viernes, 16 de diciembre de 2022

Recuerdos del videoclub: 1998-2006

Continuamos con la segunda parte del anecdotario sobre mi videoclub de confianza. Hoy trataremos el periodo comprendido entre 1998 y el 2006: desde los últimos años en el colegio a mi mayoría de edad. Una etapa llena de aventuras y desventuras, fortunas y desdichas. Espero que os guste!!!!!!!!!!!!!!!!

Qué recuerdos. No puedo evitar emocionarme cada vez
que veo una foto de mi viejo videoclub Metro

En mi época con la Nintendo 64, allá por los 10 años, me envicié con dos juegos de conducción arcade: Rush 2 Xtreme Racing USA y Cruis'n World. Ambos se convirtieron en opciones habituales de alquiler, hasta el punto de que el dinero que me gasté en el videoclub superó con creces los precios de venta.


Con el primer título me obsesioné tanto que no paré hasta encontrar todas las llaves y latas de refresco perdidos por las pistas, para desbloquear los coches secretos. Me gustaba atajar por el volcán de Haway, volar por las azoteas de Nueva York o hacer los loopings de Alcatraz. 

En el segundo, hay un vehículo muy chulo: una especie de furgonetilla de tres ruedas. En mi calle vive un vecino que tiene uno de estos carromatos. Es muy conocido aquí en Ciudad Real. Cada vez que en el Cruis'n World elegía el auto no podía evitar hacer la gracia con el hombre este.


Mi padre me sugería que probara otros juegos de coches: seguro que también son divertidos y te acaban gustando. Sin embargo, yo, más terco que una mula, seguía erre que erre con los mismos. Recuerdo que el dependiente estaba atento a la conversación. Salió del mostrador con el Road Rash 64 y me dijo que me lo cedía gratuitamente durante el fin de semana: alquílate el Rush que estás deseando y yo te regalo el otro. Invita la casa!!!!!!!!!!!! Menudo detallazo tuvo.

La caja del Lylat Wars llamaba la atención de la clientela por su excesivo tamaño, ya que se vendía con el Rumble Pak. La gente se daba hostias por alquilar el juego. Casi siempre estaba pillado. La razón de esto era que, debido al voluminoso tamaño del paquete, muchos pensaban que el videoclub o Nintendo te regalaba alguna cosa especial con el título de Fox. Yo mismo creía eso. 

Un día dos chavales de mediana edad se pelearon en la tienda por el videojuego. Llegaron casi a la vez al estante y discutieron por ver quién lo había cogido primero. Se dijeron de todo y casi se pegan. A mí me pilló de espectador. La dependienta tuvo que intervenir para separarlos. 

La muchacha nunca entendió por qué Star Fox 64 generaba tanto fervor entre los usuarios. Era un título normal y corriente. Aunque la carátula fuera XXL, dentro no había nada especial aparte del cartucho. Ni siquiera nos daban el vibrador para el mando.

Hablando de periféricos: en Legend of Zelda Majora's Mask el uso del expansion pack era obligatorio. Sin este accesorio no podías jugar. Lo alquilé sin saberlo. Al final, lo tuve que devolver. Me quedé con las ganas jejeje

Desde pequeñito, siempre he sido una persona muy tímida, a la que le costaba abrirse a la gente. Había un compañero de clase que no paraba de hablar de lo maravillosos que eran Goldeneye, Turok 2, Perfect Dark y Mission Impossible, y se lamentaba de no poseer una Nintendo 64

Con el fin de no sentirme solo, que alguien viniera a jugar a casa e intentar hacer amigos, se me ocurrió alquilar estos cuatro videojuegos (en fines de semana distintos), para atraer la atención del chaval y que viniera a pasar la tarde conmigo. Al final, este chico atrajo a varios más y experimenté la sensación de disfrutar de este hobby acompañado

A pesar de no ser fanático de James Bond, Johana Dark, Ethan Hunt o Joshua Fireseed conseguí que me gustaran los shooter en primera persona y las aventuras de acción. Gracias a esta maniobra desesperada para socializar, me aficioné a estos géneros. 

