martes, 21 de noviembre de 2023

Tareas escolares y videojuegos

¿Alguna vez habéis alcanzando el éxito académico gracias a vuestra pasión por los videojuegos? ¿Las consolas se convirtieron en recursos y fuentes de información para trabajos y actividades del colegio? ¿Conocéis algún título (gamer) que os haya sacado de algún apuro cuando vuestro profesor os preguntó en clase? ¿Se puede afirmar que nuestro hobby favorito nos permite obtener conocimientos variados en diferentes disciplinas y saberes? 

En la entrada de hoy voy a recordar momentos de mi trayectoria estudiantil en los que los videojuegos me ayudaron a resolver tareas escolares de diferentes asignaturas. Más de uno celebraría el éxito con esta melodía de Final Fantasy:

En los años noventa, cuando los docentes nos mandaban algún trabajillo o actividad didáctica para casa, las familias no disponíamos de tantas fuentes de información como hoy. No existía Internet, no existía Wikipedia, no existía El rincón del vago, no existía Google, no existían los blogs técnicos y no existían los foros de expertos en un tema. Mis padres se las veían negras cada vez que los maestros nos pedían que investigáramos sobre un asunto del temario.

A mediados de los noventa casi nadie 
tenía acceso a Internet

En aquella época tocaba tirar de enciclopedia. Recuerdo a mis progenitores ir a casa de unos amigos y pedirles la Salvat Universal para fotocopiar las páginas en las que se trataba el objeto de estudio. Otras veces no quedaba más remedio que ir a la biblioteca (casa de la cultura) y husmear por las estanterías en busca de algún libro más especializado. Tampoco podíamos dejar de lado la televisión o la radio por si sonaba la flauta y alguien decía algo importante sobre nuestro tema. Como último recurso quedaba ver qué sabían del tema primos, hermanos o familiares más mayores que nosotros.

Me salvó en muchas ocasiones

En este contexto he de reconocer que los videojuegos me salvaron la vida en alguna ocasión. En el post de hoy me gustaría compartirlo con vosotros.

Retrocedemos a 4º de Primaria. Año 1998. El profesor de prácticas de Educación Física nos pidió que buscáramos información sobre la historia de los juegos olímpicos modernos. Había que buscar los años en que se celebraron y el país/sede/anfitrión, y elaborar un listado. Todos teníamos en mente Barcelona 92 y Atlanta 96, que eran los más recientes, y los que vivimos siendo niños. Sin embargo, anteriormente hubo muchas olimpiadas. Creo que en 1988 fue la de Seúl, y en 1984 la de Los Ángeles, pero no estoy seguro, comentó mi padre. 

El año anterior, con motivo de mi Primera Comunión, mis padres me regalaron el videojuego oficial de las Olimpiadas de Atlanta 1996 para Super Nintendo. La intro era muy chula con una música pegadiza y marchosa. Tras la horda de carteles con los diferentes anunciantes y patrocinadores (Black Pearl, US Gold, Tiertex) aparecía un atleta corriendo por una pista de atletismo mientras salían letreros con todas las olimpiadas de la era moderna: el año de celebración y el lugar. Justo lo que necesitaba para realizar el trabajo!!!!!!!!!!!!!!!!!!


Todavía queda una segunda parte. Unas semanas después, ese mismo profesor nos puso como tarea que buscáramos los colores oficiales de los anillos olímpicos. Nos dio una fotocopia con los aros en blanco y nosotros debíamos colorearlos correctamente, siguiendo el orden y el diseño original. 

Lamentablemente, en la versión de Atlanta de 96 para Super Nintendo los anillos aparecían sin colorear. Qué pena!!!!!!!!!! Sin embargo, yo tenía vagos recuerdos de que había un juego de deportes de invierno para la misma SNES en el que salían los míticos aros de las olimpiadas. Yo tenía una corazonada. Creo que sé dónde encontrarlos, dijo a mis padres.

Ese mismo fin de semana fui al videoclub y alquilé el Lillehammer 1994. En la segunda pantalla de la intro estaba la solución. No me había equivocado. Ahí estaban los anillos, listos para ser coloreados. La gente de clase se quedaba flipada cuando les decía que mi fuente de información eran los videojuegos. 


Os voy a contar una cosa curiosa que me ocurrió en la asignatura de Matemáticas estando en el 6º curso de Primaria, con una partida de Mario Party como telón de fondo. 

En la primera entrega del party game más famoso de Nintendo, los jugadores podían gastar las monedas obtenidas en los tableros del modo aventura en comprar objetos en la tienda principal de Toad Village. Entre los ítems encontramos dados especiales, bloques teletransportadores, un loro que imita las voces de los personajes, el tablero Magma Mountain o la caja de la suerte.


Esta última nos permitía incrementar un 10% el número de coins obtenidas en la competición. Si Mario (o cualquier otro personaje) terminaba la partida con 100 monedas, al final, sumábamos a la hucha 110 monedas: 100 + 10% de 100= 110 --> 100 + 10=110

Recuerdo que una tarde acabé la partida con 330 monedas en el tablero de Luigi's Engine Room. Como tenía activada la caja de la suerte, sumé al marcador las 330 monedas más un extra de 33 (por el 10% de 330). 


Unos días después, el profe de Matemáticas nos explicó el tema de los porcentajes. Y recuerdo que nos planteó el siguiente problema para que lo hiciéramos sobre la marcha: Un estuche cuesta 330 pesetas y está rebajado al 10%. ¿Cuántas pesetas hay que descontar al precio final, y cuál es el importe que hay que pagar al tendero?

No tardé ni veinte segundos en dar con la respuesta, ya que la suerte quiso que el cálculo fuera idéntico al de la caja de la suerte de Mario Party de aquella tarde. Solo había que adaptar el resultado al contexto creado por el profesor. En vez de 33 monedas, eran 33 pesetas. Y luego le resté 33 pesetas a las 330 del precio del estuche para responder a la segunda pregunta (297)


Inmediatamente levanté la mano, ya que estaba deseando decir el resultado. Sabía que era ese y no me iba a equivocar. Esto me costó una pequeña bronca por parte del profesor, ya que este no solo quería la solución, sino también el proceso bien razonado. Me limité a decir 33 y 297 sin realizar las operaciones pertinentes. Reconozco que me adelanté y fui de listo ya que eran los mismos números de Mario Party. El ansia por querer demostrar me pudo. Menos mal que el profesor me sacó a la pizarra, y ya con más calma y tranquilidad pude plasmar de manera ortodoxa las operaciones. Y tuve una nota buena 


La siguiente anécdota se sitúa en el curso académico 2001-2002. Yo estaba en 2º de la ESO. Recuerdo que la profesora de inglés nos puso el típico ejercicio de past simple, con una oración a la que le faltaba un espacio, nos daban el verbo en infinitivo entre paréntesis y los alumnos debíamos completar el hueco con la forma en pasado.  

Me acuerdo perfectamente del ejercicio: William Shakespeare.,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,Hamlet in 1602 (write). A raíz de esta oración, la profesora nos explicó que Shakespeare era uno de los autores más importantes de la literatura inglesa y que el Hamlet era una obra de teatro (tragedia) emblemática. 

Al acabar su monólogo, la docente nos preguntó. ¿Alguien conoce algún otro autor inglés?

En ese momento me vino la inspiración. Me acordé de Paper Mario 64, el famoso RPG del fontanero de Nintendo. El capítulo 7 de la aventura se desarrolla en Ciudad Escalofrío, una población situada al norte de Reino Champiñón, en la región nevada. En esta localidad viven un montón de pingüinos, entre ellos el alcalde, cuya esposa es una empedernido lectora y amante de la literatura de misterio. 

Cuando Mario entra en la casa del regidor, se encuentra a este tirado en el suelo, como si hubiera sido asesinado. Su mujer acusará a nuestro héroe de cometer el crimen y la policía Escalofrío no nos dejará salir de la ciudad. Entonces, Mario pedirá ayuda a Herringway, un novelista del pueblo que se pasa las horas escribiendo en el desván de su casa. Nosotros debemos encontrar la llave de su habitáculo que se halla en el fondo del lago helado de la ciudad. Hay que romper la capa de hielo saltando sobre el lago o usando a Bombette. 

En cuanto le expliquemos a Herringway lo que le ha ocurrido al alcalde, el escritor dejará su escondite y nos ayudará a solucionar el problema. Finalmente se aclarará el malentendido: el alcalde pingüino no ha muerto. Solo tuvo un pequeño accidente doméstico mientras intentaba alcanzar un objeto del mueble y su esposa, que es una exagerada, enredó todo el pifostio de que lo habían matado. 

Cuando le conté a mi padre esta historia de Paper Mario, él me dijo. ¿Sabías que el tal Herringway es una parodia a un escritor inglés super-importante?

Por eso, cuando la profesora nos preguntó si conocíamos a otro autor inglés aparte de Shakespeare, yo enseguida levanté la mano: Herringway. 

La profesora se quedó sorprendida, aunque también me corrigió. Me dijo que no era Herringway, sino Ernest Hemingway, representante de la Generación Perdida (primeros años del siglo XX). También me aclaró que no era británico, sino estadounidense. No obstante, me felicitó por tener tan buen gusto y me puso un positivo. Eso sí, me preguntó que cómo sabía yo eso y no me quedó más remedio que confesar la verdad. Lo sabía por un videojuego. De hecho, el pequeño fallo fonético se debió a que no interpreté bien el juego de palabras de Paper Mario. 

Años después, en 4º de Filología Hispánica tuve una asignatura titulada Teoría de los géneros literarios. La profesora nos mandó un trabajo sobre Las nieves del Kilimanjaro, relato del famoso autor. 

En la asignatura de Ciencias Sociales (Geografía e Historia) mi conocimiento del mundo gamer sirvió para mejorar mis calificaciones.

En 1º de la ESO la maestra nos mandó un trabajo por parejas sobre Cleopatra, con motivo de la unidad didáctica del Antiguo Egipto. A mi compañero no se le ocurrió otra cosa que copiar todo lo que venía en la enciclopedia del Age of Empires II sobre la última gobernante de la dinastía ptolemaica. El resultado fue espectacular: un 9. 

En 4º de la ESO, una profesora en prácticas impartió el tema de la evolución de algunas de las naciones más importantes del siglo XX.

En el apartado dedicado a China, la presentación de Power Point estaba encabezada por una fotografía de un político chino. Enseguida nos preguntó si alguien sabía quién era este señor

Inmediatamente lo identifiqué. Se trata de Mao Zedong, miembro del partido comunista y gobernante de la república popular china entre 1954 y 1959. El conflicto con Japón, la Gran Hambruna o la Larga Marcha fueron los acontecimientos que marcaron este periodo. 

¿Sabéis cómo conocí la existencia de este personaje? A través de Cruis'n Word, el arcade de conducción de Midway que vio la luz en Nintendo 64 en 1999. 

El circuito ambientado en China recorría parte de la Gran Muralla, con sus budas y los soldados de terra cota de Xian. La pista terminaba en Pekín con la puerta de los dos dragones, el Templo del Cielo y los famosos hutongs. La meta se encontraba en la Plaza de Tianmen, con un retrato gigante de Mao Zedong

Mi padre me explicó quién fue este señor y el papel que jugó a mediados del siglo XX en China.

 

Mi buena relación con los videojuegos también me ayudó en la asignatura de música. En los primeros cursos de la ESO era habitual el uso de la flauta dulce. Aprendí a tocar muchísimas: Oda a la alegría, El Tamborilero, Titanic, la sintonía de Los Picapiedra, El alegre adiós (de Enrique y Ana), El Te Deum (el himno de Eurovisión).

Antes de escribir la partitura en la pizarra-pentagrama, el profesor cogía la cinta y la metía en el casete para que escucháramos la melodía. Y recompensaba con un extra de 0,25 puntos en la nota trimestral a aquel que adivinara el título de la canción. 

Gracias a mi pasión gamer me llevé dos de estos premios. 

-El primero, por reconocer El Bolero de Ravel (1928), que sonaba durante el nivel de la High School en Parodius 3 de Super Nintendo. El tema estaba dedicado a la bailarina Ida Rubinstein y se inspiró en la danza española contemporánea. Durante muchos meses lo toqué en casa con la flauta. Los vecinos me decían que era precioso, ya que me escuchaban a todas horas. 

En este video escuchamos los acordes a partir del 1:15


-El segundo, por identificar la melodía de Greensleves, canción mítica del folclore inglés que yo conocí gracias a King Quest II. En la pantalla de título se escuchaban los acordes del famoso tema romanesco. La composición data del Siglo XVI (Renacimiento) y la letra alude al rechazo de Ana Bolena a Enrique VIII. ¿Quién me iba a decir que la aventura gráfica de Roberta Williams para Amstrad me iba a subir la nota en Música?

En 3º de la ESO hacíamos exámenes de solfeo y la profesora nos puso este tema en el examen final. Lo tenía tan interiorizado que al final me aprendí las notas de memoria sin mirar a la partitura. 


De ese tercer año de Secundaria os tengo que contar sí o sí dos anécdotas que me ocurrieron en clase de Inglés. 

Empiezo por la del examen de vocabulario. El profesor nos puso diez palabras en inglés para traducirlas al español, y diez palabras en castellano para ponerlas en inglés. Recuerdo que una de esas palabras era "Coches de choque". No se me ocurre otra cosa que poner "Bumper Balls" en lugar de "Bumber Cars" ¿En qué estaría yo pensando? ¿Dónde tenía la cabeza? 

Yo sí lo sé: en el primer Mario Party, ya que Bumper Balls era el nombre de mi minijuego favorito. El lapsus fue épico jejeje. En esta prueba, los personajes se subían encima de pelotas de goma y tenían que chocar con los rivales para empujarlos fuera de la plataforma-isla sobre la que se desarrollaba el juego y tirarlos al agua. Era divertidísimo!!!!!!!!!!!!!!!!! 

Cuando puse Bumper Balls el profesor me puso al lado un signo de interrogación. ¿Pones lo difícil que es la palabra choque y fallas en lo fácil que es coche? En esa prueba saqué un 9,5, así que solo tuve este error.

Ahora vamos con el típico examen de irregular verbs, que no tenía nota pero era obligatorio superar con un 75% de aciertos para aprobar la evaluación. Nos dan la forma de infinitivo y nosotros ponemos el pasado simple, el participio y la traducción al español. O simplemente, nos dan cualquiera de las cuatro formas y nosotros ponemos el resto. 

El profesor nos sacaba a la pizarra uno a uno. A mí me preguntó el verbo quemar, que era mi favorito: burn, burned/burnt, burned/burnt. ¿Y por qué deseaba como un loco que me tocara? Muy sencillo: hace referencia a una maravillosa saga de conducción arcade de Criterion Games que me tenía hechizado en aquella época: Burnout. 

Y para terminar la entrada, damos un salto hasta mis años de Universidad. Como estudiante de Filología Hispánica, me harté de analizar figuras retóricas en los textos. Nuestros profesores de literatura ya fuera de medieval, renacimiento, barroco, neoclasicismo, romanticismo, realismo, modernismo o vanguardia nos dieron caña con el tema de los recursos estilísticos, no solo por su valor estético, sino también por su importancia a la hora de expresar un contenido o matiz temático. 

A nuestro profesor de contemporánea le encantaban las actividades inventivas. Un día nos puso la tarea de crear desde cero nuestros propios recursos literarios. Yo hice trampillas y tiré de cultura gamer. A mí me tocó el poliptoton, que consiste en presentar diferentes formas gramaticales de una misma palabra. 

En ese momento me acordé de una frase que Jecht le dice a su hijo Tidus en Final Fantasy X: Llorarás, vas a llorar. Tu siempre lloras. ¿Ves? Ya estás llorando. 

En una oración se repite en mismo verbo (llorar) en diferentes tiempos: futuro de indicativo (llorarás), presente de indicativo (lloras), perífrasis ingresiva (vas a llorar) y perífrasis durativa (estás llorando). 

Jamás imaginé que esos recuerdos infantiles que tanto le atormentaban al protagonista los iba a llevar a una clase de literatura del siglo XX. 

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