Hace unas semanas, aprovechando que me sobraban cinco euros de una compra en la Store de Microsoft cuadré el saldo con la adquisición de Super Night Riders, el arcade de conducción de Neko Works que vio la luz en 2016 para las consolas de la anterior generación (es decir, Xbox One, Nintendo Switch y Play Station 4)
Me encantan los juegos contemporáneos de estilo retro, cuya producción está destinada a los sistemas modernos, pero sus planteamientos, enfoques y diseños se hacen a la manera clásica, como en los años ochenta y noventa: uso de las dos dimensiones, gráficos poligonales, melodías con microprocesadores, fórmulas jugables sencillas...Los creadores se aprovechan de las tecnologías y recursos de las consolas actuales para embellecer el producto y hacerlo estéticamente más bonito y atractivo, de forma que todos nos damos cuenta de que se trata de un juego "viejo", pero a la vez ligeramente tuneado.
El principal referente de Super Night Riders es el genial Super Hang On de Sega (1987). No hace falta ser un genio para darse cuenta de que ambos títulos tienen muchos elementos en común: el vehículo que utilizamos es una moto, la velocidad es endiablada (sobrepasa los 300 kilómetros por hora), el control se bebe solo (apretar el gatillo y derrapar en las curvas más cerradas para no salirse de la carretera). Al inicio de la partida podemos elegir entre varias pistas musicales. Durante la carrera debemos esquivar el tráfico. Atravesamos diferentes sectores o rutas de forma que el paisaje y la hora del día cambian cada vez que cruzamos un check point, el cual, además, nos suma tiempo, ya que si el contador de segundos llega a cero, habremos perdido. Game Over.
La protagonista de Super Night Riders es Alice, una bella y talentosa motociclista, que en la portada del juego aparece ataviada con un mono de carreras de color rojo, luciendo una sensual melena rubia que es meneada por el viento nocturno del desierto. Posa con orgullo, al lado de su vehículo. Resulta curioso, pero en los títulos arcade a contrarreloj de los ochenta no falta la chica macizorra, que da estatus y eleva la temperatura del motor. ¿Recordáis en Outrun a la copiloto rubia del ferrari descapotable?
Nuestro objetivo no es ganar una carrera, sino completar varias rutas (normalmente seis) antes de que se acabe el tiempo. Los tramos no son largos. Se recorren en unos treinta segundos. Lo que pasa es que la carretera está infestada de vehículos, otras motos que van a velocidad de paseo, invadiendo los carriles (centro, derecha e izquierda). Si chocamos con un ciclomotor o nos salimos del camino marcado, Alice perderá velocidad de manera alarmante, ya que entre la colisión y la posterior recuperación se nos van unos cuantos segundos. Si encadenamos varios accidentes en un segmento, es probable que el contador llegue a cero y no podamos seguir adelante.
Además, se está tan a gusto conduciendo que da bastante rabia ver cómo la moto se para de una manera tan brusca. Pasar de trescientos a casi cero genera una sensación de incomodidad. Y encima, tardamos unos cuantos segundos en acelerar y volver al punto de velocidad anterior al choque. Si a eso sumamos las décimas que se pierden al pisar tierra, derrapar en las curvas más peligrosas o reducir potencia por la acumulación de tráfico, todo va sumando y al llegar a un check point nos damos cuenta de que la cosa está mucho más ajustada de lo que pensábamos y vamos con el agua al cuello. A veces cruzaremos el umbral cuando falta menos de un segundo. La tensión que se vive es la propia de los arcades. Siempre con la hora pegada al culo jejjee.
A diferencia de otros títulos como Zippy Race, las motos rivales no cambian de carril. En ese sentido no esperéis sorpresas desagradables de ver cómo una moto se planta delante de nosotros cuando estamos a punto de sorpassarla. El tráfico es poco agresivo. De hecho, los colores de los motoristas nos indican el carril que ocupan: rojos y azules a la izquierda, rosas al centro...
Cuando alcanzamos un punto de control, el escenario cambia súbitamente tanto de atmósfera (bosques, desiertos, valles, ciudades, campos de flores...) como de hora (mediodía, noche, amanecer, atardecer...), lo cual afecta a la visibilidad (la luz naranja al ponerse el sol "camufla" a los motoristas, y con el cielo oscuro solo detectamos el tráfico por los faros de las motos).
Super Night Riders es un título ideal para cazar logros. Nos dan trofeos por acciones tan sencillas como superar un tramo a tiempo, pasar rozando a un motorista sin chocarnos con él, obtener un game over, escuchar todas las melodías o alcanzar un check point después de un reintento.