Estos colegas se venían al videoclub conmigo. Por tanto conocían mi número de socio. Para hacerme de rabiar, me decían que un día iban a alquilarse juegos con mi cuenta para romperlos y que yo los tuviera que pagar. Evidentemente, nunca lo hicieron, pero yo, que era un niño muy sensible e ingenuo, me lo creía y me pegaba cada sofocón y llorera que tela marinera jejeje. 

Recuerdo que un día, por las calles de Ciudad Real se pusieron a pregonar en voz alta los datos de mi carnet de Metro. Lo hicieron a modo de gracia (maldita edad del pavo!!!), e incluso lo escribieron a tiza blanca en varias paredes de la capital. Y como yo me lo tomaba todo a la tremenda, sufría de lo lindo. En fin: la vida está llena de todo tipo de momentos. 

Al ser un niño demasiado apocado y manejable, aceptaba todas las imposiciones: hoy alquila este juego, mañana este otro... Y yo, que era como era, decía sí a todo. Recuerdo dos juegos cogidos por imperativo de mis compis: South Park Chef's Luv Shack y Carmaggedon 64. Según ellos, estos títulos eran gloria bendita. Al final, se aburrieron. 

Del primero se dejaron llevar por la licencia de la serie, que estaba de moda en aquel tiempo. Esperaban una aventura llena de palabrotas, tacos, obscenidades, situaciones violentas, elementos macabros, etc... Se llevaron un chasco cuando vieron que era un juego tipo trivial, en inglés, con pruebas sencillas y sin gracia. 

Del segundo criticaron que los peatones (humanos) habían sido sustituidos por zombis. La sangre era de color verde. Por lo tanto, no tenía la chicha que ellos pensaban. 

Cuando vi por primera vez la carátula de Banjo Kazooie con dibujos de piezas de puzle, yo pensaba que se trataba de un título de rombecabezas. Al estar el texto del reverso en inglés, no entendía ni papa. La única palabra comprensible era "puzzles". No sé me ocurrió otra cosa que preguntarle a la dependienta si el título del oso y el pájaro consistía en hacer puzles. Como si la chica tuviera la obligación de saber todo acerca de cualquier juego de la tienda!!!!!!!!!!!!!

La muchacha me dijo que, viendo el diseño de la carátula, seguramente fuera de montar rompecabezas. Entonces, lo devolví a la estantería. Prefiero hacer puzles físicamente que en soporte electrónico. Unas semanas después, echando un vistazo a la Magazine 64, encontré una guía del Banjo Kazooie. Me llevé una grata sorpresa: si es un juego de plataformas, como el Super Mario 64.!!!!!!!!!!!!Ese mismo viernes lo alquilé

Años más tarde, con un nivel más alto en el idioma de Shakespeare, conseguí traducir el contenido de la carátula, que describe brevemente la mecánica: hay que explorar los mundos para encontrar los Giggys de oro. 

Todavía me acuerdo del disgusto que me llevé con Paper Mario (2001). Me envicié cosa mala al RPG por turnos del fontanero. Lo alquilé varios fines de semana seguidos. Al estar en el ocaso de vida de la Nintendo 64, mucha gente abandonó la consola. Apenas salían nuevos títulos en España. Recuerdo ir al videoclub y ver la estantería de la negra de Nintendo con todos los juegos libres. 

Necesité varios findes para completar la aventura al 100%. A veces, lo cogía un jueves, lo renovaba el sábado y lo devolvía el lunes por la tarde. Me costaba el doble (900 pesetas), pero tenía un día más para disfrutarlo. Necesitaba llegar al final. Por cabezonería. 

Además, iba cumpliendo las tareas secundarias: recolectar las medallas y piezas estrella, entregar todas las cartas de correo a sus destinatarios, mejorar al máximo a los compañeros de equipo (Parakarry, Watt, Bow, Kooper, Gombario, Sushi...), explorar las alcantarillas de Ciudad Toad, responder las 64 preguntas de Chuck, realizar los recados a Koopa Kot, elaborar las recetas de cocina de Toad Tais...

