y pequeños cambios en el look (el color del turbante es distinto), pero mantiene la esencia del primer juego: debemos perseguirlo a velocidades de vértigo por todo tipo de terrenos para apropiarnos de su huevo o de cualquier otro objeto de valor para avanzar en los niveles, mientras sufrimos sus constantes burlas. Quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón, así que no os cortéis y quitadle todo lo que tenga!!!!!!!!!!!
El el botín de gnasti gnor había un par de estos que iban en avioneta, por un tunel con lava, lo que sudé en su momento para cazarlos...
ResponderEliminarEs que cazar a los ladrones de huevos tiene su cosilla. Yo diría que es de los retos más difíciles de Spyro. Por lo general, es un juego bastante sencillo, pero cuando te toca quitarle los huevos a los tipos estos, hay que sudar bastante. Como no les cojas el ritmo se pasarán los minutos dando vueltas por los mismos sitios sin conseguir nada.
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