En mi etapa de estudiante de Primaria, allá por mediados de los noventa, cada unidad didáctica del área de Lengua y Literatura empezaba con un cuento. Recuerdo con especial cariño las historias de Patapalo el pirata, la carrera entre el erizo y el conejo, el escándalo que armaba la familia Algarabía en su barrio o la calabaza gigante.
Uno de esos relatos era el del Flautista de Hamelín. Se trata de una leyenda alemana que los Hermanos Grimm rescataron en el siglo XIX. Cuenta la historia de una pequeña aldea que se ve infestada por una plaga de ratas. Los vecinos están desesperados, ya que los roedores han invadido las casas, provocando destrozos importantes, aparte de devorar el grano de cereal. El alcalde promete una recompensa a aquel que consiga deshacerse de estos molestos animales.
Un día llega a la plaza del pueblo un chico con una flauta y se ofrece a expulsar a los ratones. ¿Y cómo lo hace? Tocando con su instrumento una dulce melodía. La música atrae la atención de los bichos, los cuales abandonan las viviendas y se disponen alrededor del chaval, encandilados por el soniquete.
Una vez el flautista ha conseguido reunir a todos los roedores, los guiará fuera de la población, usando como señuelo el placentero sonido de su instrumento de viento.
Hace unas semanas tuve la oportunidad de rememorar el cuento gracias a las Tortuga Ninja. Aunque se trata de un título de publicación reciente (llegó a Xbox Game Pass, de estreno, el pasado mes de junio), su planteamiento jugable calca los patrones de los grandes beat'em up callejeros de los noventa (Streets of Rage, Final Fight...). En definitiva, un yo contra el barrio. Por tanto, estamos ante un juego moderno de "espíritu retro": avance lateral, gráficos en dos dimensiones, jefes a final de cada fase, enemigos que salen cada dos pasos, poder especial que se activa tras llenar una barra, destrozo de mobiliario urbano...
Juego de 2022 con un planteamiento de la vieja escuela. |
La fase número cinco se desarrolla en los subterráneos de la ciudad de Nueva York. En la primera parte del nivel recorremos el metro, saltando a las vías y esquivando trenes. Después, nos adentraremos en las alcantarillas. Caminaremos por aguas estancadas, saltaremos tuberías que emanan olores apestosos, y lo más importante: lucharemos contra el malvado Rey del derrame. Él mismo se presenta como regente de roedor retumbante.
La batalla se desarrolla en una estancia sucia y pestilente, con montañas de chatarra y basura. Veremos trozos de cuerda, tuercas, ladrillos, los restos de un automóvil en estado ruinoso, llaves inglesas, piezas de hierro, sin olvidar el suelo de piedra y las paredes cubiertas de tubos (estamos en el alcantarillado)
El tipo adopta una pose de gorila. Sus brazacos, su torso musculoso desnudo, sus manos empuñadas y su peinado naranja en punta imponen bastante. Su diseño es muy peculiar: cara de color humano, tronco marrón como el de los primates, y piernas verdes similares a las de las Tortugas Ninja.
En principio, nos atacará con patadas (nada del otro jueves, ya que apenas resta vida). De vez en cuando vendrá corriendo hacia nosotros, imitando a un fantasma (con la boca abierta enseñando los dientes, los ojos desorbitados y las manos extendidas hacia arriba, para asustarnos). Muy infantil y prototípico jejje
Si llega hasta nuestro personaje, le agarrará con las manos, y practicará el lanzamiento de martillo. Será imposible escapar. Nos cogerá, nos dará unas cuentas vueltas y nos tirará a la otra punta de la pantalla.
Su ataque estrella es un homenaje al mítico cuento del flautista del Hamelín. La criatura se subirá a la montaña de chatarra (no le podremos atacar desde ahí). Sacará su instrumento musical. Con el ruido de las notas, la pantalla sufrirá la invasión de una plaga de ratones. Entrarán por un lado del escenario y se irán por el otro. Deberemos saltarlos. Unas veces vendrán en grupos pequeños. Otras veces, en hilera...
Algunos roedores se saldrán del rebaño y saltarán para mordernos. Si eso ocurre, el protagonista se verá paralizado unos segundos y no podremos movernos. Cuando recuperemos el control, debemos matar a las ratas y despejar el área para seguir atacando al flautista, que bajará de su torre de basura.
No es un combate difícil. No obstante, hay dos cosas que no soporto:
-Una, perder el control del personaje, ya sea porque los ratones me dan un bocado o porque el rey de la chatarra me coja por banda.
-Y la segunda, atacar al tipo y que este retroceda hacia atrás con un salto de canguro.
Aquí os dejo un video de la Stage 5 completa. El enfrentamiento contra el Rey del derrame empieza en el minuto 7:20
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