Un lunes por la tarde, a una hora de que cerraran el videoclub me encontraba en el castillo de Bowser, peleándome por última vez contra Jr Troopa, un joven Koopa cejudo y sin concha, metido en su cáscara de huevo. Estaba a un paso de alcanzar la fortaleza de Peach y enfrentarme al rey Koopa. El problema es que eran las siete y pico de la tarde y había que devolver el juego. Lo tuve que dejar en ese punto. El próximo finde remato la faena jejejje. 

El viernes a las cinco de la tarde me presenté como un clavo en la tienda. Cogí el juego. Y volví a casa muy contento, pensando cómo sería el final de Paper Mario. Llego a mi habitación, enchufo la consola e introduzco el cartucho en la ranura. Sale la pantalla de título, pulso START, y contemplo con horror cómo el archivo de mi partida estaba borrado. Alguien que había cogido el juego durante la semana lo eliminó, y empezó la aventura desde el principio. Llegó hasta la mitad del capítulo 1, justo a la entrada de la fortaleza de los hermanos Koopa.

El nuevo archivo fue bautizado con el nombre de "Félix". En ese momento, de mi boca salieron unos cuantos improperios contra el Félix este. Me cago en la mar salada!!!!!!!!!. Después de tantas semanas subiendo niveles, gastando tiempo en misiones complementarias, y llegando hasta los pies del castillo de la princesa, aparece Félix y me hace la faena. 

Me tocó volver a empezar. Aunque al principio refunfuñé, al final me piqué de nuevo con Paper Mario. Necesité un mes para alcanzar el punto de la partida anterior, contemplar el desenlace y disfrutar del epílogo, con ese mítico desfile de personajes. Si un juego es bueno, te da igual repetirlo.

¿Sabíais qué juego alquilé el mismo día que entré al instituto e inicié 1º de la ESO? Star Wars Racer, el mítico título de carreras de vainas. Lo recuerdo perfectamente. Al ser la primera jornada de curso, solo estuvimos un par de horas para la presentación, con lo típico: grupo que te toca, aula, horarios, lista de profesores...

Salí del centro escolar y le dije a mis padres: ¿Puedo coger un juego del videoclub? Me dieron permiso. Esa mañana el dependiente me comentó que acababan de traer algo muy chulo para la Nintendo 64. Me lo enseñó. Y yo lo acepté sin miramientos. Pedazo de título!!!!!!!!!!!

Tengo otra anécdota entrañable de cuando alquilé el Super Smash Bros. Estaba jugando con el volumen de la televisión demasiado alto. No había nadie en casa. Mis padres estaban trabajando. Mis vecinos de al lado (tres chavales de mi edad) escuchaban desde su salón el ruido del videojuego. 

Yo estaba ensimismo en los combates. No me daba cuenta de la escandalera que había en mi comedor. En eso que suena el timbre y aparecen los chiquillos. Y me dicen: ¿Estás jugando al Super Smash Bros? El sonido me delató: los golpes secos al atacar a un rival, la música del martillo y la estrella invencible, la melodía de Mario en la arena del castillo de Peach, las cuentas atrás del narrador (5, 4, 3, 2, 1, finish)

Al final, los chicos solo querían echar unas partidas, ya que uno de ellos lo había jugado con un amigo y le encantó. Por eso, al escucharme desde su casa, no pudieron evitar tocar la puerta. 

En junio de 2001, para celebrar las excelentes notas de 1º de la ESO, mis padres me regalaron la PSone. Debido a la cercanía de la Play 2, la hermana menor bajó de precio. Me la compraron a palo seco, sin juegos. Por lo tanto, los primeros meses sobreviví a base de alquileres en el videoclub. El primer CD que introduje en la consola de Sony fue Driver. Los compañeros de clase hablaban maravillas de él. La idea de moverse libremente por una ciudad provocando el caos y huyendo de la poli, me chiflaba.

