domingo, 21 de mayo de 2023

La batalla contra el Guardián de los mundos en Ni No Kuni: La ira de la bruja blanca

Hace unas semanas, revisando el catálogo de Game Pass, me encontré con un RPG de Level 5 llamado Ni No Kuni: La ira de la bruja blanca. 

Enseguida se me vinieron a la cabeza tres títulos de Play Station 2: Dragon Quest VIII, Rogue Galaxy y Dark Chronicles. Tres grandes joyas roleras del catálogo de la negra de Sony que me hicieron pasar en mi adolescencia muchas horas de diversión. 

El gran historial de la compañía nipona pesó mucho en mi decisión: voy a probar el juego y darle una oportunidad, aunque sea por esos grandes momentos del pasado. Voy a aplicar la lógica: si Level 5 era sinónimo de calidad hace veinte años...¿Por qué no probar ahora una de sus franquicias? Me descargué el título, lo instalé en mi Xbox One y a partir de ahí empezó un contador de casi sesenta horas. 

La excelente trayectoria de Level 5 en Play Station 2
fue determinante en mi decisión

No me conformé con derrotar a los Zodiarcas y a la maléfica Cassandra en sus dos versiones (La Bruja Blanca y el Monstruo del Renacimiento). Una vez devuelta la paz al mundo, me enredé con el elenco de misiones secundarias: cacerías, recados, alquimia, casino, cofres secretos, cuevas, desarrollo de únimos y acertijos. 

De todos estos momentos voy a quedarme con uno para el post de hoy: el combate contra el Guardián de los Mundos, el boss secundario más poderoso de la aventura. Para llegar a él, antes, tendremos que enfrentarnos a versiones poderosas de todos los jefes finales: Apep, Discomedusa, Constantino Pérez, Magmatauro o Ugnis. 

Voy a ser sincero: me costó sangre, sudor y lágrimas vencer al jefazo. No había manera de mantener a mi grupo con vida. Con un nivel 60, los ataques del Guardián mermaban la salud de mis compañeros. Concretamente, había dos ofensivas muy peligrosas. La primera, sobrecarga, utilizada durante el primer tercio del combate. La segunda, rayo némesis, durante el resto de la batalla.

Con estos dos poderes, el monstruo se merendaba la salud de Estela y Jairo en cero coma. El bueno de Oliver se quedaba solo en el campo de lucha. Al final, gastaba más tiempo empleando plumas de fénix para resucitar a mis amigos, y magias de cura para mantener su salud alta, que en atacar al propio rival. La barra de vida de la criatura apenas se inmutaba. El protagonista no daba de sí para atacar y defender. 

¿Cuál fue mi estrategia en ese momento? Optar por una batalla de resistencia. Gasté lo inimaginable en hamburguesas (recuperan 150 puntos de vida) y en cafés (recargan 70 puntos de magia). El dinero está para gastarlo, así que no me tembló la mano a la hora de comprar cantidades ingentes de víveres en las tiendas de Perdida. No cabía más en mi inventario. Tenía que acabar sí o sí con el jefe, aunque fuera lo último que hiciera en Ni No Kuni.

No me avergüenzo en reconocer mi táctica, aunque peque de egoísta y mal compañero: dejé morir a mis compañeros de batalla. ¿Para qué gastar recursos (y tiempo) en combatientes que apenas hacen daño y van a caer sí o sí tras recibir el primer ataque serio? Mantenerlos vivos supone un coste importante, ya que nos quitan tiempo para dañar al rival. Si nos dedicamos a revivirlos, no podemos atacar al Guardián

Aunque a primera vista parezca un plan cruel y suicida, enseguida me di cuenta de que era la dinámica correcta. Oliver tenía que luchar por sí mismo. El combate iba a ser largo. La prioridad fue mantener a nuestro héroe con vida, como si no hubiera más luchadores. Cada vez que mermara su salud, utilizaría el ítem de curación. 

Los primeros instantes de la pelea los aproveché en utilizar el hechizo astra, que quita alrededor de 300 puntos de vida. La sobrecarga la contrarresté con una ración de hamburguesas para mantener en el nivel más alto posible la barra de vitalidad. No dejar que baje de la barrera psicológica del cien. Mientras, los aliados desplomados en el suelo. 

Una vez el bicharraco pierda un tercio de sus puntos de vida, sustituirá la sobrecarga por el peligroso rayo némesis, que quita más de 350 puntos. Ataque mortal de necesidad.

¿Cuál es la ventaja? El tiparraco tarda bastante tiempo en preparar la descarga, y además, esta se dirige en una sola dirección. Oliver puede esquivarla perfectamente dando una vuelta alrededor del enemigo. Si se mueve rápido, podrá apartarse de la trayectoria de la luz y esquivar el ataque. No obstante, como buen previsor, yo siempre me aseguraba de tener la barra de vida por encima de 400, no fuera el rayo a desviarse un poco, rozarme y quitarme puntos. En el peor de los casos, me quedaría un trocito de vida, y el tiempo suficiente para recuperarme con un hechizo de cura o hamburguesa. 

Antes de combatir me aprovisioné bien en
las tiendas

Después de eludir el rayo, aprovechaba para utilizar astra, hechizo que consumía muchos PM (nada más y nada menos que 54). Me daba para seis veces. 

Evidentemente tenía que regenerar mis puntos de magia con el café. Al final, por cada ataque astra que utilizaba contra el guardián tenía que consumir una taza de café de 70 PM, que me permitía lanzar otra nueva ración astral. Estuve alrededor de treinta minutos repitiendo los mismos pasos: esquivar némesis, aplicar astra, recuperar puntos M, y en medio de todo, mantener la salud por encima de 400. Lento pero seguro. Poco a poco el bicho fue achicando su barra de vida. Mientras, yo muy emocionado porque veía que mi plan estaba haciendo efecto. Pecará de cansino, tedioso y cobarde, pero me estaba saliendo jijij.

No lo voy a negar: el combate se hizo pesado y tenía unas ganas inmensas de acabar. Al final vencí por puro aburrimiento, dejando a Estela y a Jairo tirados como una colilla desde el inicio. La paciencia es la madre de la ciencia. A base de insistir, insistir, insistir, repetir, repetir y repetir conseguí mi propósito. La constancia, el ahínco y la fe son mi arma en estos RPGs por turnos jejjee. 




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