Hoy voy a publicar una de las entradas más emotivas, especiales y personales que he escrito nunca.
El otro día estuvimos de comida en casa de un amigo (pedazo de hamburguesa que preparó y pedazo de día que pasamos!!!!!!!). La velada incluía una sorpresa a un servidor, en forma de regalo. Me quedé con la boca abierta. Jamás hubiera imaginado algo así. No era Navidad, no era mi cumpleaños, no había ninguna efeméride cerca. Son de esos regalos que no te esperas porque el que los hace, lo hace porque le sale de las entrañas. El alma humana no entiende de calendarios ni de fechas.
Al acabar la comilona me dieron dos paquetes: en uno había un jersey, preciosísimo, ideal para renovar mi fondo de armario y modernizar mi look, que falta me hace; en el otro, algo que si me lo dicen no me lo creo: una Xbox One. Imaginad la cara que se me quedó: una mezcla de asombro, euforia y admiración. Nunca me habían hecho un regalo como este!!!!!!!!!!!!!
En mis clases de sintaxis del español siempre nos decían que una oración tiene 2 estructuras: una patente o superficial, y otra latente o profunda. La primera incluye la forma física de la frase: aquello que se lee, escribe, escucha y pronuncia. En palabras técnicas: SIGNIFICANTE. La segunda se refiere a las ideas, los contenidos que se quieren transmitir con esas palabras, la semántica. En definitiva: el SIGNIFICADO
Yo pienso que esto también podía aplicarse a las relaciones humanas. Muchas veces, cuando conocemos a una persona cometemos el error de quedarnos con lo superficial, con las manifestaciones externas más someras, con la apariencia en lugar de la esencia. Después, cuando se hablan las cosas y conoces un poco mejor la realidad, te das cuenta de la estructura profunda que tiene una persona. Detrás de las formas hay un fondo, y merece la pena indagar en lo más profundo de un ser para darte cuenta de la calidad humana que hay ahí.
Al final, hay de todo en la villa del señor. Y es mejor tener a tu alrededor gente transparente y coherente con sus principios que te digan las cosas a la cara, que gente que te da palmaditas y por detrás no le importas un pimiento. Y estoy muy contento de haber conocido la estructura latente de esta persona. Quien diría que la teoría gramatical tenía tanto de componente humano jejjejeje
Nada más llegar a casa coloqué mi nueva Xbox One al lado de mi vieja Play 2. A un lado, la tradición; al otro lado, la modernidad. Enfrente de ellas, mi ordenador con todos los emuladores.
Cuando estudiamos a los autores de la Generación del 27, en los libros de texto se nos dice que fueron los que mejor aunaron el pasado con la vanguardia. Eso mismo me representa a mí en el plano de los videojuegos. La base de la que he mamado y bebido todos estos años la tengo, y la voy a llevar siempre por bandera. Pero también es bonito enriquecer ese legado clasicista con nuevas formas, conceptos, matices, sagas, personajes, dinámicas que marquen una evolución, y yo, como jugador pueda sentir cosas que nunca antes había sentido.
Ahora, gracias a este regalazo, tengo aquello que me faltaba: la posibilidad de experimentar nuevas sensaciones y dimensiones con mi hobby favorito. Es como conocer un poco mejor a un compañero de fatigas, que te lleva acompañando toda la vida, y por circunstancias te niegas a abrirte a él.
Esta imagen está empezando a ser habitual en mi vida |
Yo estaba en una zona de confort (yo ya me divierto así, no necesito innovarme, prefiero lo clásico, seguro que lo actual no es tan "bueno"...). Ahora que me he metido de lleno en la efervescencia de la vanguardia, siento que es como si hubiera vuelto a empezar. Siento nuevas ilusiones, nuevos alicientes, nuevos gusanillos. Es un mundo diferente al que estaba acostumbrado, pero igual de apasionante.
Y esto no significa que yo deje de ser retrogamer. Como si de un poeta del 27 se tratara, puede ser compatible pasarse el Forest Ilusion del Super Mario World y disfrutar de una partida de Gambito al Destiny 2. Son dos concepciones totalmente diferentes, y las dos, igual de placenteras. Debatir si el juego de ayer es mejor que el de hoy es algo absurdo e improductivo. Lo bonito es disfrutar de toda la historia del videojuego, sea la época que sea, sin ponernos límites.