También guardo un recuerdo (aunque poco moralizador) del alquiler del Toca World Touring Cars, el simulador de conducción de Codemasters, que en su tercer capítulo relajó un poco las costumbres. En comparación con los anteriores, se perdieron licencias por el camino, no había penalizaciones por mala conducción, la posición de salida era aleatoria y el control se suavizó (sin ser arcade).

A mí me encantó. Estuve todo el fin de semana dándole caña, hasta el punto de que se me olvidó hacer una tarea para la asignatura de Ciencias Sociales: completar un mapa con los ríos y montañas de África

Por primera y única vez en mi vida, me tocó hacer deprisa y corriendo a la hora del recreo un ejercicio escolar, con la consiguiente burla de mis compañeros. Para ellos, yo era el empollón, el que nunca falla, al que nunca se le olvida nada, el más responsable del grupo, el Don Perfecto de la clase...Les resultó gracioso verme en el descanso rellenando un atlas mudo. 

Una de las chicas se chivó al profesor de que había estado haciendo la tarea en el recreo. Al menos, mi intachable trayectoria impidió que las consecuencias fueran más allá. En 13 años nunca había faltado a la entrega de un material. Y el docente lo sabía. Por eso, no lo tuvo en cuenta. Para una persona como yo, acostumbrado al orden y la disciplina, supuso un palo muy duro tener ese despiste. El cuerpo se me revolvía. Por lo menos fui humano jejjeje. Y la culpa la tuvo TOCA jejjeje

Del alquiler de Ape Scape, el mítico plataformas de cazar monos, solo recuerdo una cosa: no pude jugar nada. Me gasté 450 pesetas tontamente. Recuerdo que ese viernes por la tarde quedé con 3 compañeros de clase para hacer un mural sobre los planetas del sistema solar, que nos mandaron en la asignatura de ciencias naturales. 

Mi intención era dedicar el viernes al trabajo grupal, y las tardes del finde al juego. Al final, el sábado fuimos a pasar el día al pueblo de mi madre, y el domingo surgieron varios infortunios. Recuerdo que llevamos a mi abuela paterna a pasar la tarde en casa de una tía de mi padre, ya que era su cumpleaños y mis progenitores me obligaron a ir. Yo no quería. Me apetecía quedarme en casa con el Ape Scape. Al final, me fui de mala gana. Por unas cosas y por otras, me quedé sin probar el suculento título de SCEI.


No obstante, recuerdo que esa tarde estuvo calentita, ya que se murió recientemente un hermano de mi abuela, y las hermanas estaban de movida con el tema de la lápida, los papeles, la misa del mes...No es plan de detallar miserias familiares, pero solo os puedo decir que el día no estuvo tan aburrido jejejjee

Al final, se solaparon otros juegos y nunca más alquilé Ape Scape. Lo probé siete años después en el emulador. 

El primer CD de The Legend of Dragon no era leído por la lente de mi PSone. Tuve que devolverlo al videoclub. Era problema del disco, no de mi consola. Me dejaron cambiarlo por otro título. 

Hay detalles que no se me olvidan, como por ejemplo, el hecho de que entregué el producto defectuoso a las ocho de la tarde, la hora del cierre. Me dejaron cambiarlo por otro título. Las dependientas habían cerrado las puertas de la tienda, y mi madre y yo nos quedamos dentro eligiendo nuevo juego. 

No sabía qué videojuego coger. Dudaba. Cogía una caja. Miraba otra. Leía el reverso. Cada vez que iba al videoclub me pasaba media hora revisando las estanterías, con una parsimonia terrible. Ese día mi madre me metió presión: escoge rápido que estas chicas se tienen que ir a sus casas. Y yo, a mi bola jeje

Mi progenitora vio la carátula de ¿Quién quiere ser millonario? un título basado en el popular concurso de televisión 50 x 15, presentado por Carlos Sobera. Me convenció para que lo alquilara: seguro que es divertido, podemos jugar los tres, a ver quién acierta más...

Al final cedí, y mi madre respiró aliviada ya que se sentía incómoda viendo que las chicas estaban ahí por nosotros. 

