jueves, 22 de agosto de 2024

Los cambios de estación en The Legend of Kage

Mi primer acercamiento al Japón feudal fue con The Legend of Kage, el clásico de Taito que vio la luz en 1984 para numerosos sistemas de la época (arcade, NES, Spectrum, Commodore 64, MSX...). Yo lo jugué en la ocho bits de Nintendo a comienzos de los noventa, en el típico recopilatorio 100 en 1. 

Todos recordamos con cariño el fotograma de inicio de la aventura: la princesa Kirihime caminando por un bosque al son de unos acordes orientales. En ese momento irrumpe en la zona un tipo vestido de azul y rapta a la muchacha, llevándosela a su palacio volando. Justo después del secuestro aparece en escena el protagonista: el ninja Kage, al cual habíamos visto unos minutos antes en la pantalla de título dando saltos. 

Lo que más me fascinó de este juego fue la agilidad del héroe, que daba unos saltos tremendos y podía escalar por los troncos de los árboles, brincando de copa en copa, a una velocidad terrible. Disfrutaba como un enano dando vueltas sin ton ni son: ahora subo, ahora bajo, ahora me tiro al vacío, ahora solo voy por arriba que no se vea el suelo...Finalmente, después de unas cuantas carreras, algún enemigo me lanzaba una estrella, caía al suelo y perdía una vida. La rapidez y el dinamismo del juego hacían difícil la esquiva. La fluidez estaba muy bien cuidada, sin apenas ralentizaciones. 

Recuerdo flipar con los efectos gráficos de la época: explosiones, llamaradas de fuego, enemigos por el cielo, rugidos, árboles de diferentes alturas, sombreados...Daba la sensación de que el bosque nunca se iba a acabar, ya que el recorrido se hacía interminable. El hecho de poder retroceder y moverse a ambos lados (derecha o izquierda) daba una sensación de amplitud y grandeza. Acostumbrado a Super Mario Bros que no te dejaban volver atrás, The Legend of Kage era un flipe. 

La pantalla parpadeaba de colores para
simular las explosiones

Me quedaba con la boca abierta cada vez que Kage encontraba un libro y se ponía a meditar, acabando con la vida de todos los enemigos que aparecían en pantalla. Él quieto y los rivales cayendo uno detrás de otro sin remisión. Aunque la hilera fuera enorme, todo ninja viviente terminaba muerto. Me gustaba imitar la pose del protagonista, ya que transmitía mucha calma: erguido, parado, y con las dos manos juntas hacia arriba en señal de respeto...

Las siguientes pantallas tienen lugar en un foso de agua, unas murallas (fase en vertical) y un templo. El objetivo es avanzar y derrotar a cierto número de ninjas empleando la espada corta y los shuriken. Tras subir varios tramos de escalera hallamos a la princesa Kiri impertérrita, esperándonos con los brazos en alto. Después de sacarla del templo de un salto, volvemos al bosque para ver cómo la raptan de nuevo y enfrentarnos a los malos malísimos: el señor de la guerra Yoshi y el samuray Yuki. 

Lo que más me gustaba de este enfrentamiento era el cambio de estación que venía después. Derrotar a los bosses traía consigo el final de un ciclo de juego, y el comienzo de otro nuevo ambientado en otra época del año. 

La primera partida es siempre en verano. En el bosque predominan los tonos verdes, la hierba sobre la superficie, y los troncos marrones suaves. El agua de los fosos es de color azul claro. Las hojas de las murallas son verdes, y las paredes del templo naranjas. 

El segundo ciclo se desarrolla en el otoño. Las tonalidades marrones invaden el bosque. La hierba está seca. Las copas de los árboles han perdido el color verde y se ven acastañadas. El agua del foso es más oscura. Las hojas de la fase de los muros son amarillas. y las paredes del templo verde oliva. 

El último segmento tiene lugar en invierno. El paisaje del bosque está teñido de blanco por la nieve. Los árboles han perdido grosor, y en general, se hace uso de paletas de colores fríos. El agua del foso es azul clarito como en verano. Hubiera sido un detalle congelarla para dar coherencia y realismo jejjeje. En el nivel de las murallas las hojas son blancas y las paredes del templo son azules.

En aquella época yo tenía cinco años. Recuerdo que en el colegio la seño nos explicó que las estaciones del año eran cuatro: primavera, verano, otoño e invierno. Enseguida me di cuenta de que en la aventura de Taito faltaba una estación. ¿Dónde se había metido la primavera? Me llevé una profunda decepción al descubrir que no había un bosque con flores. No había un cuarto ciclo de juego. La aventura termina ahí. Recuerdo que yo mismo me inventé la teoría de que había lugares del planeta en donde no existía la primavera, y del invierno se pasaba al verano. Mis profesores y mis padres me lo tuvieron que quitar de la cabeza. Los videojuegos no son perfectos. 



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