La consolidación de Blizzard como empresa desarrolladora de videojuegos se produjo en 1996 con la saga Diablo. Las aventuras de la Arpía, el Hechicero y el Guerrero por Tristam sentaron las bases de un nuevo género: el action RPG en tercera persona.
Sin embargo, unos años antes, la compañía estadounidense ya había hecho sus primeros escarceos en el ámbito gamer. Primero, con ports de títulos menores producidos por otras empresas (véase JRR Tolkien The Lord of the Rings Vol I y Battle Chess II: Chinese Chess). Después, con sus propias creaciones como Blacksthorne, The Lost Vikings o Rock & Roll Racing
Estos tres últimos títulos se recopilaron en un pack titulado Blizzard Arcade Collection en febrero de 2021 para Nintendo Switch, Xbox One y Play Station 4. Desde hace tiempo tenía ganas de agregar esta antología a mi biblioteca digital. Cada vez que la veía en la Store me entraba el gusanillo de añadirla al carrito. El motivo por el que siempre me echaba para atrás era el precio: ¿20 euros por tres juegos retro que podría probar en cualquier emulador de manera gratuita?
El lunes pasado me llevé una grata sorpresa al descubrir que la retrocolección de Blizzard está accesible para los usuarios de Game Pass. No dudé en instalarla y echar unas cuantas partidas a estos clásicos.
La compilación no solo incluye las versiones originales de los tres juegos, sino también contenido extra como entrevistas a los desarrolladores, materiales que se quedaron en la recámara y nunca salieron a la luz, audios con las melodías o ilustraciones variadas que incluyen las carátulas.
A pesar de que la palabra arcade aparece en el título de la colección, ninguna de las tres producciones salió para máquinas recreativas. Todo quedó en los entornos domésticos de 16 bits (Megadrive y Super Nintendo). Disfrutaremos de los ports de ambas consolas, y en el caso de Blackthorne, está disponible la conversión a 32X. Por primera vez en la historia gamer veremos un juego procedente directamente del fracasado periférico de Sega que elevaba la potencia de la Genesis hasta los 32 bits.
Aparte, encontramos la versión definitiva de los tres títulos que incluyen la traducción al español, modo multijugador y algún mapeado nuevo. También es posible rebobinar y guardas y cargas partidas.
El punto fuerte de The Lost Vikings es la presencia de tres superhéroes vikingos, cuyas habilidades hay que combinar para avanzar por los escenarios. Erik puede correr, saltar y embestir paredes y enemigos. Baleog ataca con la espada y el arco. Y Olaf utiliza un escudo que le sirve para protegerse del ataque de los rivales y sostener a los otros dos compañeros.
Como en todo buen plataformas, no faltan las dosis de saltos y obstáculos: ríos de lava, bichos que nos escupen bolas de fuego, escaleras, zonas laberínticas, paredes rompibles, suelos de pinchos...¿Objetivo? Encontrar la salida de cada fase (en forma de máquina del tiempo), derrotar a King Tomator (que es el responsable de abducir a los personajes a una nave espacial) y volver a nuestra aldea. Viajaremos por las épocas más importantes de la historia como el antiguo Egipcio, la Prehistoria y la Revolución Industrial
En cualquier momento podemos cambiar de vikingo pulsando RB/LB (eso sí, si no nos matan a alguno de ellos). Es importantísimo localizar las llaves perdidas para avanzar por los entornos y abrir puertas que están cerradas. Entre área y área disfrutaremos de escenas con un humor tronchante y desternillado.
Es una pena que el pack no incluya la secuela del 1997 y la dificultad sea tan elevada (si mueren los tres héroes, aparte de asistir a un funeral vikingo, nos tocará empezar la fase desde el principio).
El influjo de Flashback se hace evidente en Blackthorne. Se trata de una aventura que combina shooter, puzles y plataformas.
El protagonista se llama Kyle. Va armado con una escopeta recortadora con la que podrá disparar a los enemigos. Para superar con éxito estas batallas es fundamental hacer uso de la técnica del escondite, es decir, debemos pulsar el stick de control hacia arriba para que nuestro personaje se agazape en la pared y así esquive los disparos del rival, y luego, cuando este se pare para recargar, aprovechar esos segundos para darle el golpe de gracia.
Os advierto que es un sistema bastante lento y engorroso. No estamos ante el típico arcade frenético de acción. Como vayáis a saco a disparar sin ton ni son, terminaréis muertos. Hay que avanzar despacito y cuando veamos un monstruo cerca, nos escondemos detrás de los muros para evitar la metralla. Luego saldremos tranquilamente del improvisado refugio y lo rematamos.
Debemos derrotar a los enemigos con el fin de obtener objetos que nos permitirán avanzar por cada uno de los escenarios: llaves para abrir puertas, soportes para hacer puentes, explosivos para derribar muros, ascensores para alcanzar lugares elevados, bombas de control remoto para destruir maquinaria rival...
Las animaciones están bien logradas gracias a la técnica de la rotoscopia (uso de actores para calcar sus acciones) que ya conocíamos de Prince of Persia. Es una lástima que el control no sea todo lo fluido que nos gustaría. Acciones como empuñar/desempuñar el arma, saltar o agarrarse a cornisas se hacen lentas, robóticas y torpes. Esto provoca muchas muertes innecesarias y frustrantes.
Terminamos con Rock & Roll Racing, un juego de conducción en perspectiva isométrica. Se llama así por la banda sonora, que consta de una serie de temas reales de rock y heavy metal que los fans de Deep Purple o Steppenwolf seguro conocen. Ya abrimos una entrada de conciertazo videojueguil con algunas canciones del título de Blizzard: Highway Star, Born to the Wild, Peter Gunn...
Por una cuestión de derechos musicales, nos ha quitado el mítico Paranoid de Black Sabbath. Sin duda, es la pérdida más dolorosa. En cambio, han añadido dos temas nuevos como son Red Barchetta de Rush o Breaking the law de Judas Priest.
El elenco de conductores y vehículos es variado: Snake Sanders con su Terra, Katarina Lyons a bordo del Panteros V, Cyberhawk con su Serpentis, Tarquinn conduciendo su Aurora e incluso Olaf (de The Lost Vikings) con su Valhalla
Para ganar hay que conducir bien, pero también utilizar armas contra los rivales: minas, misiles, láseres, metralla...De esta manera, les haremos explotar y nos darán dinero, que junto a los fajos de billetes que hay por las pistas y los premios en metálico que ganamos por obtener puestos altos, lo podremos gastar en mejoras para nuestro vehículo (motores, ruedas, blindaje, nitros, incremento de almacenaje) o nuevos coches. De esta forma iremos ascendiendo de nivel y participando en ligas cada vez más difíciles.
Por supuesto, nosotros también tenemos una barra de vida. Cada vez que nos golpeé un arma, perdemos un cachito. Si se vacía entera, explotamos. Volveremos a la pista, pero perdiendo posiciones y tiempo. También hay que tener cuidado de no salirse del camino (sobre todo en los saltos), no rozarse contra los quitamiedos y esquivar los charcos de aceite, que nos hacen patinar y perder el control.
Sobra decir que las carreras son frenéticas y el modo multijugador viene como anillo al dedo.