sábado, 6 de febrero de 2021

Barnstorming (Atari 2600): el biplano que cruzaba graneros

Hoy vamos a hablar de uno de mis títulos favoritos de Atari 2600. Fue publicado por Activision en el año 1982. Ya sabéis cuál es el lema que utilizo cada vez que me toca analizar un juego de la Prehistoria jejjejee: menos es más. Estamos ante la pureza hecha jugabilidad. 

En un contexto en el que los recursos técnicos y gráficos eran los que eran (estamos a principios de los 80), los creadores tuvieron que hacer un ejercicio importante de creatividad, para currarse buenas ideas, y a la vez, saber plasmarlas con herramientas limitadas. 

De ahí que productos como este Barnstorming se reduzcan a lo más desnudo de su ser, que es la jugabilidad, prescindiendo del resto de accesorios (puestas en escenas llamativas, músicas ruidosas, desarrollos complejos...). 

Al final, la simplificación suma más que resta, ya que tenemos juegos rápidos, dinámicos, sencillos, pero efectivos, que da gusto rememorar en cualquier época y lugar, independientemente del diseño, ya que se beben solos

El planteamiento de Barnstorming es muy fácil de explicar (aunque luego tenga su intríngulis al llevarlo a cabo). 

Pasamos a controlar un biplano por el cielo, el cual se mueve de forma automática de izquierda a derecha. Nosotros solo tenemos que subir y bajar para esquivar los obstáculos que nos encontremos por el camino (normalmente, pájaros, y molinos de viento). En caso de choque, perderemos un tiempo precioso en volver a coger velocidad, y por tanto, no superaremos el reto. 

Además de estos obstáculos, veremos varias edificaciones de baja altura, que son unos graneros (donde se guarda el trigo). 

El objetivo será atravesar estos graneros. Y cuando digo atravesar, me refiero a tener que bajar la altura del biplano, entrar por la puerta de entrada, y salir por la de salida, cruzando por todo su interior. Si pasamos por dentro del granero, nos sumarán 1 punto.

Para superar una fase tendremos que atravesar el número de graneros que nos pida la máquina. En el nivel 1, serán 10 graneros. En el 2 y el 3, 15. Y en la cuarta fase, 25. 

Los tres primeros niveles son prefijados, es decir, la disposición de los obstáculos y graneros será siempre la misma y podremos memorizarla para ganar la partida con más o menos facilidad. En la última fase (dificultad alta), los obstáculos se suceden de manera aleatoria, y la memoria no nos servirá para nada. 

La gracia del juego está en mejorar nuestros propios tiempos en cada uno de los niveles de dificultad. Habrá que atravesar los 10/15/25 graneros en la menor cantidad de segundos posibles. Menos mal que el biplano no se destruye por colisionar con los pájaros o los molinos, pero estos roces nos harán perder mucha velocidad, y por tanto, empeorar nuestras marcas. 

Activision decidió premiar a los mejores jugadores que se pasaran el nivel 1 en 33,3 segundos, el nivel 2 en 51 segundos, y el nivel 3 en 54 segundos. Solo había que hacer una foto a la pantalla y enviársela a las oficinas de la compañía. 

A modo de curiosidad, el creador de Barnstorming (Steve Cartwright) se inspiró en un hecho real a la hora de idear su juego. Cuando regresaba a casa después de un día duro de trabajo, iba conduciendo su coche, cuando miró al cielo y vio un biplano. En ese momento se le encendió la bombilla y dijo: ya sé de qué va a tratar mi videojuego jejjeje

Gráficamente ya os lo podéis imaginar: reducción máxima al absoluto. Tenemos un fondo de pantalla con diferentes gamas de verdes que simulan un entorno campestre. El cielo posee un fondo cromático que pendula entre el azul y el anaranjado (con un efecto atardecer muy curioso). 

Las edificaciones, aunque son simples, tienen sus detallitos (por ejemplo, los graneros tienen una veleta en el tejado y los molinos sus aspas). Y el movimiento resulta muy dinámico y fluido. A pesar de los escasos recursos, supieron sacarle bastante partido.


Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=u1MSV0mOTcM

Y del sonido poco más que decir. No hay música, pero sí se escucha el ruido del motor, el cual va creando un soniquete que da realismo, y a la vez va dota de ritmillo a la partida. Y no resulta nada molesto ni machacón (al contrario que otros juegos de vuelo, cuyos efectos sonoros llegaban a agobiar por la alta intensidad). 

Un título sencillo pero efectivo que nos hizo pasar muchas horas de nuestra infancia. Y como siempre, un placer poder dedicarle una entradita en el blog. 

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