Nuestra profesora de inglés de 2º de la ESO nos mandó una redacción sobre nuestro fin de semana. En ella mencioné el videojuego que alquilé esa semana: Crash Team Racing. Me pusieron la nota máxima (que era un Very Good) pero también la docente me sermoneó con el típico discurso de que no debemos abusar de las consolas, que te aíslan, te dañan la vista, fomentan la violencia...

Ese mismo curso, en la asignatura de tecnología nos mandaron un proyecto por parejas sobre el diseño de un periscopio. Quedé con mi compañero un sábado por la tarde para hacer el trabajo. El día anterior alquilé el Syphon Filter. Cuando entró el chaval a mi dormitorio lo primero en lo que se fijó fue en la consola. Vio la caja con el dibujo de Gabriel Logan y dijo: ¿Podemos jugar?

Al final, adivinad a quién le tocó redactar el proyecto mientras el otro se tocaba sus santas narices con la PSone. No hizo ni la portada. Le regalé, con toda la cara, un 9'25.

Recuerdo al tío ahí con toda la jeta pasando los niveles de Syphon Filter. De hecho, estuvo como en su casa. Se quitó las zapatillas, se descalzó y se tumbó en la cama como si nada. Y como al lado tenía a un tipo que no sabía imponerse, viva la Pepa!!!!!!!!!!!!

Por cierto, aquí os dejo la fecha de algunos archivos de mi Memory Card. Mis únicas adquisiciones en este tiempo fueron Gran Turismo 2 y Driver 2. Por lo tanto, el resto de títulos fueron alquilados

-Crash Bash: 16-7-2001

-Soul Reaver: 12-9-2001 (un día después del 11S)

-C-12 Resistencia Final: 27-12-2001

-The Grinch: 1-2-2002

-Medievil 2: 14-4-2002

-Bishi Bashi Special: 27-6-2002

-007 Racing: 21-10-2002

-Tombi: 11-11-2002

Ya solo nos queda hablar de mis experiencias en el videoclub en mi etapa con la Play 2. El primer título que alquilé fue la adaptación a consolas de Age of Empires II. Lo había jugado en el ordenador en casa de unos familiares, y flipé en colores. La versión de la negra de Sony era muy limitadita. No alcanzaba la comodidad, rapidez y brillantez del PC. No te dejaba crear toda las edificaciones que quisieras. 

¿Sabéis cuál fue el primer largometraje en DVD que visioné en la 128 bits? Fantasía 2000, una película de animación de Walt Disney formada por ocho fragmentos o historias independientes. Cada una iba acompañada de una pieza de música clásica (Rapsodia in Blue, Pinos de Roma, El aprendiz de brujo, El pájaro de fuego...). El look cartoon entronca con el estilo de los años 40 

En la asignatura de Música de 4º de la ESO vimos la película, y nos mandaron un trabajo. Como hubo detalles que se me escaparon, y necesitaba una segunda audición, decidí alquilarla, y utilicé el DVD de mi Play Station 2.  

Cuando alquilé Final Fantasy X solo pude llegar hasta la escena del rito del envío. Tras desembarcar en la aldea de Kilika, el juego se quedaba congelado, con la imagen de Yuna de pie sobre el agua, portando su vara de invocadora, al inicio de la ceremonia. 

Era un domingo por la mañana. El videoclub no abría. Tenía unas ganas inmensas de seguir la historia. Me quedé con la miel en los labios. Las aventuras de Tidus por Spira, su relación con la hija de Braska y el misterio de Sinh me tenían enganchado. Quería saber más!!!!!!!!!!!!

Tuve que ser paciente y esperar al lunes. Según se ve, el DVD estaba rallado y se pillaba en ese punto. Me dieron otra copia gratis, para que me la llevara a casa hasta el miércoles. Avancé hasta el templo de D'jose. 

Al alquilar por primera vez Vice City, nada más empezar la historia, me di cuenta de que los gráficos poseían un efecto distorsionante que incomodaba la conducción de Tommy Vercetti por las calles de la ciudad de Miami. Era como si faltara nitidez. Pensé que el disco se había rallado. Fui rápidamente a la tienda para comunicar el problema. Afortunadamente, no era nada grave. En el menú de configuración había que eliminar la opción de difuminación. Vualá!!!!!!! A partir de ahí todo normal!!!!!!!!!!

Me encantan Los Sims. Por eso, a comienzos de 2003, cuando me enteré de que la Play 2 iba a recibir una conversión del famoso simulador de vida de EA Games, aplaudí como si no hubiera un mañana. El problema fue encontrarlo libre en el videoclub, ya que había un cliente friki al que le encantaba la saga. Casi todos los fines de semana estaba pillado. Tardé dos meses en hincarle el diente

Recuerdo perfectamente el día que alquilé Los Sims. Estaba un poco de bajón, ya que me dieron la nota de un examen de Matemáticas. Saqué un 7'5, la calificación más baja en lo que iba de curso. Para una persona como yo, perfeccionista, exigente, que se dedica cuerpo y alma al estudio las horas que hagan falta, un resultado de notable no me satisfacía. Era un fracaso.

Semanas antes había obtenido puntuaciones máximas en Biología, Lengua, Música y Sociales. Fueron cuatro dieces seguidos, una de las mejores rachas que tuve durante 3º de ESO. Salía del instituto a las 3 de la tarde del viernes, con una euforia tremenda. Comía, hacía hora hasta las 17:30 que abría Metro y me iba corriendo con la esperanza de encontrar libre el juego de Los Sims. Menudo chasco cuando veía el cartel de ALQUILADO. 

Ese tarde iba muy disgustado con el siete y medio. Entré al local y fui a la estantería de la Play 2. Qué alegría me dio al ver la caja sin un rótulo de pillado. Lástima que la nota de Matemáticas no acompañó como a mí me hubiera gustado. No se puede ser feliz del todo jejejje. Todavía me acuerdo del contraste entre la pesadumbre académica y el alborozo lúdico. 

Otra incidencia que no se me olvida es la tarde que alquilé Silent Hill 3. No sé qué diablos pasó (algún error de los trabajadores), pero al abrir la caja, en lugar de encontrar el DVD de la aventura de terror de Konami, estaba el disco de Rygar The Legendary Aventure. 

Tuve un poquito de picardía, lo reconozco, Ya que este juego había llegado accidentalmente a mi casa, no iba a perder la oportunidad de probarlo. Echo unas cuantas partidas y lo devuelvo a última hora de la tarde (dije). Al final, me enganché y decidí quedármelo todo el fin de semana. El ritmo de la acción era trepidante. Además, me encanta la mitología grecorromana. 

En el verano de 2003 falleció un tío de mi padre. Mis padres se fueron esa noche al tanatorio. Me quedé solo en casa, y tengo grabado en mi memoria el juego que tenía alquilado ese día: Starsky & Hutch, que está basado en la popular serie norteamericana de los años 70. El punto fuerte era el modo cooperativo en el que un jugador conducía el coche, y el otro disparaba. El resto, dejaba que desear. Un mal clon de Grand Theft Auto.

Mi profesor de Lengua y Literatura de 1º de Bachillerato era un apasionado de El señor de los Anillos. En todas las clases sacaba a relucir la famosa obra de Tolkien. El tema del texto narrativo lo explicó con ejemplos de la película y el libro. Se podía pasar hablando toda la hora de Frodo, Sauron y Galadriel, sin parar ni un momento, exponiendo sus análisis y puntos de vista, como si le fuera la vida en ello. La cantidad de detalles y la profundidad de su discurso te dejaba con la boca abierta. Grande, don Antonio!

Los viernes a última hora teníamos clase con él. El timbre sonaba a las 14:45. Un día nos retuvo hasta las 15:00 hablando de la peli. No había manera de cortarlo. Nadie se atrevía a interrumpirlo. ¿Quién es el osado en decirle que era hora de marcharse a casa?

A modo de coña, esa misma tarde me alquilé Las dos Torres.  


Estas han sido algunas de las anécdotas más importante en torno al alquiler de juegos. Como veis, hay de todo tipo: personales, académicas, familiares, trascendentales...

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