La tradición no tiene sentido si se queda anclada en el tiempo y no evoluciona. Y la modernidad no tendría sentido si no existiera una base tradicional sobre la que empezar a crear. Una no niega a la otra. Ambas conviven perfectamente. Y yo, como Cicerón, voy a ser ecléctico y disfrutar de todo lo bueno de cada una de ellas.
Para mí todo esto ha supuesto un salto enorme, y un nuevo cambio a la hora de concebir el videojuego tal y como lo conocía.
Todavía recuerdo cuando vi el regalo y le dije a mi amigo: la semana que viene voy a ir a la tienda a comprarme unos cuantos juegos para estrenar la consola. Y mi amigo se echó a reír: hoy en día no hace falta un CD/DVD en formato físico para empezar a jugar. Todo está en la nube jejjejeje. Es virtual
Y entonces entendí todo: gracias a un servicio que se llama Game Pass (13 euros al mes) puedes disfrutar de más de 200 juegos para la Xbox One. Ya no hace falta ir al Eroski de turno y gastarse un dineral en cartuchos. En cualquier momento te descargas el título de la plataforma, lo instalas en la consola y en unos minutos ya estás dándole caña. Increíble.
Mi amigo me instaló la consola y la configuró a la red. Se me hicieron los ojos chiribitas en cuanto vi la cantidad de juegazos que había. En la época de la Play Station 2 me dolió perderme algunas joyas que eran exclusivas de la consola de Microsft: Halo, Fable, Oblivion, Forza...Ahora, gracias a este servicio, iba a poder hincarlas el diente
Y por supuesto, salté de alegría cuando vi capítulos de sagas tan conocidas como Burnout, Grand Theft Auto, Los Sims, Banjo Kazooie, Perfect Dark, Soul Calibur, Burnout o Need for Speed. Lo que sentí en aquel momento no lo puedo explicar: la tradición elevada a la vanguardia.
También, por primera vez, he experimentado las sensaciones de jugar online con otros jugadores. Ahora los enemigos te pueden aparecer en cualquier lado. Te sientes como inseguro, indefenso, perdido en un mundo muy grande. Es como la vida misma. Hay rivales fáciles, y otros difíciles, en función del nivel del jugador. Estos días he vivido emociones muy intensas.
Y de la parte gráfica, sobran las palabras: el fotorrealismo, los efectos de luz, las texturas, el sonido envolvente, el tamaño de los escenarios, la cantidad vida que hay en ellos...
Y eso de ponerte los cascos y hablar con tus amigos mientras juegas no tiene precio. Ahora siento que jugar a un videojuego no es un acto que genera soledad. Todo lo contrario. Ojalá durante la cuarentena hubiera tenido la Xbox jejjee. Te sientes siempre acompañado
Eso de subir de nivel, alcanzar logros, pasar de temporadas o que una actualización traiga nuevos escenarios, personajes o misiones es algo que alarga la duración de los títulos. Me da la sensación de que los contenidos son infinitos. Los juegos están abiertos a añadir nuevos materiales. No es como un juego tradicional en el que todos sus componentes están prefijados y determinados de antemano. Me gusta esa sensación de grandeza
Incluso para mis padres, la nueva consola es vista con buenos ojos. Poner a mi madre desde la Xbox el Youtube y que pueda disfrutar de videos de Rocío Jurado, de películas españolas o recetas de cocina no tiene precio. Nunca imaginé que podía disfrutar de mis videos favoritos en tamaño televisión. Y gracias a la consola, he descubierto la calidad de imagen del HDMI
Como veis, este regalo me ha abierto las puertas a un mundo nuevo, del que estoy muy ilusionado. He conocido una nueva dimensión de mi pasión favorita. Compenetrar mi amor por lo retro con esto es lo mejor que me ha pasado nunca. Lo antiguo no está reñido con lo retro. Podríamos decir que he vivido un proceso de renovación, y a la vez sin renunciar a mis principios de todo fanático por la tradición. Y todo esto tiene un nombre: Muchas gracias José, eres un tío grande!!!!!!!!!!!!!!!
Y por supuesto, este blog será testigo de todo este proceso.
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