Seguimos con nuestro viaje por Sunset Riders, el mítico arcade de Konami que se ambienta en el lejano Oeste. Hoy rescataremos los momentos más icónicos (y no tan icónicos) de la segunda parte de nuestra aventura. Poneos cómodos en el sofá de vuestro salón, llenad vuestra jarra de cerveza y disfrutad de las andanzas de Steve, Bill, Bob y Cormano por las áridas tierras de norteamérica
La quinta escena alberga otro de los momentos épicos de la aventura. Subiremos a bordo de un tren en marcha mientras limpiamos los vagones de enemigos. Estos se ocultan entre cajas de transporte, troncos de madera y cabinas para el pasaje.
La sensación de velocidad es asombrosa. Me encanta ver pasar las montañas rocosas por el fondo de la pantalla, con ese precioso cielo naranja al atardecer, con el desierto en medio.
El nombre del boss de este nivel resulta curioso, ya que evoca a un conocido pintor cretense: El Greco. De hecho, cuando lo estudiamos en el colegio y fuimos a ver el museo en Toledo, recuerdo que dije en casa: este señor se llama como el malo del tren del Sunset Riders
El tipo iba ataviado con un sombrero mexicano rojo y su escudo a prueba de balas. Verlo agachado en el techo de la locomotora en posición de espera, me infundía muchísimo respeto
Cuando sacaba su látigo a pasear me cagaba vivo jejeje.
El siguiente nivel nos lleva a escalar una alta montaña. En algunos puntos del ascenso nos tocará sortear avalanchas de rocas, que caen desde la cima, similar a la tercera área de Contra
Para cruzar de un acantilado a otro nos apoyaremos en frágiles puentes de madera, que se derrumbarán a nuestro paso. Siguiendo el paralelismo con Contra, estampa rescatada del nivel de la jungla del primer juego.
Para llegar hasta nuestra posición, a los enemigos no les quedaba más remedio que agarrarse a los ricos y trepar por las laderas. Me resultaba gracioso ver a los indios escalando. Mi yo niño decía: llegarán tan cansados que nos les quedarán ganas de lucha.
Tampoco faltará el clásico descenso en teleférico mientras se producen tiroteos
Chef Scalpem nos espera al final de este nivel. Hay un detalle que tengo grabado en mi mente y jamás se me olvida. El chamán, ataviado de plumas, collares y talismanes, no paraba de abrir y cerrar la boca de una forma un tanto extraña, usando los cuchillos como si fueran un cepillo de dientes
El tipo nos lanzará sus cuchillos en todas direcciones mientras esquiva nuestras balas. Un hueso duro de roer.
A veces se subía a los menhires del fondo de la pantalla, ejecutando un extraño bailecito a la pata coja.
Al derrotarlo aparecía en escena su hermana, la cual nos suplicaba que no lo matáramos. Recuerdo sus palabras en inglés: Don't shoot my brother. He is only following orders (no dispares a mi hermano. Él solo seguía órdenes). Y nosotros, como buenas personas nos compadecíamos y le perdonábamos la vida
En la escena siete cruzaremos un río a lomos de un caballo. Como diría Rafael Alberti: A galopar hasta enterrarlos en el mar!!!!!!
Por cierto, para qué veáis hasta qué punto Konami cuida los detalles, que en el agua se dibuja la estela que deja los trotes del animal a su paso por la corriente.
Me encantaba la animación que se producía al disparar a los enemigos, ya que estos se descabalgaban de sus caballos y los animales relinchaban y se ponían a dos patas desbocándose.
El boss de esta fase, Paco Loco, aparecía en pantalla luciendo musculitos mientras se golpeaba el pecho en plan Tarzán.
Tenía una banda amarilla y roja que me recordaba a la bandera española. El pobre se atrincheraba en su fortaleza con su metralleta. Los labios pintados y el pantalón rosa le daban un toque femenino, que no casaba nada con su obesidad.
Al inicio de la última fase asistimos al incendio y derrumbe de unas cabañas de madera, cuyas bases se asientan sobre el agua. Las viviendas se desmoronan como naipes de cartas quedando reducidas a unos pocos escombros.
Otro detalle importante que no se le pasa a Konami. Durante este nivel podemos escuchar los chapoteos de los protagonistas sobre el río. Al pisar terreno pantanoso, el agua se mueve a nuestro paso.
Algunos enemigo, para evitar mojarse, llegarán hasta nosotros colgándose de cuerdas.
Cerca del final debemos utilizar unas metralletas para derribar varios portones que nos llevan al boss de esta fase. Cada vez que las veo me acuerdo de la fase de la jungla de Goldeneye
Después, tendremos que apoyarnos en unos molinos para subir a la zona alta del escenario. La rueda era enorme
Entre los atacantes encontramos unas chicas rubias con sombrero rosa, mallas y tacones que pegan unos chillidos estridentes cuando las matamos. No la subestiméis, pues las féminas nos lanzarán unos rulos azules muy molestos
Y llegamos a la batalla contra Sir Richard Rose, otro de los momentos climáticos de Sunset Riders. El combate se desarrolla en la fachada de una lujosa y suntuosa casa del oeste con dos balcones, ventanas, flores, enredaderas y estatuas de leones.
El tipejo británico se esconderá tras las esculturas y llamará a su séquito para acabar con nosotros. Una vez finiquitemos a su guardia personal, Sir Richard comenzará a moverse con una agilidad pasmosa por todo el decorado. Será muy difícil apuntar, ya que el señor le costará estarse quieto. Debemos derrotarlo dos veces.
El tipo era muy presumido. Hacía su aparición por la puerta de la casa con esa pose de galán que atrae a las niñas. Iba con ataviado con su chaqué blanco impoluto, su pelo rubio engominado que le tapaba un ojo mientras enseñaba su rosa a la pantalla. Podemos decir que esta especie de Ken murió vestido como un caballero
Y con esta escena damos por finalizado nuestro tour turístico por Sunset Riders. Espero que lo hayáis pasado bien recordando estos cachitos y estampas gamers, que como siempre, las he seleccionado con todo el respeto y cariño del mundo.
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