viernes, 22 de marzo de 2024

Localizaciones de Cruis'n World (Nintendo 64): PRIMERA PARTE

Durante mis años como usuario de la Nintendo 64 me convertí en un fiel seguidor de la saga Cruis'n, en especial de su segundo capítulo: Cruis'n World que salió al mercado en 1998 (a Europa llegaría un año después). El clásico de Midway me encandiló por su concepto arcade, la sencillez de su control, el tema musical Islander, y por supuesto, sus circuitos, ambientados en diferentes países del mundo. Solo había que apretar el acelerador, esquivar tráfico, adelantar a los rivales y dejarse llevar por la velocidad.

No sé cuántas veces me alquilé el juego. La chica del videoclub me llegó a decir que hubiera sido más rentable comprar el cartucho, ya que a base de alquileres los fines de semana había superado con creces el precio de venta del videojuego (que por aquel entonces eran 10.000 pesetas). 

Me encantaba el diseño del cartucho con monumentos del mundo: 
esfinge de Gizeh, Torre Eifell, Big Been, Plaza Roja...

Recuerdo la alegría que me llevé cuando fui descubriendo nuevas opciones: la posibilidad de pintar los vehículos, el aumento de velocidad de los mismos y los circuitos secretos de Florida y La Luna. Cogía el campeonato primero (Alemania, Egipto y Hawái) y me ponía como un loco a utilizar los nitros en las rampas de salto para sumar muchos puntos e ir desvelando mejoras. 

En la entrada de hoy vamos a recordar los circuitos de Cruis'n World. Me los aprendí de memoria tanto en su versión corta (pistas con vueltas) como en su versión larga (de punto A a punto B, tipo pasillo)

La pista de Hawái transcurre en una autopista entre el mar y la montaña. En el lado derecho del trazado no faltan palmeras, banderas de los Estados Unidos y pivotes de tráfico. Al lado izquierdo, vegetación. Hay un par de curvas cerradas que se adentran hacia el macizo. 

El tramo central es el más espectacular, ya que pasamos por un túnel subacuático, en pleno corazón del Océano Pacífico. Las paredes son de cristal y se pueden ver corales y peces de colores. 



Lo que más me gustaba del circuito de Japón era estamparme contra las estatuas de Buda y romperlas. El camino transcurre sobre terreno llano y herbáceo con abetos, abedules y arces. En los márgenes hay casas bajas típicas del país del sol naciente (minkas). Pasaremos por debajo de varios torii, arcos típicos de la tradición sintoísta que llevan inscritos caracteres nipones (sinogramas). 


El trazado combina tramos rectos con ligeras cuestas ladeadas hacia derecha e izquierda. Las subidas no resultan muy pronunciadas. Cruzaremos dos puentes típicos del Japón (Taiko Bashi), ideales para tomar impulso con el turbo. 

Tras el primer check point veremos cruzar la pantalla un Shinkansen, el típico tren bala que aparece en series como Doraemon y Shin Chan. El paisaje se nutre de nuevos elementos como campos de cereales o los templetes budistas de madera y piedra (tera). 



La carrera australiana tiene lugar en Outlack, la región más árida y recóndita del país. ¿Qué nos espera? Un terreno áspero, seco, terroso, con apenas cultivos y vegetación, vacío (solo un 10% de la población vive en esa zona). Estaremos acompañados por los canguros que cruzan la carretera y las banderas del país izando a media asta 


Tanto al principio como al final del recorrido aparece el Ulurú, que es una formación rocosa compuesta de areniscas. Para los aborígenes es un lugar sagrado. También se le conoce como Ayers Rocks. Gracias al decorado de este escenario conocí una parte importante del patrimonio de Australia: el ombligo del mundo.

Se trata de uno de los trazados más técnicos y complicados, con curvas cerradas y altibajos. El aspecto escarpado de las elevaciones y los plegamientos de arena son señas de identidad de esta localización. 



Nos vamos a China. Una parte importante del circuito transcurre sobre la Gran Muralla. Nos espera una carrera sobre terreno pedregoso y adoquinado, con multitud de curvas, subidas y bajadas pronunciadas. La carretera es estrecha. Apenas tenemos espacio para adelantar.

Los detalles están muy bien cuidados, ya que encontramos Budas y soldados de terra cota de Xian. No falta la bandera roja china con la estrella amarilla. El trazado discurre sobre un paisaje montañoso. Los tramos más elevados alcanzan la parte superior de las torres de la muralla. Pasaremos por debajo de una roca arqueada con una escultura esculpida de Buda. Si veis un obelisco cerca significa que hay un atajo.


Una vez atravesemos la muralla, saldremos a campo abierto. Los árboles conviven con muestras de la arquitectura china como pagodas, siheyuans o muros con esculturas de dragón. 

Finalmente llegaremos a Pekín. Cruzaremos la mismísima Puerta de los Dragones. Si sois unos frikis de la cultura china, reconoceréis edificios característicos como los hutongs o el Templo del Cielo. La meta se encuentra en la Plaza de Tianamen, con un retrato de Mao Zedong en el centro. 



El circuito de Kenia se adentra en el corazón de la sabana africana, al atardecer. Los conductores están acompañados de fauna local (cebras, jirafas, avestruces y leones) que no dudarán en cruzar la carretera. Menos mal que no se les puede atropellar. Sería muy desagradable.

El paisaje es llano. La hierba predomina sobre los árboles, los cuales aparecen dispersos y aislados. Los tonos verdes poseen una textura espesa (dan ganas de tumbarse al sol jejejejejeje). La carretera es ancha y de tierra, con hilos herbáceos que sobresalen por el centro. Las rocas, al igual que los árboles, están muy separadas unas de otras. Apenas hay densidad, lo cual crea un entorno monótono y lineal. 


En el primer tramo debemos sortear un desnivel. Si usamos el nitro en el punto exacto daremos uno de los saltos más grandes del juego. 

De vez en cuando, el camino se bifurca en dos y podemos elegir dos rutas diferentes, una de ellas sobre colina, con salto incluido. 

No se me olvida el detalle de la cebra durmiendo, y al lado el tronco de un árbol caído. Esa estampa la tengo bien grabada desde hace veinticinco años. 



Y de Kenia subimos a Egipto. La competición se desarrolla en el desierto del Sahara. La carretera es de asfalto y está flanqueada por esfinges y palmeras datileras, bajo el cielo rosado de la tarde, la arena y las lomas (tendremos que saltar por una de ellas). Tampoco faltan obeliscos, necrópolis y columnas típicas lotiformes


En el segundo tramo, una vez pasada la esfinge de Gizeh, entraremos dentro de una de las pirámides de Giza (no sé si la de Keops, Kefren o Micerinos). El coche circulará dentro del edificio funerario. Cruis'n World siempre fue surrealista. Veremos patios de columnas, galerías abovedadas, murales en las pared, piedras colosales que se pueden derribar como fichas de dominó con un choque, formas arquitrabadas o bustos faraónicos. 

La meta se encuentra justo a la salida de la pirámide, tras una loma. Me encantaba usar el nitro en esta zona para impulsarme y que el coche sobrepasara los límites del cartel de Finish. 



Cerramos la primera parte del reportaje con el circuito ruso. La línea de salida se sitúa en los muros del  Krenling. El nivel de detalle es impresionante tratándose de un juego de Nintendo 64: verjas, almenas, embellecedores de las puertas en forma de estrella, farolas, árboles, aceras empedradas, pivotes, asfalto al que le faltan trozos...

En el margen derecho de la carretera encontramos edificios de corte modernista. Poco a poco el paisaje cambia hasta convertirse en sucio e industrial: chimeneas, fábricas, maquinaria, gases, puentes de hierro y bidones de gasolina. En medio de todo este tinglado encontramos algún edificio vistoso como iglesias ortodoxas 


Unas señales de tráfico nos desviarán hacia el centro de la capital rusa. Se agradece alejarse del humo y la contaminación. La superficie del suelo es de piedra adoquinada rosa. Este segundo segmento resulta más bonito gracias a los edificios clasicistas, esculturas ecuestres, obeliscos, catedrales, parques y sedes de organismos oficiales. 

Una verja metálica marca la entrada a la Plaza Roja. El suelo alterna baldosas rosas y azules. Aquí nos esperan los típicos edificios rusos con cúpulas en forma de bulbo de cebolla. Las esculturas en forma de estrella pueden ser derribadas si nos chocamos con ellas. La carrera acaba a los pies de la Iglesia de San Basilio. 




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