La competición se divide en seis ligas, cada una de las cuales posee seis etapas. En total, 36 segmentos. Por superar cada grupo de seis nos dan 50 puntos Gamescore (50G). Luego hay otras seis liguillas que agrupan todos los tramos de cada tipo de escenario (es decir, los seis tramos de desierto, los seis tramos de ciudad, los seis tramos de bosque...). Lo único que cambia es la hora del día al pasar un check point. Por cada campeonato de ambientación que venzamos, sumamos un logro. En total, 300 G
Como veis, se trata de una propuesta sencilla para sumar Gamescore a nuestra cuenta. Sin embargo, hay un logro que es más difícil que los demás, pero también más tentador para los amantes de los arcade de conducción clásicos. En cuanto lo vi, me propuse que sí o sí lo conseguiría: completar las 36 etapas una detrás de otra, todas seguidas, sin interrupción, con un tiempo base de cuarenta y pico segundos al que hay que sumar treinta por cada check point atravesado.
El reto es exigente, ya que no deja apenas margen para cometer errores. Como tengamos tres accidentes gordos, olvidaos de ganar el logro. Y son treinta y seis tramos atestados de tráfico. En algún momento acabaréis chocando contra otro vehículo. No es fácil mantener la concentración durante veinte minutos seguidos. Los fallos son inevitables, ya que hay tramos (sobre todo en el desierto) donde aparecen hasta tres motos juntas, una a continuación de otra, y tendremos que reducir la velocidad para adelantarlas sin sufrir ningún percance.
A esto sumadle las curvas pronunciadas en las que hay que derrapar e incluso frenar si coinciden con la presencia de otro vehículo. Ir a tanta velocidad durante tanto tiempo y manteniendo la atención sin parar de fijar los ojos sobre la pantalla acaba cansando. Llega un momento en que te saturas, la vista te falla y pierdes los reflejos. Es agotador, de verdad os lo digo. Y encima con la tensión de no poder equivocarte más de tres veces. A medida que nos acercamos a los tramos veinte, los nervios aumentan.
Los tramos diurnos se sobrellevan más o menos, ya que vemos el tráfico desde la distancia. Lo peor son las etapas de crepúsculo y de noche, en las que la oscuridad y las luces artificiales encubren al resto de vehículos, siendo más difícil su detección.
Las primeras veces que hice el reto fueron un desastre. Llegaba al tramo número doce (primer tercio del recorrido) con dos accidentes y tan solo tres segundos de margen. Imposible mantener ese margen con veinticuatro etapas que quedaban. El segmento de la ciudad de noche me mataba con tanta luz de neón. El bosque nocturno también era complicado
Después de muchos intentos logré llegar al tramo veinticinco con dos colisiones graves. Le fui cogiendo el tranquillo.
Por fin logré llegar al "course treinta" en una partida sin accidentes. ¿Cuál fue mi problema? Al ver que me sobraba tiempo, opté por no arriesgar en las curvas y reducir un poquito en los tramos de más tráfico con el fin de evitar una colisión mortal. Por ir a lo seguro, al final, terminé de la peor manera posible. El castigo por reducir la velocidad no pudo ser más cruel. Perdí unos segundos preciosos en algunas curvas de la fase 36 (donde reduje velocidad más de la cuenta para no chocar), y el tiempo se me echó encima. El reloj se puso a cero justo cuando estaba al pie de la línea de meta. Por una décima de segundo!!!!!!!!!
La verdad es que fue frustrante: perder la partida por una pulgada y encima no tener ningún accidente. 0 colisiones y game over!!!!!!!! Eso me pasó por asegurar más de la cuenta. Menudo grito pegué. Apagué la consola y me fui a dar un paseo con mis padres. Estaba super enfadado
Al volver a casa, retomé la prueba. Después de un par de intentos de calentamiento fallidos, conseguí la proeza!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Llegué al tramo treinta sin accidentes. Cometí algún fallo menor (un frenazo pequeño en el desierto y a punto estuve de salirme de la pista en el valle, pero lo solucioné sin detener la moto).
Esta vez no bajé la guardia. Seguí adelante como si no existiera el cartel con el número de la fase: 30, 31, 32, 33, 34, 35...Me dije a mí mismo: voy a conducir como si estuviera en la course 18. Y así lo hice. Llegué al tramo 36 con diez segundos de margen. Esto me permitía dos fallos gordos. Los nervios me jugaron una mala pasada y choqué contra una moto, pero como tenía de tiempo de sobra hice la llamada a la calma. Finalmente crucé la línea de meta sobrándome seis segundos.
Qué bien me supo este logro!!!!!!!!!!!! Es uno de esos trofeos que los amantes de los arcade clásicos nos sentimos realizados por alcanzarlo.
Hay que reconocer que el reto es bonito y super emotivo (superar las 36 etapas seguidas) pues nos hace sentir como si estuviéramos en una recreativa de los ochenta. Eso sí, hay que sudar tinta para lograrlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario