viernes, 7 de abril de 2023

El combate contra los Dragones Gemelos en Spyro 3 Year of the Dragon

Estos días me he enredado con la versión remasterizada de la trilogía de Spyro para Xbox One. Aunque en su día me pasé los tres juegos de Play Station, me apetecía rememorar viejos tiempos, y como tenía 15000 puntos Rewards muertos de risa, dije: me parece que voy a llamar a mi dragón favorito: ¿Qué tal se sentará la renovación gráfica?

Ha sido una decisión acertada. Me ha gustado la puesta a punto de estos tres clásicos. Me he pateado de arriba a abajo todos los rincones, sin dejarme por el camino ni una gema, ni una estatua de dragón, ni un talismán, ni un orbe y ni un huevo. He conseguido absolutamente todos los logros (3000G), además de sentirme feliz por hacer ese viaje en el tiempo.

Para la entrada de hoy me voy a quedar con Spyro 3. Curiosamente, las batallas contra los jefes finales no me resultaron tan épicas y complejas como en la segunda aventura. Los cuatro combates oficiales no supusieron ninguna dificultad, después de sudar ríos de tinta con las criaturas de Spyro 2

Sin embargo, los jefes secundarios insertos en los niveles normales, y escondidos en portales secretos me parecieron mucho más interesantes que Buzz, Spike, Scorch y cía. El que más me costó, y también el que más satisfacción me produjo al ser derrotado fue los dragones gemelos. Una batalla dura, larga y que pone a prueba nuestra memoria, paciencia y precisión con el mando. 

Con todos los respetos, ninguno de ellos me 
llenó tanto como los Dragones Gemelos

¿Dónde se encuentran estos dos bicharracos? Yo os lo digo: en la fase Fábrica de fuegos artificiales, del Lago del Atardecer. La batalla tiene lugar en un enorme cráter volcánico, rodeado de picos montañosos y ríos de lava. Spyro gozará del poder del vuelo infinito y la super llamarada

Lucharemos contra dos feroces dragones, uno morado y otro rojo. Ambos están dotados de largas colas escamosas y unas bocas por las que lanzan rocas de fuego. Por su aspecto, parecen serpientes gigantes sacadas del Castlevania. Las muy hijas de p... no se están quietas. No paran de sobrevolar el escenario y nos costará sangre, sudor y lágrimas atacarlas. 

Aparte de moverse a una velocidad endiablada, harán eses, zigzagueos, se enredarán sobre sí mismas, caerán en picado, trazarán espirales, ascenderán súbitamente, harán giros bruscos...En definitiva, estos bichos nos sacarán de quicio ya que no hay manera de hincarles el diente. A veces buscan refugio en las cuevas de las laderas o en los túneles subterráneos del volcán. En estos casos conviene esperarlas en la salida de estas grutas, para atacarlas justo en el momento que asomen sus cabezas. 

La única forma de quitarles vida será lanzando el fuego de Spyro contra las escamas de la cola. Cuando destruyamos una escama, la cola de la serpiente perderá longitud y se hará un poquito más corta. ¿Cuál es la clave? Ir poco a poco desescamándola a base de fogonazos. A medida que destrocemos escamas, el cuerpo de los dragones se hará más y más pequeño, hasta que solo quede la cabeza, y podamos dar el golpe de gracia. El proceso es lento, ya que la serpiente posee un cuerpo resbaladizo y nunca se mueve en línea recta. A veces, no sabremos en qué posición se encuentra.


No se os ocurra embestirlas, ni poneros en medio de su trayectoria, pues los bicharracos poseen mucha fuerza y perderéis el control de Spyro con el peligro de caer a la lava. Además, debéis esquivar las rocas ardientes que escupen por su boca. Nunca os pongáis de cara a las criaturas. 

¿Queréis más? Si sois lentos, los dragones regeneran poco a poco las escamas, recuperando la longitud de la cola. La impotencia que nos daba ver cómo todo el esfuerzo invertido en destruir escamas se iba al garete por culpa de tomarse las cosas con calma. Muchas veces, se me ha llegado a recomponer la cola completa cuando solo me quedaban un par de escamas por destruir. Los nervios se apoderaban de mí, la puntería fallaba, no conseguía seguir el ritmo del dragón, y al enemigo le daba tiempo a recomponerse y rellenar su barra de vitalidad. Un desastre.

Aunque al dragón rojo le quede poca vida, no os
relajéis: en cero coma, la volverá a llenar

Luchar contra dos rivales en una misma fase no es fácil. Mientras me dedicaba a perseguir a la serpiente violeta, la azul me lanzaba rocas por detrás, y viceversa. Mi estrategia era centrarme en una de las dos. A la otra la dejaba un poco de lado hasta que muriera la primera, ya que si atacamos sin ningún tipo de criterio, orden y concierto, el resultado suele ser negativo. 

Como empecemos a mariposear (ahora ataco a la roja, luego me voy con la morada, después sigo con la cuarta escama de la roja, para volver con la segunda de la lila) os aseguro que la frustración será mayor, ya que reduciremos un poquito de vida de cada una, pero no lo suficiente como para empequeñecer las colas. Al final, regenerarán las escamas y no habrá servido para nada repartirse entre las dos.

Id a por una. Repartir el esfuerzo
no es una buena táctica

Por consiguiente, lo más aconsejable es armarse de paciencia, dedicarse de forma exclusiva a una de las criaturas, y cuando la hayamos matado, entonces nos centraremos en la segunda. 

Aunque cada serpiente va a su bola, y sigue su propia trayectoria, a veces, se cruzarán y pasarán cerca una de otra, dificultando la persecución. Mientras intentamos que la roja no escape, de pronto aparece la morada de cara y nos lanza la bola de fuego. 

Cuidado con las bolas de fuego!!!!!!!!

El hecho de que las serpientes pierdan longitud, nos debería dar motivación. Sin embargo, al pesar cada vez menos, volarán más rápido y resultará mucho más complicado apuntar a las últimas escamas. 

Cuando las hayamos derrotado obtendremos un huevo y el logro Destrucción de Dragones Gemelos. En este momento podremos recorrer tranquilamente el cráter en busca de gemas. Sería imprudencia y una osadía muy grandes, ponerse a recoger joyas y romper jarrones en medio de todo el tinglado. Aunque si sois amantes de los retos de alto voltaje, podéis intentar recopilar los coleccionables a la vez que lucháis contra el boss. 



Por cierto, unos años después, en Devil May Cry 3, encontramos a Gigapede, un demonio-gusano cuyo cuerpo está formado por un fuerte armazón esquelético. Se mueve de una forma parecida a los dragones gemelos de Spyro 3, entrando y saliendo por un sistema de galerías excavadas en el suelo y la pared. Se mete por un agujero y se asoma por el lado opuesto del escenario. El tipo no está quieto. 

Sus movimientos no son tan serpenteantes y caóticos como los de los Twin Dragons. El desplazamiento es más predecible. Eso sí, debemos golpearle en todos y cada uno de sus huesos para derrotarlo. 


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